Dar más protagonismo a la transferencia tecnológica de sus hallazgos a la empresas es el objetivo de las investigaciones en nanociencia del CIC nanoGUNE. El centro quiere situar a Euskadi a la vanguardia de la investigación en nanociencia, contribuyendo a crear las condiciones necesarias para que la sociedad se beneficie de un amplio abanico de nanotecnologías.
Se trata de una asociación privada sin ánimo de lucro impulsada por el Gobierno vasco en 2006. Dirigió sus primeros nueve años a la investigación científica a escala infinitesimal en el plano básico, pero en 2018 decidió dar más protagonismo a la transferencia tecnológica de sus hallazgos a las empresas.
Según responsables de este organismo, gracias a este cambio el centro ha incrementado de forma sustancial su cartera de compradores privados, así como las licencias de patentes a clientes, entre los que cuenta con ejemplos relevantes como el gigante tecnológico Intel y reconocidas compañías internacionales como BASF y SRC. Y es que su compromiso es absorber todas aquellas tendencias que se llevan a cabo en centros punteros internacionales, desarrollarlas y comunicarlas al tejido industrial.
La ciencia de alto impacto ha experimentado en la CAV un desarrollo continuado en los últimos años vinculado a investigaciones pioneras con descubrimientos que benefician a numerosas empresas internacionales.
Impacto social
Algunas de las tecnologías de "alto impacto social" de las que dispone el centro son la monitorización de las constantes fisiológicas de los recién nacidos; el diagnóstico temprano del Alzheimer; la detección de microplásticos en los océanos; nuevas soluciones textiles, o el envasado de alimentos. CIC nanoGUNE abarca campos de investigación como el magnetismo, la óptica, el ensamblado, la biotecnología, los materiales, la imagen y la ingeniería, todo ello, eso sí, a escala "nano".
La versatilidad de las tecnologías ha permitido una detección serológica del covid-19 de siete minutos complementaria al análisis de antígenos
La versatilidad de las tecnologías creadas en este centro es otra de sus características que, por ejemplo, le ha permitido adaptar a la detección del covid-19 una investigación previa para la monitorización de virus tropicales, desarrollada en colaboración con una universidad danesa. Desde este organismo explican que "Se trata de una detección serológica de siete minutos, complementaria al análisis de antígenos que se está comercializando muy bien, tanto en Dinamarca como en Italia". Sin duda, es un caso de éxito de una "tecnología basada en el nanomagnetismo y en las nanopartículas que tienen la capacidad de atraer ciertas propiedades de los virus", detallan.
Tejido de miocardio
También ha desarrollado textiles sostenibles, otro de los campos en el que la investigación básica se ha convertido en una aplicación industrial, mediante un "accesorio" patentado por el centro para combinar la impresión 3-D y el electrospinnig (una técnica que permite hilar filamentos de polímero muy fino).
El resultado es un "equipo comercial" que sirve para fabricar textiles "artificiales", con el objetivo de "prevenir su abrasión, mejorar su resistencia mecánica y evitar el crecimiento microbiano" y que cuenta además con otro proyecto en curso para crear "tejido de miocardio" que permita sustituir partes dañadas en el corazón por "polímeros biocompatibles" que evitarían el tan temido rechazo.
Entre sus innovaciones punteras está la monitorización del oxígeno en sangre de los bebés durante partos de alto riesgo, que evita tener que extraer las muestras directamente de la cabeza de los pequeños para analizarlas y ahorrarse un proceso que dura unos veinte minutos.