- El máximo responsable de la Unión Sindical Obrera en la rama de Industria, Pedro Ayllón, en la foto superior a la izquierda junto al representante en Euskadi, Víctor Sánchez, es un trabajador proveniente de la planta de Nissan en Catalunya. Aunque en sus orígenes no militó en USO, el hecho de que haya podido ascender dentro de la organización ratifica que la apuesta del sindicato por captar o agrupar candidaturas independientes dándoles la posibilidad a sus representantes de acceder a los puestos más altos es una realidad. Desde su puesto al frente de la Federación de Industria analiza la situación del sindicalismo en el Estado español en vísperas del primero de mayo.

¿Qué papel ocupa USO en el ranking sindical español?

-Somos una organización pequeña, lejos de CCOO y UGT, aunque somos uno de los cuatro primeros sindicatos del Estado, con un 4,2% de representación. Nuestro mayor problema es que tenemos un peso poco homogéneo, con territorios donde contamos más del 10% -La Rioja, Cantabria o Baleares- y otros con escasa presencia. En USO estamos evolucionando al alza porque, entre otras cosas, con la crisis y, por ejemplo, en Cataluña, algunas candidaturas sindicales independientes nos ven como una alternativa al modelo de CCOO y UGT. En Euskadi, LSB-USO ha crecido más del 9% en representación en 2017. De hecho, los únicos sindicatos que han crecido en nuestro sector el pasado año en el País Vasco han sido ELA y LSB-USO .

¿La autonomía sindical sigue siendo base de la organización?

-Es el sello de identidad de USO y tiene más vigencia que nunca. De hecho, mucha gente que acude a nosotros, incluso escisiones de los sindicatos mayoritarios como Comisiones y UGT, lo hacen por nuestra independencia política y sindical. Hay colectivos de trabajadores que llegan a nuestro sindicato provenientes de otras organizaciones sindicales grandes por discrepancias con el aparato y su intento continuo de incidir en su posición en las empresas y en las fábricas incluso por encima de la postura expresada por los propios trabajadores de una factoría. Nosotros no tenemos una estructura para hacer eso y tampoco forma parte de nuestra cultura. Nuestro ADN se basa en la autonomía sindical e ir de abajo arriba desde las secciones sindicales a la cúpula confederal.

¿Qué gente se está sumando al paraguas confederal de USO?

-Candidaturas independientes y sindicatos pequeños que necesitan más cobertura institucional.

¿La crisis de Catalunya ha elevado la afiliación entre los que quieren limitarse a la acción sindical sin posicionamientos políticos?

-Sí, sin duda. Ahora está todo muy polarizado pero hay gente que no quiere estar en un bando y que apuesta por una organización confederal y se acerca a USO.

¿Es importante la autonomía financiera en un sindicato?

-Sí. El sindicalismo para poder desarrollar su trabajo tiene que tener autonomía política y financiera. Y tener recursos económicos propios son un elemento clave del sindicalismo para poder hacer su labor. La independencia financiera y disponer de una caja de resistencia son elementos imprescindibles. Algo que tiene claro ELA en Euskadi pero que a nivel confederal solo lo tenemos en USO. La caja de resistencia es una herramienta muy potente para la acción sindical. Más del 85% de nuestros presupuestos provienen de la cuota sindical de los afiliados.

El sindicalismo cotiza a la baja. ¿Por qué?

-El sindicalismo es más necesario que nunca en este mundo de la economía globalizada y digitalizada pero tenemos que hacer examen de conciencia y autocrítica. Se precisa credibilidad, acercarse a los jóvenes y a las fábricas. Y no hay que olvidar que la corrupción también ha existido y ha sido mortal. Si el que vende sentimientos, trabajo e ideales no tiene credibilidad es complicado. Los sindicatos necesitamos independencia política y financiera para poder hacer nuestro trabajo.

La juventud se aleja del movimiento sindical. ¿Qué les diría?

-Más allá de ideales a la gente joven hay que hacerles ver una dura realidad y es que con unas relaciones individualizadas, entre empresas y trabajadores, su capacidad negociadora es mínima por no decir nula y tienen todas las de perder. Y luego hay otro tema a considerar. Los sindicatos tienen-tenemos una maquinaria muy lenta, nos cuesta movernos y adaptarnos con rapidez a los tiempos. Y los grandes más porque tienen mucho aparato. Se han hecho cosas mal. Pero los sindicatos son necesarios son un contrapoder no hay otra herramienta.

¿La confrontación es su primer objetivo?

-No. Si hay que pelear se pelea pero entendemos que una empresa es un proyecto compartido entre todos porque si una compañía no funciona y no es competitiva no vamos a poder sacar mejores condiciones para los trabajadores. El movimiento obrero tiene que adaptarse a una realidad cambiante y no es lo mismo una pyme que una multinacional.

¿Qué piensa de la política industrial del Estado?

-Tenemos un problema. No existe una política industrial a nivel del Estado. Éste es un país, España, de improvisación total. Los gobiernos tendrían que anticiparse a las situaciones complicadas y plantear alternativas a futuro y no limitarse a gestionar las crisis cuando llegan.