bilbao - Los tres acusados del caso Cabieces defendieron ayer durante su declaración en el juicio que el exdelegado del Gobierno español en Euskadi cobró por los trabajos realizados para Kutxabank. Con matices e incluso contradiciendo las versión de los otros imputados, Mario Fernández, Rafael Alcorta y el propio Mikel Cabieces aseguraron que la relación laboral era real y que se produjo una compensación a través de un salario.
No coincidieron sin embargo en cuestiones como el motivo por el que Cabieces entró en el despacho laboralista para atender las necesidades del banco. Mario Fernández insistió en que “altas personalidades” de dos partidos -al parecer del PP y el PSE- le pidieron que buscará una salida profesional al exdelegado del Gobierno de Rodríguez Zapatero y él se comprometió a encontrarle un puesto de trabajo. Reforzando esa línea argumental, el abogado que le abrió las puertas de su bufete, Rafael Alcorta, aseguró que fue el director de Recursos Humanos de Kutxabank el que le “impuso” a Cabieces como colaborador.
En cambio, Cabieces dijo que desconocía que el banco pagaba su remuneración y que había sido Fernández quien había solicitado su contratación. Según su versión fue el propio Alcorta el que lo llamó para que colaborara en los asuntos relacionados con Kutxabank.
una “salida” para cabieces También declararon en la jornada de ayer el exdirector general del banco, Ignacio Sánchez Asiain, y su director de Recursos Humanos, Fernando López de Eguilaz,
La primera sesión del juicio se inicio con la que era tal vez la declaración más esperada, la de Mario Fernández. El expresidente de Kutxabank se reafirmó en el cariz político de la contratación de Cabieces y aseguró que era “habitual” que se les “buscara una salida” a los políticos que habían estado en la “primera línea de la lucha antiterrorista” en Euskadi. “Me pareció una petición razonable, con el matiz de que yo me comprometí a buscar un puesto de trabajo, no un puesto para cobrar”, añadió Fernández. Por ello, encargó al responsable de Recursos Humanos del banco que analizara las posibilidades con tres condiciones, que no fuera contratado directamente por Kutxabank, que fuera una relación temporal y que Cabieces tuviera una fase de reciclaje para adaptarse al puesto de trabajo tras dos décadas alejado del derecho laboral.
Según el relato de los hechos de Fernández, López de Eguilaz fue quien propuso el despacho de Alcorta para la colocación, porque la fusión de las tres antiguas cajas vascas iba a incrementar la carga de trabajo del bufeta, y fue el encargado de realizar toda la gestión. De este modo, el exbanquero aseguró que solo participó en “la fase 1”, encontrar la colocación, y no volvió a intervenir en el tema hasta que se decidió que finalizara la colaboración y firmó la liquidación.
El finiquito del contrato es otro de los aspectos controvertidos de la relación laboral de Cabieces con Kutxabank a través del despacho de Alcorta y Asociados. Mikel Cabieces recibió los 23.000 euros de una factura del bufete girada por ganar ante el Supremo un batalla judicial a los sindicatos de Cajasur. Aunque Fernández aseguró que pidió que la liquidación “respondiera a servicios prestados”, la participación del ex delegado del Gobierno en ese proceso está en entredicho y Rafael Alcorta dijo durante su declaración que ese dinero se “lo quitaron” a él.
Las acusaciones estiman en cambio que la factura no es real y que esos servicios están ya incluidos en otros cobros realizados por el despacho laboralista al banco. La línea de defensa de Alcorta se centró en trasladar al tribunal que Cabieces realizó una “labor imprescindible” para sacar adelante el “boom de carga de trabajo” generado por Kutxabank durante los tres años posteriores a la fusión.
Aún reconociendo que fue un “sujeto pasivo de una decisión de terceros” y que en un principio tuvieron un encontronazo porque Cabices no sabía cuál “era su lugar” y se comportaba “más como un socio que como un colaborador”, Alcorta detalló algunas de las tareas que realizaba el ex delegado de Gobierno para preparar los juicios del banco.
Toda la colaboración se ajustó a los estándares de la profesión e incluso los 5.738 euros que cobraba cada mes Cabieces respondían a las cifras que se manejan en el sector. La única nota discordante fue, explicó Alcorta, la fórmula escogida para el finiquito: “Era un trabajo excelente que esperaba cobrar y que al final se destinó a la liquidación de Mikel [Cabieces]. La liquidación se la pagué yo, me la quitaron a mí. El que perdió fui yo, el banco ni ganó ni perdió”.
Por su parte, Cabieces aseguró que “nunca” en su vida ha cobrado sin trabajar y que no percibió un sueldo de Kutxabank como compensación por abandonar la delegación del Gobierno en Euskadi, sino que cobró por su actividad en la asesoría. Así, negó que pidiera a ningún partido político un empleo y que su intención personal era volver a trabajar como abogado laboralista tras haber abandonado la primera línea de la actividad política. Cabieces afirmó que estaba capacitado para esa labor de asesoría, aunque ha reconocido que desde 1990 no había vestido la toga.