bilbao - Más despacio de lo esperado, pero La Naval avanza y cubre etapas de cara a reanudar la actividad. Inmerso en un concurso muy complejo, el astillero ha aclarado en parte uno de los frentes que tiene abiertos al evitar perder el contrato para la construcción de un ferri de pasajeros que tiene opción a un segundo buque. Aunque estaba previsto que los trabajos se iniciaran a finales del año pasado, el proceso concursal obligó a aplazar el pedido y a iniciar una negociación con Balearia de cara a establecer nuevos plazos de entrega o cancelar la operación.

Se ha llegado a una solución intermedia. Técnicamente el contrato se congela a la espera de la evolución del concurso y de la llegada de nuevos inversores que permitan relanzar la actividad del astillero. Es el mal menor, porque no se ha roto nada y Balearia sigue confiando en la compañía vasca para la construcción del ferri. La compañía alicantina quiere no obstante aguardar acontecimientos para, en su caso, dar el paso definitivo y acomodar los ritmos de construcción a sus necesidades.

Y mientras el astillero vasco mantiene viva la posibilidad de materializar un contrato que le abre una interesante puerta: la de los barcos de pasajeros propulsados con gas. Más allá del contrato en sí o de la posibilidad de construir otro buque si el armador queda satisfecho, La Naval entraría de la mano de Balearia en un nuevo nicho mercado con mucho futuro por los ritmos de crecimiento del sector turístico español. Sería un paso muy importante en el camino hacia la diversificación de negocio, el gran reto que afrontará el astillero en el futuro tras el concurso de acreedores.

un activo de cara al futuro Además, llegar a ese momento con cargade trabajo sería el mejor punto de partida, al margen de ser un atractivo para la entrada de inversores. El círculo del contrato con Balearia alimenta al círculo de la viabilidad de la compañía y viceversa. Por ello, los responsables de la empresa valoran la importancia de haber mantenido viva la operación y tener cuando menos una opción sobre la que apoyar el nuevo proyecto.

Además, la buena noticia se produce en un momento delicado desde el punto de vista corporativo. El consejo de administración relevó la semana pasada al hasta entonces presidente, Javier Zabala, y puso en el cargo a Iñaki Irasuegi pero sin funciones ejecutivas, como presidente honorario.

Ese movimiento de sillas supuso el regreso de José Escribese a primera fila de la gestión con el puesto de director general, un cargo que desempeñó hasta diciembre de 2016. Fuentes sindicales consultadas por este diario consideran que los cambios suponen el “triunfo del bando de Escribese”, que, al parecer mantenía diferencias con Zabala.

Por encima de todos ellos seguirá el administrador concursal que asumió las riendas de la compañía a finales del año pasado y que continúa negociando con los bancos un acuerdo que permita entregar a Van Oord las dos dragas que están en estos momentos en proceso de construcción. La Naval ya ha cerrado un acuerdo con el armador holandés para que la que está más avanzada se termine en los astilleros cántabros de Astander y la segunda se finalice en Sestao. En ese caso se reanudaría la actividad en la ribera de la ría, lo que constituiría también un estímulo en la búsqueda de socios, y permitiría a su vez poner el fin al expediente de regulación de empleo que en estos momentos afecta a los 180 trabajadores de la compañía.

Los cincos bancos acreedores tienen que dar visto bueno al acuerdo con Van Oord y financiarlo. No se ha llegado todavía a ese punto, a pesar de que la administración concursal quería hacerlo antes de fin de año. Se trata de una de las cuestiones que están alargando el proceso más de lo previsto y que ponen de manifiesto la complejidad del concurso de acreedores.

Los bancos solicitaron a finales del año pasado documentación financiera adicional a la administración concursal, que les remitió la información casi inmediatamente. En el astillero confiaban en reunirse con el pool bancario a la vuelta de la Navidad, pero diferentes problemas de agenda han impedido que se concrete una fecha para el encuentro e incluso se ha llegado a desconvocar a última hora alguna cita.

Con todo, ese proceso también continúa. Auditores de los cinco bancos han iniciado esta semana el análisis de las cuentas del astillero como paso previo para cerrar un acuerdo de refinanciación de las dos dragas. Cuando se despeje ese frente, que se ve con “optimismo” en La Naval, la administración judicial podrá centrarse en el concurso de acreedores y abrir la ventanilla para recibir ofertas de inversores. Y después la dirección tendrá que volver a sentarse con Balearia para sacar del congelador el proyecto estratégico del ferri.

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millones es el importe del contrato cerrado en enero de 2016 por La Naval y Balearia. El pedido, un ferri para 1.600 pasajeros, contempla la opción de construir un segundo buque gemelo. La idea inicial era que empezará a navegar en las líneas de Baleares en 2019.Un nuevo mercado. El contrato supondría la entrada del astillero vizcaino en el mercado de los barcos de pasajeros. Además abriría otro horizonte porque estaba previsto que los tres motores del buque pudieran ser alimentados con gas o combustible líquido. Era el primer ferri de pasaje del Mediterráneo propulsado por gas licuado.