Tanto la CAV como Navarra trabajan para abordar las consecuencias del cambio climático y el calentamiento global y son regiones pioneras en el empleo de recursos para atajar este fenómeno global. En los últimos años llevan ejecutando planes de transición energética propios que incluyen análisis territoriales detallados y medidas urgentes que permitan realizar un cambio en el modelo de consumo energético actual y virar hacia un ecosistema de energía verde.
Euskadi, por su parte, se ha posicionado claramente mostrando su preocupación por el cambio climático y en este sentido trabaja desde tres enfoques: la mitigación, la energía y la resiliencia del territorio, tal y como recoge el Plan de Transición Energética y Cambio Climático 2021-2024 elaborado por el Gobierno vasco.
En lo que respecta a la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la CAV, el último informe, de mayo de 2020, indica que las emisiones absolutas en 2019 alcanzaron las 18,6 millones de toneladas, reduciéndose un 2% respecto a las del año anterior. Se trata de una reducción muy escasa, pero si nos remontamos años atrás observamos que es un 27% menor en comparación con las emisiones que se producían en 2005.
El descenso producido es generalizado en todos los sectores, a excepción del sector agrícola, donde se aprecia un ligero aumento. El sector del transporte sigue siendo el que más emisiones contaminantes sigue produciendo. Sin embargo, se observa “un cambio de tendencia” tras dos años consecutivos de descenso, advierten.
Desde 2005, las emisiones de gases de efecto invernadero se han reducido un 38%, mientras que las emisiones difusas un 11%
No obstante, el descenso de producción mediante carbón en el conjunto del Estado hizo que la producción eléctrica en los ciclos combinados de gas por parte del sector energético y de los sectores industriales intensivos en consumo energético aumentara ligeramente entre 2018 y 2019.
Desde 2005, primer año de funcionamiento de la normativa de Comercio Europeo de Derechos de Emisión EU-ETS, las emisiones de GEI han disminuido un 38%. Las que emisiones difusas, que quedan fuera de esta norma -al proceder de sectores no regulados por el EU-ETS, como residencial, servicios, residuos, transporte o industria no regulada-, se han reducido, en comparación, un 11% con respecto a dicha fecha, “adelantándose así al objetivo europeo de reparto de esfuerzos del 10% para cada uno de los Estados miembros.
Aun con todo, el informe critica que las emisiones de GEI totales, desde 2015, no se han reducido lo suficiente. “Entre 2015 y 2019 solo descendieron un 4%, lo que pone de manifiesto la necesidad de intensificar los esfuerzos en esta materia”, concluye.
La utilización de carbón menguó a la mitad entre 2015 y 2019 y su uso queda relegado a la siderurgia
Mayor demanda de energía
Con respecto a la energía, el Plan de Transición Energética y Cambio Climático 2021-2024 elaborado por el Gobierno vasco pone de manifiesto que la demanda total primaria o consumo interior bruto de Euskadi ha aumentado un 3,8% entre 2015 y 2019. Durante este periodo, no obstante, se aprecia un dato muy positivo, la caída en la utilización de carbón, que mengua a la mitad, con un descenso del 49%. Continúa así la disminución en el uso de carbón como fuente de energía y su uso queda relegado a la siderurgia principalmente.
La implementación de las energías renovables aumenta un 34%, del gas natural un 12% y de los derivados del petróleo un 4%
También disminuye ligeramente el uso de la electricidad (-4%). En sentido inverso, la implementación de las energías renovables aumenta un 34%, del gas natural un 12% y de los derivados del petróleo un 4%. Aunque el consumo de petróleo en 2019 fue superior al de 2015, se aprecia un lento descenso del consumo final en el año 2019. Por otro lado, “el lento avance de los combustibles alternativos en el transporte contrasta con el paulatino pero discontinuo aumento del porcentaje de biocombustibles en la mezcla final”, señala el informe.
A nivel global, el consumo final de energía ha registrado un ligero descenso del 0,9% entre 2015 y 2019. Desglosando el consumo en función de la fuente de energía, se observa que los derivados del petróleo se concentran en el transporte (93%); el gas natural está destinado principalmente al sector energético, sobre todo a ciclos combinados y cogeneración (57%); la industria reparte el consumo entre gas natural (39%) y electricidad (40%); y el sector de la edificios en gas natural (34%) y electricidad (49%).
Energías renovables
En el capítulo de energías renovables, su aprovechamiento ha aumentado de forma importante desde 2015 hasta alcanzar en el año 2019 los 604 ktep, cantidad de la que la biomasa constituye un 62%, los biocarburantes un 22%, la hidroeléctrica un 5,7% y la eólica un 4,7%, detalla el informe.
Sin embargo, según los datos recogidos por el Gobierno vasco, la cuota de renovables en 2019 alcanzó el 14,6% del consumo final de energía, frente al 16,6% de 2018, a pesar del nivel de aprovechamiento de las renovables y de la disminución del consumo final, lo que achacan a “una menor importación neta de electricidad renovable”.
