El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea tiene afecciones y simbolismos que van mucho más allá de un mero acuerdo comercial y que implican a numerosas áreas.

Tribunales Privados La intervención en las disputas para defender al inversor de un tribunal de arbitraje privado o ISDS (Investor State Dispute Settlemen) es una de las bestias negras del acuerdo para los detractores. Serían tribunales ad hoc privados que darían pie a las multinacionales a demandar a los estados incluso por pérdidas futuras por expropiaciones indirectas. Bruselas señala que se trabaja para fijar garantías que eviten que la soberanía popular quede cuestionada de extenderse las demandas a órganos ajenos a la justicia ordinaria.

Contratos Públicos El Tratado permitiría a empresas de ambos bloques a optar a licitaciones públicas tanto en Europa como en Estados Unidos. Curiosamente esto favorece a Europa porque los norteamericanos son más restrictivos. Los contrarios al acuerdo señalan que las multinacionales desplazarán a las pequeñas compañías locales.

Seguridad Alimentaria La Unión Europea afirma que no se rebajarán los estándares comunitarios, más altos que los norteamericanos. Pero la realidad es que no se ve cómo la poderosa industria USA de productos transgénicos modificados genéticamente (maíz principalmente), al igual que sus productores cárnicos que utilizan hormonas para el ganado, iban a renunciar al gran mercado europeo si se eliminan barreras administrativas. Europa prohibe unos 1.400 productos químicos y EEUU apenas una docena. Un tema clave es que en Europa se sigue el principio de precaución y en EEUU es al revés, todo se permite salvo que se demuestre que es nocivo.

Contratos Públicos El acuerdo permitiría a las empresas europeas crecer en el campo de las energías renovables en tierras norteamericanas pero Europa podría abastecerse de gas estadounidense. EEUU es el principal productor de gas extraído mediante fracking, técnica que los detractores temen que se extienda a Europa.

Derechos laborales Armonizar dos modelos laborales tan distintos no sería fácil. La UE ha prometido que no se rebajarán los estándares laborales pero, por ejemplo, sería posible realizar obras en Europa por empresas norteamericanas con leyes laborales estadounidenses lo que podría desplazar a las europeas con costes mayores porque España ha ratificado 133 convenios de la OIT y EEUU solo 14. Pero además, el país de Obama limita la negociación colectiva y el derecho a la huelga de los trabajadores.