imagino que más de un lector calificará de histórica la visita de los Rolling Stones a la Habana. Incluso pensará que es síntoma del final de una época oscura para los cubanos y de su apertura hacia la libertad y democracia. No seré yo quien entre a discutir o desacreditar semejantes argumentos. Cada uno somos dueños de nuestras ideas y tomamos nuestras decisiones, todas ellas respetables en tanto no atenten contra la libertad y las ideas del resto de mortales. Ahora bien, me pregunto por el significado real de una semana que los cubanos comenzaron con Obama y la han terminado con sus Satánicas Majestades.
No voy a poner en tela de juicio musical a Mick Jagger y compañía. Nada más lejos de mi aspiración, ésta se centra en aclarar las dudas y temores que me asaltan respecto a los verdaderos objetivos que han rodeado el concierto gratuito del pasado viernes en la capital cubana. En mi opinión, la presencia de la banda de rock más longeva y prestigiosa del mundo encarna la inoculación del neoliberalismo en un país que ha vivido un embargo comercial durante 56 años (dos más que la presencia de los Rolling en los escenarios, ya que debutaron en julio de 1962) y que ahora parece caminar hacia una apertura de libertad y democracia.
Pues bien, en este contexto esperanzador, los tentáculos del neoliberalismo se han puesto en marcha de forma inmediata ofreciendo con carácter gratuito un concierto que, según estimaciones de los expertos, ha podido costar unos 7 millones de euros. Cantidad que no ha salido de las exiguas arcas públicas cubanas, ni de un repentino sentimiento filantrópico de la banda en cuestión. No, según parece, el dinero lo ha puesto la Fundashon Bon Intenshon una organización benéfica dirigida por Gregory Elias, quien también preside United Trust, una asesoría fiscal. Ambas organizaciones tienen su sede en el paraíso fiscal de la isla de Curazao, parte de las antiguas Antillas Holandesas.
Con estos precedentes, mantengo la pregunta: ¿qué significa empezar la semana con Obama y terminarla con los Rolling Stones?
Habrá que añadir que una de las mayores preocupaciones de United Trust es el sector de la navegación de lujo, según se desprende de su pretensión de “unir el sector de superyates para crear una situación con mayor igualdad de oportunidades”, que es, sin duda alguna, el mayor desvelo en países donde los niños mueres de hambre o trabajan como esclavos, donde hay millones de parados o desahuciados o, naturalmente, entre los cubanos residentes en la isla que esperan ver cómo se levanta el embargo.
Claro que, Cuba es, en potencia, una nueva isla del tesoro para los inversores porque su costa se puede convertir en punto de atraque para cruceros y superyates. Baste decir que se ha proyectado en el complejo Punta Colorada dos puertos deportivos para amarre de 1.400 yates que no serán, precisamente pequeños ni sencillos.
Creo que el concierto gratuito toma nuevos y peligrosos derroteros. No se trata de obsequiar al pueblo cubano con la mítica (I Can’t Get No) Satisfaction, después de que Mick Jagger preguntara a los cubanos “¿estáis listos?”. Se trata de que estén listos para que el título de la citada canción, traducida al castellano “(No puedo obtener) Satisfacción” se transforme en Puedo obtener satisfacción en el consumismo de los mercados occidentales.
Cuba puede pasar del drama del embargo a las manos de los paraísos fiscales y la prestigiosa y admirada banda rockera ha sido el instrumento para que la posible y deseable apertura cubana a la libertad y la democracia se ponga al servicio de los mercados financieros occidentales, cuyo modelo neoliberal erosiona los valores democráticos como si fuera una gota malaya.