Contra el cambio climático
De forma complementaria, la CAV ha elaborado un plan de acción contra el calentamiento global. “Euskadi avanza en la búsqueda de un territorio resiliente al cambio climático. La comunidad científica considera que los fenómenos meteorológicos y sus impactos cada vez serán más frecuentes y severos en muchas partes de la Tierra. Ante esta situación, en el marco de la Estrategia Klima 2050, desde la Administración Pública Vasca se han impulsado diferentes proyectos que han contribuido a incrementar el conocimiento respecto al riesgo climático del territorio y han promovido diversas acciones de adaptación”, tal y como indica el Plan de Transición Energética y Cambio Climático 2021-2024 elaborado por el Gobierno vasco.
Mediante la iniciativa Klimatek se han analizado los escenarios de cambio climático regionalizados para Euskadi y han dado como resultado modelos climáticos que nos permiten conocer el posible comportamiento futuro de variables como la temperatura y las precipitaciones o indicadores como los días secos. Unos datos muy valiosos a la hora de elaborar estudios de riesgo climático. El estudio sobre la ‘Evaluación de la vulnerabilidad y riesgo de los municipios vascos ante el cambio climático’, en concreto, permite descubrir qué municipios sufrirán en mayor medida olas de calor, inundabilidad fluvial, subida del nivel del mar o sequía.
En el marco de la Estrategia Klima 2050, desde la Administración Pública Vasca se han impulsado diferentes proyectos que han contribuido a incrementar el conocimiento respecto al riesgo climático del territorio
El proyecto Kostaegoki, por ejemplo, analiza en detalle la costa vasca con el fin de conocer los impactos del cambio climático sobre el medio costero. O el ‘Estudio de riesgo climático sectorial de Euskadi’, que ha evidenciado que sectores productivos como la pesca o el transporte son “especialmente vulnerables” al cambio climático. Mientras, sectores como el turismo, la industria o la energía “deben prepararse para este fenómeno, a la vez que aprovechan las oportunidades que pueda generar”. Además, la ordenación del territorio y el urbanismo y los recursos hídricos de Euskadi deben ser considerados como “elementos críticos de cara a la consecución de un territorio resiliente”.
Según sus proyecciones, “se espera que el territorio pueda sufrir un incremento gradual de las temperaturas medias de hasta 4°C a finales de siglo. Las estimaciones de cara a la evolución de la precipitación son más inciertas, aunque, en promedio, se esperaría un descenso leve en torno a un 15% de la precipitación anual para finales de siglo, pudiendo cambiar también el patrón estacional”, remarcan.
“Se espera que el territorio pueda sufrir un incremento gradual de las temperaturas medias de hasta 4°C a finales de siglo"
Si hablamos de adaptación del territorio al cambio climático, se observan ciertos progresos, sin embargo, actualmente no se dispone de objetivos cuantificables ni de indicadores con objetivos concretos que permitan cuantificarlos. Aun así, el estudio afirma que “Euskadi ha avanzado en la integración de políticas territoriales de adaptación, si bien es necesario alinear y reforzar los compromisos en el ámbito municipal y de Territorio Histórico con los objetivos y metas de la estrategia”, subraya el texto del Gobierno vasco.
En este sentido, se destaca la aprobación de planes de adaptación específicos que incluyen la coordinación interinstitucional y la participación ciudadana necesarias para una implementación efectiva.
Desde el ámbito local
A nivel internacional, la integración de distintas iniciativas municipales en el Pacto de las Alcaldías por el Clima y la Energía ha permitido aunar los compromisos, tanto de mitigación como de adaptación, de los municipios vascos. Asimismo, sigue aumentando el número de localidades que han decidido priorizar la adaptación dentro de sus agendas a través de la aprobación de los planes locales.
“Euskadi es una región pionera en el impulso de la integración del cambio climático en su ordenación territorial y urbanística”
El compromiso de los municipios vascos en materia de cambio climático lleva un largo recorrido a sus espaldas, si bien en 2019, sólo el 4% de los municipios vascos -11 en total- disponían ya de un Plan de Adaptación específico. Sin embargo, “Euskadi es una región pionera en el impulso de la integración del cambio climático en su ordenación territorial y urbanística”, indica el texto, que saca a relucir como prueba el Manual de Planeamiento Urbanístico y Cambio Climático publicado en 2012 por Udalsera 2030 y el Gobierno vasco.
Un paso más allá ha sido dado con la integración del cambio climático en las Directrices de Ordenación del Territorio (DOT), tomando como base el conocimiento científico y técnico desarrollado a lo largo de los últimos años. Además, en el ámbito de la innovación local, más de 50 entidades locales han desarrollado numerosos proyectos, desde 2008, con incidencia directa en la acción climática.
En los últimos años, la Estrategia Klima 2050 ha sido el principal marco de trabajo en materia de cambio climático de Euskadi. “Desde su aprobación en 2015, el contexto internacional y la situación de la CAV han cambiado considerablemente. En los últimos años, la UE está tendiendo hacia la integración de la planificación energética y climática, y se ha visto la necesidad de dotar a dicha planificación de un marco normativo adecuado.