ás de diez años después del cese definitivo de la violencia por parte de ETA, el consenso en materia de memoria respecto a la violencia de motivación política de las últimas décadas sigue constituyendo una asignatura pendiente en Euskadi. El bloqueo político sufrido en la ponencia de memoria y convivencia del Parlamento Vasco que ha llevado a este órgano a una completa inactividad desde 2019 ha sobrevolado sobre todos los intentos de abordar con rigor y de manera crítica un asunto especialmente sensible y espinoso y amenazaba -y aún amenaza- con frustrar un objetivo que se muestra cada vez más urgente y necesario. Un fracaso en la construcción social de la memoria impide avanzar en la consolidación de la convivencia tras muchas décadas de violencia, sufrimiento y enfrentamiento que han dejado más de un millar de víctimas mortales y varios miles de damnificados. La iniciativa aprobada el lunes por el consejo de dirección de Gogora de reactivar, mediante una perspectiva y metodología radicalmente nuevas y distintas, el debate sobre la memoria resulta, en este contexto, especialmente sugerente, tanto por el objetivo final irrenunciable de búsqueda del mayor consenso social como por el procedimiento a emplear y las personas que constituyen el grupo motor encargado de elaborar un documento de bases compartidas para su contraste final. El hecho de que el proyecto se asumiera en el seno de Gogora -es presumible que tras una intensa labor de información y contraste previos- sin ningún voto en contra y la abstención de PP+Cs y EH Bildu -con lo que estos grupos ceden y, en principio, es previsible que no sean beligerantes como ha ocurrido en la ponencia parlamentaria- supone un gran aval a la iniciativa y una oportunidad para el acuerdo. Tanto los tres historiadores Eider Landaberea, Virginia López de Maturana y Unai Belaustegi, jóvenes y de prestigio, como las víctimas de ETA Josu Elespe y María Jauregi y del GAL Axun Lasa, que forman el grupo motor, son garantía de rigor, autonomía, pluralidad y solvencia y, además, contrastarán su labor con una veintena de expertos en distintas disciplinas y con sensibilidades diferentes. Gogora abre así un espacio y un tiempo para el consenso en materia de memoria para los que es obligado que todos los partidos estén a la altura para no frustrar esta nueva y gran oportunidad.