El año que acaba de comenzar se presenta vital para Euskadi. Este ejercicio puede ser un punto de inflexión en su devenir político, económico y social. En la primera premisa, las elecciones del mes de mayo para la renovación de alcaldías y diputaciones, que condicionarán la labor del Parlamento Vasco y el logro de acuerdos de calado. Ver qué posición adoptan los partidos de la oposición será determinante para la consecución de acuerdos de país. Así, la elaboración de la Ley de Educación servirá de termómetro para evaluar la disposición a ese diálogo en la Cámara vasca. No será la única materia. En su mensaje de fin de año, el lehendakari, Iñigo Urkullu, ha fijado en cinco los retos a los que se enfrenta Euskadi en 2023: fortalecer la economía y lograr empleo de calidad; transición ecológica; innovación; el reto demográfico y la emancipación de la juventud; y salud y calidad de vida. Cinco objetivos que deben afrontarse con la altura de miras que requieren los tiempos no solo para el mantenimiento del bienestar, sino también para ofrecer a la sociedad un mensaje de esperanza ante los tiempos de incertidumbre. Dificultades que no son exclusivas del momento actual. En cada época, la ciudadanía vasca y sus instituciones han sabido resolver los avatares a los que se enfrentaban para construir la Euskadi actual. Es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros y nosotras tomar el relevo del esfuerzo de generaciones anteriores y contribuir a mejorar el país para las que nos seguirán. Los y las jóvenes de hoy precisan que sepamos encarar ese esfuerzo mayor para su acceso a puestos de trabajo o la vivienda que les permita el desarrollo de su proyecto vital con garantías. Un desafío no exclusivo de nuestro país del que pende otro de los problemas cada vez más acuciante: la natalidad descendente. Para ellos, precisamente, se hace urgente avanzar en la transición energética en Euskadi, en la búsqueda de nuevas fuentes de energía, que reduzca la dependencia exterior y abra una nueva forma de generación y consumo. Y, por supuesto, la creación de empleo de calidad; además de restaurar los estándares de calidad en materia de salud con los que siempre ha contado Euskadi y que se han visto mermados por la pandemia del covid-19 que todavía permanece activa. Es tiempo de mirar hacia adelante y hacerlo implica encarar estos objetivos.