La Fundación Ayuda a Niños/as y Adolescentes en Riesgo (ANAR) ha hecho público su segundo informe sobre agresiones sexuales a menores, según sus testimonios, que refleja un tremendo incremento de estos episodios dirigidos contra menores en los últimos cinco años. Las conclusiones del informe describen una situación que debería resultar insoportable para una sociedad consciente de su obligación de proteger a los más débiles. Cualquier otro derecho humano queda disminuido en tanto la protección de los derechos de los menores sea insuficiente. La victimización sexual de niñas y adolescentes, no exclusiva pero sí especialmente –sufren 8 de cada 10 casos– reúne características que deben servir para habilitar medidas no solo públicas sino de uso y percepción social, que será el único mecanismo para una lucha eficaz contra esa lacra. Aunque el abanico de formas que adopta es amplio y la tecnología de las comunicaciones está muy presente en muchos de ellos, la agresión directa de carácter presencial es la más repetida, con un 91,5% de los casos. El informe constituye una apelación directa a la implicación colectiva y a la sensibilización especialmente de los varones adultos, pues siendo el prototipo de agresor, no son, en cambio, el de denunciante, que adquiere un perfil familiar femenino, con la madre en primer lugar. El entorno de la víctima genera en demasiadas ocasiones la agresión. El abusador pertenece al mismo en el 80% de los casos y es un miembro de la familia en la mitad. El silencio, la vergüenza y el control del entorno operan en perjuicio de estas y estos menores. Su debilidad se refuerza con prácticas de aislamiento y presión. En demasiadas ocasiones se impone y generaliza la percepción de que se trata de un problema de índole privada, lo que equivale a abandonar a las víctimas a su suerte. Es significativo que, en un marco de dificultad de integración y aislamiento cultural de los y las menores inmigrantes, se produzca una incidencia mayor de estas situaciones, según el estudio: un 41,3% de las víctimas son menores inmigrantes, cuando su peso poblacional dista de semejantes cifras. Pero no cabe engañarse tomando distancia; el fenómeno salpica y enmugrece al conjunto de la sociedad y reclama una respuesta comprometida y militante contra la impunidad.