El incidente que ha tenido lugar en el contexto de las fiestas del Puerto Viejo de Algorta, en el que responsables de una txosna trataron de impedir que una chica que presuntamente había sufrido un pinchazo fuera atendida por agentes de la Ertzaintza, es sumamente grave. Lo es, por una parte, porque supone poner en riesgo la salud de una persona que podría haber sufrido la inoculación de algún tipo de sustancia y que, por ello, debe ser objeto con urgencia del preceptivo examen médico. Pero es grave, asimismo, por lo que supone no solo de desobediencia a los agentes impidiendo así el ejercicio de su labor asistencial –que al parecer es el delito al que se enfrentan las personas denunciadas por Seguridad–, sino porque son una nueva muestra de una actitud de hostilidad u odio de origen ideológico hacia la Policía vasca que se ha hecho relativamente frecuente este verano, aunque ya despuntó durante los pasados años de pandemia, con agresiones hacia la Ertzaintza y enfrentamientos. Este lamentable incidente se une a otros de similar significación, como la exclusión en algún acto festivo sufrida por una agente en Mutriku o la agresión física y las amenazas a un ertzaina en Gasteiz, así como la colocación en varios espacios festivos de carteles insultantes y de rechazo a la Policía vasca. Sin olvidar la intolerable e injustificable agresión al hijo del líder del PP en Euskadi, Carlos Iturgaiz. Son hechos que merecen el rechazo, la condena y la solidaridad y apoyo hacia los agredidos de toda la sociedad. No está siendo, así, sin embargo. La izquierda abertzale se mantiene en la denuncia formal y genérica contra todas las agresiones –sin sumarse nunca a la unidad del resto de partidos en la condena– y el silencio cómplice de sus sectores más radicales. La izquierda abertzale sigue estando interpelada, cada vez con mayor razón y fuerza, a condenar con la debida contundencia este tipo de ataques y contribuir a frenarlos, porque los autores provienen de su mundo ideológico y comparten sus tradicionales y falsos argumentarios contra la Ertzaintza. Es sumamente significativa, en este sentido, la interpretación que hizo ayer el portavoz de EH Bildu en el Parlamento Vasco, Unai Urruzuno, al aludir a que el PNV “sobredimensiona” las agresiones. Una actitud lamentable que solo contribuye a envalentonar a los agresores y a minimizar su intolerante, sectaria y violenta actitud.