- El coronavirus ha puesto patas arriba el día a día de los trabajadores, y la onda expansiva de la pandemia alcanza también a la negociación colectiva. Eso significa que, más allá de quienes han perdido su empleo o han sufrido mermas salariales a través de un ERTE, el virus va a tocar también el bolsillo de muchos trabajadores a través de su convenio. En primer lugar porque las negociaciones prácticamente se han paralizado a partir de mediados de marzo, pasando empresarios y sindicatos, tanto a nivel sectorial como en la empresa, a centrarse en cuestiones más urgentes de cara al mantenimiento de la salud y del empleo. La delicada situación económica hace pensar además que, cuando las conversaciones se reactiven, los incrementos salariales que se suscriban van a ser en general mucho más cortos que antes de que estallara la pandemia.
Y en el caso de Euskadi el frenazo se produce, precisamente, en un momento en el que parecía que, lentamente, la negociación colectiva empezaba a salir del largo letargo al que ha estado condenada en los últimos años, en especial en el caso de los acuerdos sectoriales, que son los que cubren a más trabajadores. Los datos del Consejo de Relaciones Laborales (CRL) confirman que en los últimos meses apenas ha habido negociación colectiva en la CAV. En concreto, en los meses de mayo y junio, una vez superadas las semanas con mayores restricciones en la movilidad y en la actividad económica, se firmaron convenios en Euskadi para 2.500 trabajadores, una pequeñísima muesca en comparación con el ritmo que traía la negociación antes de la crisis sanitaria.
El organismo que preside Tomás Arrieta no pudo realizar, debido a la situación de confinamiento de marzo, el informe correspondiente a los meses de enero y febrero, datos que incluye directamente en el boletín de abril. Hasta ese mes habían renovado sus condiciones de trabajo cerca de 45.000 asalariados vascos, prácticamente todos antes de la llegada del covid-19. De hecho, cerca de 40.000 de ellos corresponden al acuerdo en el Metal de Bizkaia, que aunque se alcanzó a finales de 2019 se formalizó y se trasladó al boletín oficial una vez iniciado el mes de enero.
La fumata blanca en el convenio de la industria vizcaína, precedida de un largo y enconado conflicto, parecía la confirmación de que el marco laboral vasco había salido definitivamente del estancamiento. Había señales previas, como el acuerdo en la enseñanza concertada, también consumado tras una larga huelga del profesorado, o la recuperación del entendimiento en ciertas ramas del comercio guipuzcoano. Todo ello hizo que el año pasado concluyera con seis de cada diez trabajadores vascos con su convenio actualizado (incluyendo acuerdos de ámbito estatal), un nivel que no se alcanzaba desde 2008. En el lado contrario, 230.000 vascos iniciaron este 2020 con sus condiciones pendientes de renovar, una cifra que indica que el problema del bloqueo de la negociación colectiva vasca persiste a pesar de la mejoría en la parte final de 2019.
Así las cosas, la llegada del coronavirus echó por tierra las expectativas de que los acuerdos pudieran seguir ganando terreno este año. Las medidas sanitarias para evitar contagios en las empresas han obligado a empresarios y sindicatos a centrar sus conversaciones en cuestiones como el teletrabajo, la organización de las distancias de seguridad o el reparto de EPIs. Además la bajada de la actividad ha puesto en modo supervivencia a muchas compañías. Muchas empresas y sus representantes sindicales han tenido que sentarse para hablar de un ERTE y, en el peor de los casos, de despidos.
Con cuestiones de tal relevancia sobre la mesa en la mayor parte de los casos no ha habido tiempo para mantener el calendario previsto para hablar de la renovación del convenio. A nivel sectorial no ha habido, literalmente, nada más allá de la firma del Metal de Bizkaia en enero (el año pasado a estas alturas se habían renovado 8 sectores en la CAV). En cuanto a las empresas sí hay una veintena de firmas que han cerrado sus nuevas condiciones después del inicio de la pandemia, aunque con un volumen de trabajadores muy reducido.
Así, se llega al ecuador del ejercicio con un total de 72 nuevos convenios, de los que medio centenar se firmaron antes del covid, frente a los 116 del año pasado. Por número de trabajadores, eso sí, el largo alcance del Metal hace que este año la cifra sea más alta a pesar del estancamiento a partir de marzo.
En cuanto a la subida salarial pactada, no se percibe movimiento en relación al escenario previo a la pandemia, aunque todo apunta a que habrá una tendencia a la baja muy clara en cuanto se reabran las mesas. El puñado de acuerdos de empresa firmados en mayo y junio conservan una subida media del 1,8%, por debajo del incremento pactado en el Metal vizcaíno, del 2,3%.
Negociación estatal. Al contrario de lo que ocurre con la negociación en la CAV, los convenios de ámbito estatal que afectan a trabajadores vascos (por contar la empresa con varios centros de trabajo en el Estado, por ejemplo), sí presentan un avance estos últimos meses. En mayo y junio el número de trabajadores con el convenio renovado en el marco estatal pasa de 2.800 a 7.500, lo que supone que en esos dos meses hubo un mayor dinamismo que en las negociaciones que se celebran en Euskadi.