- El Ente Vasco de la Energía ha elaborado una estrategia vasca del hidrógeno en la que recoge las claves y objetivos para posicionar a Euskadi en este mercado. Su director general, Iñigo Ansola, explica las razones por las que el Gobierno Vasco quiere impulsar esta actividad.

¿Por qué la apuesta por el hidrógeno verde?

-Tenemos que pasar de un mix energético basado en combustibles fósiles a otro más verde y limpio que reduzca drásticamente las emisiones de CO2 integrado por energías renovables. En este contexto, el hidrógeno se presenta como una oportunidad ambiental, industrial y económica, y así lo ha visto la Unión Europea, que ha decidido unirse a este desarrollo tecnológico para crear una cadena de valor en torno al hidrógeno.

¿Cuáles son sus ventajas?

-Es un vector que no tiene emisiones, con un poder energético importante y que además se puede almacenar. Este último aspecto es muy importante porque transitamos hacia una economía electrificada, pero la electricidad no se puede almacenar. La que no se consume procedente, por ejemplo, de unos parques eólicos que han funcionado toda una noche se puede transformar en hidrógeno a través de electrolizadores, y el resultante sí se puede guardar. Por eso decimos que el hidrógeno nos va a ayudar a reducir el gap entre la generación eléctrica y el consumo.

¿Y los inconvenientes?

-De momento no es barato, porque en su transformación en los electrolizadores se pierde un 30% de energía. El precio del hidrógeno gris obtenido de la captura de CO2 como máximo es de 2,5 euros el kilo mientras que el del hidrógeno verde es de 6 euros. Por lo tanto, tenemos que desarrollar la tecnología necesaria para que ese precio se reduzca y sea competitivo

¿Y por qué ahora?

-Porque cada vez tenemos más generación renovable eléctrica y se puede destinar a la producción de hidrógeno. Tiene un potencial económico e industrial muy importante y en Euskadi, donde la industria alcanza el 24% del PIB, se ve como un sector de futuro. Tenemos que aprovechar nuestras potencialidades y coger ese tren.

¿Qué incidencia tendrá en el tejido productivo vasco?

-Puede ser más competitivo, sobre todo en aquellas empresas con altas emisiones de CO2. Si a principio de año pagaban 25 euros por tonelada de CO2 emitida, cuatro meses más tarde esta cantidad era de 49 euros y se especula con que en un corto plazo alcance los 100 euros. Si la industria tiene sistemas para dar un uso a ese CO2 como en el caso de Petronor, que lo une al hidrógeno para producir combustibles sintéticos, esa carga impositiva se reduce y, en consecuencia, se gana en competitividad.

¿Qué sectores económicos se verán más beneficiados?

-Hablaría más de oportunidades. En industria se refieren a la fabricación de electrolizadores o a la producción de tubos con empresas que en la actualidad lo están pasando mal en el sector del oil&gas y que podrían crear una nueva actividad enfocada a la distribución del hidrógeno. También hay oportunidades en la movilidad sostenible y en el sector del medio ambiente.

Alrededor del hidrógeno verde hay varias actividades como la generación, la distribución, el almacenamiento y la tecnología. ¿En cuál trabaja Euskadi?

-Hay que impulsar tanto la generación como el consumo, porque no nos interesa ser dependientes, como nos sucede con el gas natural y gran parte de la energía de productos derivados del petróleo, incluso con la electricidad.

¿Cuáles son las fortalezas de la CAV?

-Hay una cadena de valor que puede adaptarse perfectamente a este nuevo vector. Habrá que hacer inversiones, porque hablamos de una actividad que de momento no es competitiva, y para serlo hay que desarrollar una tecnología que exigirá inversiones. En este sentido, los fondos europeos Next Generation son clave. Y la administración pública tiene que acompañar a toda esa cadena de valor para que dé el salto al hidrógeno, como hace 25 años la colaboración público privada apostó por el sector eólico, y hoy entre la CAV y Navarra podemos construir la totalidad de un aerogenerador. Vamos a crear tecnología, capacidades y un saber hacer para que dentro de 20 años podamos estar satisfechos de haber hecho esta apuesta.

El EVE fija objetivos para 2030. ¿No es muy precipitado?

-Los plazos de descarbonización y los objetivos ambientales y energéticos que se han establecido a nivel europeo tienen una primera etapa en 2030 y en 2050 hay que tener emisiones neutras en carbono. Si queremos cumplir, o corremos o no llegamos. Euskadi tiene una red de gas natural envidiable a nivel mundial, que también podría aprovecharse para el desarrollo del hidrógeno.

¿El impulso al hidrógeno no afectará al proceso de expansión de otras energías renovables?

-Todo lo contrario, las energías renovables y el hidrógeno son absolutamente compatibles y se necesitan el uno al otro. Primero hay que generar plantas fotovoltaicas y eólicas para suministrar al electrolizador que va a generar el hidrógeno. Si quieres hidrógeno verde, necesitas electricidad verde. Son totalmente compatibles.

¿Toda la estrategia se apoya en el corredor vasco del hidrógeno impulsado por Petronor?

-Esto no es cosa de un actor, sino de muchos. Pueden surgir proyectos que no tengan relación con este corredor, que es muy importante pero que ofrece espacio a otras iniciativas que serán bienvenidas.

¿Cuáles son las ventajas competitivas del corredor vasco del hidrógeno?

-Por un lado, generación de cadena de valor con más de 78 agentes involucrados en un proyecto global. Por otro lado, colaboración público privada, todos vamos de la mano. También destacaría que es un proyecto vanguardista, de desarrollo tecnológico e de innovación. Y que, además, es capaz de generar oportunidades a futuro.

¿Desde la administración qué medidas se contemplan para impulsar esta actividad?

-Apoyamos a distintos proyectos dentro de lo que es el corredor vasco del hidrógeno. Por ejemplo, el EVE puede participar en cualquier parque fotovoltaico o eólico que se quiera promover y figurar como un inversor más. Lo mismo sucede con respecto a la fabricación de electrolizadores. Las diputaciones y ayuntamientos que gestionan redes de transporte público pueden implantar autobuses que consuman hidrógeno verde. Son muchos los ámbitos en los que se puede actuar. En la vertiente política también, en cuanto a la legislación, donde hay todo un campo por recorrer.

¿De qué manera responden las empresas?

-Lo ven como una nueva oportunidad, y he percibido mucha ilusión. Hace falta invertir, apostar por este vector, porque es una apuesta europea. Hay que ir generando jurisprudencia, reglamentación, leyes que apoyen esta tecnología y hay que crear un mercado que de momento no existe, aunque en un futuro será una realidad.

¿Cómo ve a Euskadi en 2050?

-Muy bien. Es una visión, el camino se hace al andar, pero nos hemos apuntado a la buena ola.

“La CAV tiene una red de gas natural envidiable a nivel mundial que se podría aprovechar para el desarrollo del hidrógeno”

“Veo a Euskadi muy bien en 2050 porque, aunque el camino se hace al andar, creo que nos hemos apuntado a la buena ola”