vitoria - La Euskadi empresarial es diversa y funcional, marcadamente industrial y con una histórica dependencia de los mercados exteriores, elementos nucleares y convincentes para evitar caer en la tentación de subirse al carro de debates y propuestas experimentales como la que recientemente ha lanzado Sanna Marin, perteneciente al Partido Social Demócrata y convencida de que una nueva revolución en materia de flexibilidad laboral sí es posible en Finlandia. Un país, por cierto, donde el 91% de los trabajadores están cubiertos por convenios colectivos que garantizan el tiempo de trabajo, el salario y las condiciones.
Pero Euskadi es otra cosa y en su contexto empresarial no es posible el café para todos por cuanto su diversidad social, sectorial y sus propias circunstancias económicas convierten una medida del tipo de la finesa en algo “inviable”, aseguran varias fuentes consultadas. De modo que las directrices transitan en otra dirección, alumbrando proyectos como Kontzilia30, puesto en marcha por la dirección de Política Familiar y Diversidad del Gobierno Vasco con el apoyo de Confebask. y la participación de 30 empresas (diez por territorio histórico), todas ellas con experiencias diferentes con las medidas de conciliación y enmarcadas en sectores diferentes. A lo largo de los últimos diez meses de trabajo, se ha acompañado a estas organizaciones tanto en el análisis, como en el desarrollo y mejoras de medidas de conciliación de la vida personal, familiar y laboral, ofreciendo la fotografía final conclusiones que invitan al optimismo y, desde luego, avalan el carácter de continuidad de este programa, reconoce Amaia López Iriondo, responsable de Seguridad, Salud Laboral, Medioambiente y Asuntos Sociales de Confebask. En su opinión, la “satisfacción generalizada” ha sido la nota predominante entre las empresas participantes, “lo que nos da pie a pensar que este proyecto acabará consolidándose” como elemento clave en el modelo de relaciones laborales que se pretende impulsar. “Lo que quieren las empresas vascas es generar un clima de confianza y mutuo compromiso, conscientes de que eso contribuye a la retención y generación del talento y, consecuentemente, mejora notablemente su competitividad”, abunda López Iriondo, en cuya cuaderno de objetivos para este año están redactados retos como el impulso de una conciliación corresponsable, un cambio de chip social, un mayor esfuerzo en favor de la visibilidad y divulgación de este tipo de políticas, esto es, “mucha más comunicación”, y una mentalidad que huya del cortoplacismo. “Estamos ante un cambio social y cultural que exige pausa y medida”, concluye la técnico. - A.G.