Bilbao - Queda mucha distancia por remar antes de que haya acuerdo, pero la negociación entre Euskadi y España en torno al Cupo arrancó ayer con buen pie. La delegación vasca, compuesta por técnicos del Gobierno Vasco y las diputaciones forales, salió con una sensación “relativamente positiva” de la primera reunión con el equipo del Ministerio de Hacienda.

Una valoración que tiene más importancia de lo que parece dentro de un enfrentamiento que se remonta a 2007 y que ha pasado por fases de alta tensión y bloqueo incluso cuando los socialistas gobernaban tanto en Gasteiz como en Madrid. En ese contexto, el deshielo del proceso en diciembre tras una reunión entre el ministro y el consejero de Hacienda ya fue considerado un éxito por la parte vasca. El clima que se encontraron ayer los enviados de las administraciones de Euskadi refuerza la sensación de que hay margen para encontrar una solución.

No hubo en el primer encuentro un cruce de propuestas que llevarse a casa de cara a su análisis. Ambas partes expusieron sus puntos de vista sobre las aportaciones que debe realizar cada año Euskadi al Estado para atender los gastos comunes. Básicamente se reafirmaron las diferencias sin exponer demasiado las posturas de cara a la negociación.

“imprimir ritmo” a la negociación Además, se comprometieron a cuadrar agendas para una nueva reunión a finales de febrero o principios de marzo. En esa cita, previsiblemente, ya se pondrán sobre la mesa números más concretos y habrá una base para iniciar e “imprimir ritmo a la negociación”.

Esa es la lectura que realizó el Gobierno Vasco, que considera que ambos lados de la mesa mostraron ayer “su voluntad de seguir avanzando”. La incógnita es hasta dónde se podrá llegar y Euskadi guarda con celo sus cartas para que el proceso fluya lo más lejos posible.

Por ello, no hay una cifra oficial sobre la diferencia entre las posiciones de ambas administraciones, que ronda en estos momentos los 1.600 millones. Euskadi considera que está pagando a España más de lo que debería en función de su peso en el PIB estatal. De modo que ingresa menos de lo que el exige Madrid. Sin embargo, el Gobierno español descuenta la diferencia cuando le toca compensar a la CAV por los ajustes del IVA o por otros impuestos no concertados, los que no diseñan y aprueban las diputaciones forales.

La bola de los descuentos ha crecido sin cesar desde 2007 y se han quedado sin renovar dos leyes quinquenales del Cupo. Esa será la primera tarea que se acometerá en la negociación, la que puede ser considerada más sencilla, porque se trata de ejercicios ya cerrados. Otra cosa será el Cupo del quinquenio 2017-2021 debido a que condicionará los presupuestos venideros.

No hay plazos para resolver el nudo. Sin embargo, a pesar de que el Gobierno Vasco insiste en separar los temas, hay una circunstancia que puede ser clave: el PP necesita apoyos para aprobar sus Presupuestos y, mientras no los tenga, tendrá una mayor inclinación a moverse de sus posiciones de partida.

Esas urgencias coinciden además con la llegada al Departamento de Hacienda de Pedro Azpiazu, quien, tras su paso por el Congreso de los Diputados, reconoce tener una buena relación con el Ministro Cristóbal Montoro. Ambos se comprometieron en diciembre a relanzar la negociación y a formar grupos de trabajo para abordarla. Dos meses después la temperatura de la relación de ambos departamentos parece haber cambiado de la noche al día.

¿Será suficiente para calentar y forjar un nuevo acuerdo? En principio, ya ha roto el hielo en el que estaban atrapadas las posiciones. También hubo reuniones durante la pasada legislatura, pero la delegación vasca siempre volvía con la sensación de que nada cambiaba. La situación, pese a la cautela de la valoración “relativamente positiva” realizada por el Gobierno Vasco, parece ahora bien distinta.