A grandes rasgos, ¿cómo definiría la farmacia comunitaria?
-Es el primer y último eslabón de la cadena sanitaria. Somos los farmacéuticos a pie de calle, además de ser los profesionales de la salud más accesibles para la población junto a los médicos y enfermeros de Atención Primaria. Estamos disponibles en cualquier punto geográfico durante las 24 horas del día, 365 días al año; sin necesidad de cita previa. Nos encargamos de hacer el seguimiento de las personas que vienen a por su medicación, y también ayudamos a prevenir o paliar síntomas menores. De este modo, evitamos saturar el sistema.
¿Cómo ha evolucionado el sector farmacéutico durante los últimos años?
-Nos hemos tenido que adaptar para ser mucho más asistenciales y ofrecer una mayor gama de servicios relacionados con los tratamientos y medicamentos. Hemos pasado de un sistema sanitario reactivo a desempeñar una labor de prevención. Actualmente, los farmacéuticos contribuimos a que las personas se cuiden un poco más; y a aliviar o incluso retrasar las complicaciones que conllevan las enfermedades crónicas.
¿Cree que este sector se encuentra en periodo de transición?
-Yo diría que la transición arrancó a principios de este siglo. Aunque en el pasado no era tan común en las farmacias, hoy en día hacemos cribados de VIH, sífilis, diabetes e hipertensión, comprobamos la eficacia de los tratamientos y mucho más.
¿Qué aspectos considera que habría que pulir en un futuro próximo?
-El reto está en incorporar las nuevas tecnologías en nuestro trabajo y acercarnos aun más a los pacientes. Por ejemplo, ser capaz de llegar al domicilio de una persona que está confinada. Por otro lado, nos falta potenciar la integración entre el ámbito público y el privado para cerrar el círculo. A fin de cuentas, el paciente necesita un equipo -cada uno en su ámbito-, no sanitarios diferentes por separado.
"Nosotros no tratamos con medicamentos, tratamos con personas que toman medicamentos. Hay un factor de cercanía"
La receta electrónica ya es una realidad.
-Sí. Claro que puede mejorar, pero estamos en un punto en el que podemos atender a cualquier persona sin importar si viene de Cádiz o de Bilbao. Se ha agilizado la parte burocrática, lo que ayuda a que las personas entiendan lo que están tomando, evita posibles errores y duplicidades, etc. Por eso nos faltaría poder conectarnos con los médicos y enfermeros mediante la receta electrónica, además de tener acceso al historial farmacoterapéutico del paciente.
¿En qué podría beneficiar a los pacientes esa conexión entre las farmacias y el colectivo de médicos y enfermeros?
-Gracias a ello, podríamos atender con más detalle a los pacientes en cuanto a alergias, tratamientos que no han funcionado anteriormente, enfermedades relevantes, contraindicaciones€
¿Las farmacias han sabido adaptarse a los nuevos hábitos de la sociedad?
-Ahora, la población ha adoptado la mentalidad de conseguir las cosas aquí y ahora, y al ser posible, recibirlas en casa. Para nosotros, esto todavía es una asignatura pendiente. Sin embargo, pienso que tanto la asistencia farmacéutica como la medicina general siguen necesitando que haya contacto estrecho entre el profesional y el paciente, ese vis a vis.
"Los programas informáticos internos facilitan la gestión y dan más margen para atender al paciente"
¿Por qué?
-Aquí no importa únicamente la comunicación verbal. Cuando se trata de un síntoma menor, hay ocasiones en las que basta con ver el tipo de lesión o el estado de los ojos o la piel de una persona para saber cómo podemos ayudarle.
¿Ve factible que las nuevas tecnologías y la digitalización llegue a reemplazar por completo el trato cara a cara con los pacientes?
-Lo veo imposible. Conozco una página web norteamericana muy divertida que se llama Will Robots Take My Job? (¿Se apropiarán de mi trabajo los robots?) (se ríe). A nivel sanitario, esto es complicado, porque nuestro trabajo no se limita a un simple prospecto o unas instrucciones. De ser así, cualquier persona podría autodiagnosticarse con Google. Nosotros no tratamos con medicamentos, tratamos con personas que toman medicamentos. Hay un factor de cariño y cercanía que es insustituible. Por esta razón, hay que aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial.
"Las nuevas tecnologías ayudan a controlar la caducidad de los medicamentos, la trazabilidad de lotes, etc."
¿Cuáles son las ventajas de la digitalización tanto para los pacientes como para los profesionales farmacéuticos?
-Personalmente, yo tengo la farmacia robotizada. Aparte, usamos programas informáticos internos que nos facilitan la gestión de las tareas cotidianas. Esto no supone una mejora directa para la población, pero a mí sí que me permite disponer de más margen para atender al paciente. Las nuevas tecnologías nos ayudan a controlar la caducidad de los medicamentos, la trazabilidad de lotes, hacer un seguimiento de los pacientes, obtener informes con rapidez, etc. Ahora nos toca centrarnos en la externalización para estar más cerca de los pacientes que no puedan desplazarse hasta la farmacia.
¿Para algunos grupos sociales, esto puede convertirse en una brecha digital?
-Es cierto que aún tenemos un salto generacional en materia tecnológica. Prácticamente a diario nos llegan personas mayores pidiendo ayuda para descargarse el pasaporte covid o pedir una cita en el ambulatorio. Entiendo que para alguien no-tecnológico, esto sea difícil. No queda otro remedio que amoldarse, aunque en esta profesión llevamos haciéndolo desde siempre.