BILBAO - La negociación en torno al único salvavidas con el que cuenta en estos momentos La Naval dio ayer un nuevo giro. El consejo de administración de Van Oord, el armador que ha encargado el último barco de la cartera de pedidos, se reunió con la intención de analizar el preacuerdo con la banca para terminar la draga en Sestao. Sin embargo, hubo fumata negra. No se alcanzó un consenso y el armador se limitó a pedir “más tiempo” para madurar en su casa la propuesta y anunció su intención de reabrir el diálogo con las entidades bancarias.
Ese paso atrás complica aún más el sudoku en el que se ha convertido el proceso, que empezó hace casi ocho meses y que ha dado varios vuelcos casi de un día para otro. Cuando se alcanzó el preacuerdo la semana pasada, algunas entidades financieras advirtieron de que su aprobación en consejo podría no ser un mero trámite. Es una lectura que nace del clima de desconfianza que se ha generado durante la negociación. Tras medio año de tira y afloja, Van Oord rechazó en mayo la propuesta de refinanciación presentada por la banca. Canceló el contrato, reclamó los 42 millones de euros de los avales y se inició un nuevo diálogo sobre el precio del casco, que pasa a ser propiedad de los bancos tras la ejecución de los avales.
El preacuerdo gira en torno a una cifra presentada por el propio armador: 15 millones de euros. La Naval se comprometió a pagar otros 3 millones y hay otra cantidad, que no ha trascendido, que debía asumir también el astillero. De modo que los bancos pagaban con una mano 42 millones (los avales) y recibían en la otra cerca de 20 millones por el esqueleto del barco. El nudo parecía resuelto, pero los siete días que se ha tomado Van Oord para dar luz verde al preacuerdo han alimentado las sospechas. Al final se ha visto de nuevo la capacidad que tiene este asunto para evolucionar en la dirección contraria a lo esperado.
El recorrido de una nueva negociación parece limitado. A la espera de recibir la comunicación oficial -al cierre de esta edición no se habían producido contactos-, los seis bancos que forman parte del pool consideran que ya han perdido mucho dinero en la aventura y que poco más pueden hacer. Además, recelan de que el armador plantee limar una cifra que habían puesto sobre la mesa sus representantes. La nueva fase llega con incertidumbre.
Fue el lehendakari, Iñigo Urkullu, el que avanzó ayer a primera hora que la situación de La Naval es “muy complicada”. Lo hizo en el Parlamento en respuesta a una pregunta de Elkarrekin Podemos. Tras mostrarse “esperanzado” en que la draga se termine en el astillero vasco, Urkullu explicó, antes de que se conociera la ambigua decisión del armador, que el consejo de Van Oord estaba dividido.
Por ello, el Gobierno Vasco ha contactado con el consejo para transmitirle la “importancia económica y social” de que el barco se construya en La Naval. También le ha trasladado el “apoyo incondicional” del Ejecutivo a la operación. Terminar la Vox Alexia en Sestao garantizaría carga de trabajo para 20 meses y 1.500 trabajadores, incluida la industria auxiliar. No hacerlo situaría al astillero cerca de la liquidación.