vitoria - Recién cumplidos diez años de la quiebra de Lehman Brothers el pasado 15 de septiembre, el día que pasará a la historia por desencadenar una tormenta financiera global sin precedentes, llega el momento de echar la mirada atrás y analizar el nuevo escenario bancario en el Estado. Sin entrar en grandes detalles, llama la atención la fuerte reducción de entidades financieras en España, la práctica desaparición de las cajas de ahorros y, por supuesto, la multimillonaria factura del rescate del sistema por parte de Europa. Pero también es llamativo los escasos cambios que ha sufrido el sistema financiero en Euskadi. Más allá de la concentración de entidades, los agentes bancarios vascos siguen siendo básicamente los mismos.

La clave principal: una gestión y unas prácticas financieras alejadas de los desmanes en otras comunidades del Estado. A ello hay que sumar cuestiones ligadas a la estructura económica de la Comunidad Autónoma Vasca. La crisis hizo mucho daño en Euskadi, pero no se alcanzaron los niveles de destrucción de empleo del resto del Estado entre otras cuestiones porque el perfil industrial de la economía vasca impidió un desplome en cadena del tejido productivo.

Es ese el motivo por el que la banca vasca tiene los ratios de morosidad más bajos del Estado. Y porque en general los ciudadanos vascos piden menos créditos al consumo -se van de vacaciones solo si tienen el dinero para hacerlo- y además les cuesta más dejar de pagar un préstamo. Precisamente la tasa de mora es uno de los principales indicativos que vigila el Banco Central Europeo. Y en ese ámbito Kutxabank ha recibido recientemente un espaldarazo en un informe de la consultora bancaria internacional Álvarez&Marsal, que se anticipa a los próximos test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en sus siglas en inglés).

Según ese análisis, elaborado con datos del primer semestre, Kutxabank es la entidad financiera del Estado con mayor calidad de capital, un 15,6%. Está casi cinco puntos por encima del Banco Santander y el BBVA, los dos grandes bancos, y la media en el Estado ronda el 12%.

Laboral Kutxa no forma parte del grupo bancario que está bajo supervisión del BCE y la EBA, pero su tasa de morosidad es del 5%, muy similar al 4,5% de Kutxabank, y su capital de calidad roza el 18%. Si la cooperativa de crédito tuviera que enfrentarse al examen de Europa, la entidad de credito cooperativa pasaría con buena nota, al igual que el banco de las tres antiguas cajas de ahorro vascas.

líderes en solvencia Fuentes del sector financiero vasco consultadas aseguran que esa posición pone de relieve la salud de la banca que opera básicamente en Euskadi. Kutxabank ha sido la entidad del Estado más solvente en cada uno de los análisis publicados. BBVA, por su parte, siempre ha superado con holgura las exigencias del supervisor europeo. Mientras que Laboral Kutxa, que está bajo vigilancia del Banco de España, estaría a la cabeza en los test en el Estado.

La clave de esos resultados, que también son buenos para Bankoa -dentro del grupo Credit Agricole- y Banco Guipuzcoano -que es parte del Grupo Sabadell-, es el punto de partida. “Las entidades vascas ya estaban saneadas antes de la crisis, tenían el riesgo bajo control y unos niveles de endeudamiento menores que los de la banca que había entrado de lleno en el ladrillo”, subrayan las citadas fuentes financieras. Con todo, el sistema bancario vasco “no ha sido ajeno al fenómeno” de concentración bancaria. Se ha reducido el número de entidades con sede social en Euskadi, que ha pasado de tener en 2007 ocho entidades financieras (de las que tres eran cajas de ahorros, tres bancos y dos cooperativas de crédito), a las cuatro entidades entidades actuales.

Las cajas de ahorro se han convertido en fundaciones y propietarias de Kutxabank. Las dos cooperativas de crédito que había antes de la crisis, Ipar Kutxa y Caja Laboral, se han fusionado. Y Bankoa y BBVA son las otras dos entidades financieras que siguen pagando impuestos en Euskadi.

Esos movimientos no tienen nada que ver con el baile en el resto del Estado. Las cajas de ahorro se han diluido en grandes corporaciones bancarias, que también han absorbido en algunos casos bancos más pequeños. El resultado final es sólo quedan 122 entidades financieras frenta a las 193 que había en 2007. Y si se excluye a las cajas rurales -que aunque son independientes comparten servicios y trabajan de forma coordinada- de la ecuación, la masa bancaria se ha reducido casi a la mitad.