El lehendakari, Iñigo Urkullu, protagonizó ayer uno de sus últimos actos públicos de la legislatura, de la mano del Grupo Noticias, en el que profundizó en su diagnóstico del momento sociopolítico y los retos y activos de la sociedad vasca para el futuro inmediato. Resiliencia, seriedad en la gestión y sostenibilidad como factor de seguridad en las decisiones de intervención pública fueron activos descritos con los que se ha encarado con éxito el largo ciclo de 12 años de su liderazgo del país. El lehendakari dejó una alerta ante la práctica política de alimentar la insatisfacción social para gestionarla en parámetros de objetivos políticos, sin que se acompañe de la definición de proyectos que aporten soluciones sostenibles a esas insatisfacciones. La pinza entre el discurso social y el alimento de lo que calificó de “egosistema”, concepto asociado a la supeditación del grupo al individuo, por oposición al ecosistema, que prima la colaboración y la aportación colectiva: auzolana. La preocupación de Urkullu está en las consecuencias de favorecer una expectativa de lo público a medida de la satisfacción privada. Pero la alerta que puso ayer sobre la mesa Urkullu no es solo sobre la coyuntural estrategia política de acceso al poder alimentando la insatisfacción y provocando malestar social. Este no es más que un modelo táctico descrito hace siglo y medio por autores precursores del marxismo y que hizo fortuna primero en él y, más recientemente, en eso llamado anarcoliberalismo o capitalismo libertario, que son intentos de dotar de marco teórico al populismo de ambos extremos. La advertencia identifica el riesgo de renunciar al principio de realidad. Principio que la principal fuerza de oposición en Euskadi –EH Bildu– reivindica para justificar su inacción política, su complacencia allí donde no se juega intereses electorales pero que sustituye por un discurso de soluciones mágicas, sin desarrollo ni proyecto de sostenibilidad de lo público que rema a favor del malestar ciudadano allí donde esa palanca puede permitir lo que el lehendakari calificaba ayer de “asalto al poder”. El barniz social meramente dialéctico mediante un discurso de clase practica la división y estratifica la sociedad pero carece de los principios de corresponsabilidad, sostenibilidad y realidad que diferencia la soflama del proyecto político responsable.
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