en este recién estrenado año, el euro está llamado a ser quien ponga seriedad en un escenario europeo dominado por la posverdad, un término definido como “la distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales” (Diccionario de la RAE). Semejante definición abre la puerta a interpretaciones diversas que caminarán en el devenir económico en un sentido y el contrario. Todo dependerá del uso que se puede darse de la realidad objetiva del euro o de su versión distorsionada.

De momento, el dato relevante señala que la moneda de uso común en la eurozona ha recuperado su dinámica alcista. El euro ha vuelto esta semana con fuerza y supera un cambio de 1,20 dólares movido por tres factores: el rumor de que china puede reducir su exposición a la deuda de Estados Unidos; el final de los estímulos monetarios del Banco Central Europeo (BCE) y el preacuerdo entre Angela Merkel y Martin Schulz para la gobernabilidad de Alemania. Y, rodeando al euro, la inflación, el déficit público, el petróleo, el precio del dinero y el euríbor son otros protagonistas para un año en el que está previsto que el BCE normalice su política monetaria.

Resumiendo, muchas aristas e incertidumbres en el escenario económico europeo. Por tanto, en Euskadi, como parte de la Unión Europea (UE), nadie puede sustraerse a las consecuencias del flujo y reflujo que viviremos en los próximos meses, así como a sus causas, sean internas o externas. En este sentido, debemos saber distinguir entre la realidad de una economía globalizada y el discurso distorsionado de la posverdad revestido de retórica patriótica o palabrería electoralista. Después de todo, 2018 está presentando sus credenciales para ser un ejercicio complejo y peligroso, pese a no tener citas con las urnas en su calendario.

Hasta la fecha, el BCE ha mantenido una serie de estímulos para la economía que ahora tocan a su fin. La expresión “normalizar la política monetaria”, señalada en las actas del BCE del pasado mes de diciembre, es bien elocuente y sus dirigentes aconsejan preparar el mercado de cara a la retirada de su programa de compra de deuda que, en estos primeros meses, se reducirán a la mitad. Mientras tanto, los tipos de interés, que se han mantenido en tasas cercanas al cero para garantizar y favorecer las condiciones financieras, pueden experimentar una subida a finales de año repercutiendo directamente en el euríbor y en las hipotecas de renta variable.

Quizás por ello debiera ponerse en valor noticias como las conocidas esta semana en las que Euskadi adquiere protagonismo en el escenario europeo. Es el caso de la Plataforma de Especialización Inteligente en Energía, a la que ha sido invitada Euskadi para participar en unas jornadas organizadas por la UE en el ámbito de la energía. También es destacable como el programa Smart, promovido por la iniciativa intergubernamental Eureka, tendrá su sede en Donostia, concretamente en las oficinas de la AFM.

Ambos eventos ponen de manifiesto la fortaleza tecnológica de la industria vasca. Es cierto que quedan muchos flecos en la pretendida recuperación económica. Flecos como la precariedad laboral o la pérdida de poder adquisitivo, pero los agentes económicos (Gobierno, sindicatos y empresarios) debieran unir fuerzas en aquellos aspectos que pueden ser beneficiosos en el medio y largo plazo. Euskadi ha sido reconocida desde hace décadas como una región europea industrial. Ahora, los mercados exigen formar parte de la vanguardia tecnológica para salir sin daño de un año en el que el euro seguirá volando en la zona alta y generando muchos problemas a los menos preparados.