La disponibilidad de presupuestos renovados para el año 2025 no es un asunto menor para el Gobierno de Pedro Sánchez. Con los vigentes prorrogados desde el año pasado por razón del ciclo electoral y la dificultad de encontrar terreno de diálogo entre los partidos en el momento de su tramitación, disponer de unas cuentas adaptadas a las perspectivas de crecimiento económico se antoja más importante de cara al próximo ejercicio. El marco de esa negociación no debe coger por sorpresa al Ejecutivo de Sánchez ni a los partidos que lo conforman –PSOE y Sumar– puesto que es el mismo escenario de dependencia de una mayoría exigua e inestable que marca sus legislaturas y que no ha impedido que más de medio millar de sus iniciativas y normas hayan salido adelante. Las mayorías se pueden construir si se encara la diversidad de sensibilidades políticas que las pueden propiciar. El proceso de consolidación de las cuentas del próximo año no ha comenzado con el mejor pie. Los pasos previos imprescindibles para hacerlo no parecen haberse trabajado suficientemente y la retirada de la propuesta de estabilidad –límite de déficit y endeudamiento– indica que la negociación no se ha afrontado con la debida diligencia. Existe, y no cabe obviarlo, un factor de inestabilidad adicional fruto de la tensión en el seno del soberanismo catalán y los desencuentros generados por la investidura de un president socialista en el Govern catalán. La necesidad de hacerse valer ante la opinión pública sigue muy presente en la estrategia de Junts y la de cohesionar sus estructuras en medio del desgarro interno en pleno pulso de poder condiciona la de ERC. Es una dificultad ante la que el presidente español deberá mostrar inteligencia y cintura, sin olvidar que el resto de sus respaldos parlamentarios son igual de necesarios y que el resto de sus socios deben hallar en los futuros presupuestos estos motivos para comprometerse con ellos que emanan de sus respectivas agendas políticas. Sánchez está a tiempo de hallar esos lazos pero el tiempo corre y no queda mucho más margen para encarar las cuentas. Puede empezar por el papel que se viene reservando la administración del Estado para manejar con más holgura que las autonomías el margen de déficit y que se le reclama que ponga en juego para un reparto más equilibrado.
- Multimedia
- Servicios
- Participación