l candidato a presidente del PP y líder de facto de los populares Alberto Núñez Feijóo está dando desconcertantes muestras de estar atrapado entre la inercia política e ideológica del pasado del partido y un intento aún tan endeble como imperceptible de un borroso cambio de rumbo. Es verdad que el dirigente gallego no es todavía formalmente el presidente de la formación y que lleva escasos días en su nuevo papel tras unas semanas muy convulsas. Pero su estreno ha sido desolador. Como primera decisión trascendente, Feijóo ha dado su aval -implícito o explícito, ya que se ha cuidado de eludir cualquier explicación al respecto- al pacto PP-Vox en Castilla y León mediante el que su partido ha metido por primera vez a la ultraderecha en un gobierno. Una decisión muy grave, de alta trascendencia política y que compromete tanto a él como nuevo líder como al Partido Popular en su conjunto, de manera que, quiera o no, va a marcar su gestión. Feijóo no puede despachar con el silencio y la elusión de responsabilidades un hecho como el de abrir de par en par la entrada en un Ejecutivo autonómico a la extrema derecha tras un acuerdo de programa. De ahí que trate de compensar este deplorable pacto con discursos de corte más moderado para hablar de gestión y estabilidad. La política de pactos es la piedra angular del sistema democrático, máxime en momentos como el actual en el que no existen mayorías absolutas. Son los acuerdos los que proporcionan estabilidad y dotan de eficacia a la gestión y la gobernanza. El PP ha elegido para ello a la extrema derecha ante el estupor de Europa, por mucho que trate ahora de minimizarlo mediante la presión a sus socios en Bruselas. Feijóo debe ser consciente de ello y actuar en consecuencia. En los últimos días, en los que ha iniciado su gira de campaña de cara al Congreso extraordinario, el dirigente popular se presenta como moderado y autonomista pero debe constatarlo con hechos y, de momento, no ha abjurado ni rechazado los pactos con Vox, que rondan también como posibilidad a medio plazo en Andalucía, que será la prueba de fuego. Asimismo, en Euskadi el cambio de liderazgo, de proyecto y de alianzas del PP debe notarse también, como ha reclamado el expresidente en la CAV Alfonso Alonso. Feijóo debe aún demostrar su liderazgo y su pretendido cambio real de rumbo.
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