VITORIA - El hecho de que las pensiones se paguen a través de una caja única a nivel estatal hace que el reparto geográfico de los ingresos y gastos tenga una importancia relativa más allá del debate político sobre la viabilidad de un sistema propio en Euskadi. En ese sentido, la sociedad vasca no escapa del problema de financiación general que tienen las pensiones, un desequilibrio provocado sobre todo por el crecimiento de los gastos ante el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida. Los ingresos, si se deja de lado el efecto de la inflación, han evolucionado favorablemente en los últimos años. De hecho, Euskadi recauda más dinero a través de cotizaciones sociales que antes de la crisis a pesar de la pérdida de empleo. De media, cada trabajador vasco aporta ahora casi 800 euros más al año a la Seguridad Social que en 2008.

Dentro del delicado cuadro clínico en que está inmersa la caja que paga las pensiones en España, en 2017 no todo fueron malas noticias. Los ingresos vía cotizaciones crecieron con fuerza respecto al ejercicio anterior, más del 5%, un salto inédito desde antes de la crisis que supera el avance de la ocupación y del PIB. Un incremento que no sirve para parar el deterioro de las cuentas del sistema pero sí apunta en la buena dirección en lo que respecta a la situación del mercado de trabajo después de una fase de crecimiento del empleo precario que ha lastrado la capacidad recaudatoria.

Euskadi ha hecho su contribución también a este buen resultado. Los ingresos de la Seguridad Social en la CAV vía cotizaciones crecieron el año pasado el 3,6%, incluyendo las aportaciones de los desempleados con prestación contributiva, y un 4% si se tiene en cuenta solo el dinero procedente de los trabajadores.

La aportación de las personas ocupadas supone con diferencia la principal fuente de recursos del sistema, alcanzando el pasado año los 5.866 millones de euros en la CAV -las cotizaciones vascas en su conjunto fueron 6.165 millones-. Es la cifra más alta en los últimos diez años con un avance progresivo desde 2013 al calor del repunte de la afiliación de trabajadores.

En cambio, el total recaudado por el sistema en Euskadi ha tardado más en despegar ya que lo que ha entrado vía salarios se ha ido escapando ante el descenso del número de parados. Un punto de equilibrio que es la mejor prueba de cómo el empleo parcial y los bajos sueldos han sido un freno en la mejoría de los ingresos en los primeros años de recuperación. La tendencia se rompe en 2016 y, sobre todo, el pasado ejercicio, en el que la recaudación total al fin da un paso adelante.

La Seguridad Social recaudó el año pasado a través del empleo en Euskadi casi 500 millones más que en 2013, prácticamente la misma diferencia respecto al nivel de 2008 ya que, con ligeras variaciones, los ingresos se mantuvieron más o menos constantes en la primera parte de la crisis.

Tomando como referencia el volumen de empleo medio del año, en Euskadi había el pasado ejercicio 45.000 afiliados menos a la Seguridad Social que en 2008, lo que confirma que cada trabajador aporta bastante más que antes de la crisis. En concreto, por cada cotizante vasco con empleo entraron el año pasado al sistema 6.316 euros frente a los 5.542 de 2008, una diferencia de 774 euros.

Hay que remarcar que, salvo en el caso de los autónomos, cuya cotización corre exclusivamente a su cargo, la aportación en el caso de un asalariado corresponde en su mayor parte a la empresa. En números redondos el trabajador paga un 6% de la nómina a la Seguridad Social, mientras que casi el 30% de lo que le cuesta un empleado al empresario son cotizaciones sociales.

efecto de la inFLACIÓN El crecimiento de la recaudación, en todo caso, queda diluido si se pone en perspectiva con el incremento de los precios y la devaluación del valor real del dinero. Las subidas salariales pactadas en los convenios, que son en definitiva las que han sostenido los ingresos de la Seguridad Social, tienen como objetivo precisamente cubrir el encarecimiento de la vida y, de hecho, en la mayor parte de casos están vinculadas al IPC. En el lado de los gastos, las propias pensiones han tenido hasta la reforma del PP como referencia el aumento de los precios.

La inflación acumulada en Euskadi en los últimos diez años roza el 12%, muy similar a la del Estado. Es decir, para saber el valor real de la recaudación del sistema hay que incluir en la ecuación ese porcentaje. Dicho de otra forma, los 5.866 millones de euros que aportan los trabajadores vascos en 2017 equivalen, descontando lo que ha subido la vida desde 2008, a algo menos de 5.200 millones. Son 200 millones menos de lo que efectivamente se ingresó aquel año.

Haciendo la misma operación, cada trabajador vasco aportaría ahora poco más de 5.500 euros al año, prácticamente lo mismo que en 2008.

La Seguridad Social ingresa más que antes de la crisis, pero el repunte ni siquiera da para cubrir la evolución del IPC. Ni mucho menos alcanza para hacer frente al fuerte crecimiento de los gastos, lo que provoca un déficit cada vez mayor.