Hablar de empresas socialmente responsables tiene sentido cuando a la cabeza de la manifestación se sitúan ejemplos como el de Auara, una marca de agua mineral natural 100% social y 100% ecológica que en su particular hoja de ruta tiene marcado a fuego un compromiso ineludible: hacer posible que 700 millones de personas, esto es, una de cada diez en el mundo, puedan tener acceso a ese elemento capital para la subsistencia como es el agua potable. Con este ideal por bandera y la experiencia de quien se cita cara a cara con la miseria y la podredumbre en algunos de los rincones más depauperados de África, un arquitecto llamado Antonio Espinosa decidió hace cuatro años fundar una compañía de alto contenido social que además de ganar dinero tratara de ayudar a paliar la muerte de los casi mil niños menores de cinco años que cada día fallecen en África como consecuencia de las diarreas provocadas por las malas condiciones del agua, saneamiento e higiene.
Gracias a unas dosis ingentes de empeño, toneladas de ingenuidad y un tesón a prueba de bombas, el proyecto ha ido forjándose un nombre en el sector del agua, probablemente el más competitivo del mercado de consumo. En estos cuatro años, sus proyectos en forma de pozos de agua o sistemas para la recuperación de aguas torrenciales se extienden por buena parte de los países más pobres del continente africano, a Asia y Latinoamérica. En Perú, sin ir más lejos, acaban de concluir la construcción de un sistema que va a permitir recuperar y almacenar gran parte del agua procedente de la época de lluvias en una zona angosta de la selva amazónica para cuando vengan los meses de sequía, “que son realmente durísimos”, advierte al otro lado del teléfono Antonio Espinosa.
Como empresa social, Aura, que en amárico (idioma oficial en Etiopía) significa tormenta de arena, reinvierte el 100% de los dividendos que genera en proyectos e infraestructuras para ayudar a las personas sin acceso a este recurso. A día de hoy, abunda su fundador, ya han conseguido llevar más de 13 millones de litros de agua a través de 37 proyectos en 15 países del mundo, beneficiándose de esta iniciativa casi 25.000 personas. “Si todo transcurre como está previsto, confiamos en poder cerrar este año ayudando a unas 90.000 personas en todo el mundo, lo que representa una satisfacción personal inexplicable”, se felicita el empresario, que hoy expondrá su caso en Vitoria en el marco de la jornada Ekin Day, que pondrá fin a la XV edición del certamen Álava Emprende con un programa de ponencias y entrega de reconocimientos que dará comienzo a las 17.00 horas en el Palacio de Congresos Europa. En dicha jornada, el fundador de Auara compartirá escenario con Verónica Reyero, cofundadora de Antropología 2.0 y coordinadora de la Red de Antropología Aplicada de la Asociación Europea de Antropólogos Sociales, y el inversor privado alavés Eneko Knörr, fundador, entre otras muchas startup, de Hostalia o Ludei además de socio en otros tantos proyectos de ámbito tecnológico.
mensaje de concienciación Auara es una compañía que embotella su agua de Los Barrancos (León) en envases con un 100% de plástico reciclado y que ha asumido de forma deliberada un formato cuadrado que ocupa menos que el cilíndrico en el palé, lo que le permite ahorros de hasta un 20%, indica Espinosa con la satisfacción del deber cumplido y el debate ya superado del marketing social que envuelve a muchas empresas como la suya por pura conveniencia. “Está claro que somos una empresa y como tal debemos ganar dinero y está claro también que en un principio la sospecha sobre nuestros propósitos también era un hecho, pero lo que nos hace diferentes es que somos honrados y transparentes, que todo lo que hacemos está auditado y que todo lo que obtenemos tiene un fin social al 100%, algo que a las 14 personas que ahora mismo trabajamos aquí nos aporta una satisfacción tremenda”, reconoce con vehemencia este CEO y becario a partes iguales -al menos eso es lo que pone en su firma de correo electrónico-, que entre los mensajes que este miércoles lanzará al auditorio del Europa estará el mismo que en su día ayudó a encumbrar a Obama a la presidencia de los Estados Unidos con aquel manido Yes, we can. “Con el relato en primera persona de nuestra empresa y lo que pretendemos intentaré lanzar un mensaje de concienciación para demostrar que también se puede ayudar a cambiar el mundo desde el ámbito de las empresas, por muy pequeñas que éstas sean”, avanza el arquitecto haciendo suya una de las citas más reconocidas del escritor uruguayo Eduardo Galeano, aquella en la que advertía que “mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”.