seguimos inmersos en el laberinto de la crisis económica y, todo parece señalar a cierta indiferencia e incapacidad ante un escenario alarmante en el que se abren nuevos frentes, algunos bajo derivadas geopolíticas, que no son, precisamente, los originados por la corrupción sistémica que ocupa en los últimos días los titulares mediáticos y enmascara con ello una desagradable realidad con dramáticas consecuencias, como los anunciados cierres de Candy en Bergara y General Cable en Vitoria-Gasteiz, conocidos esta pasada semana, que, si nadie lo remedia, dejará sin empleo a 290 personas.
Verán, la clase política está tan ensimismada en posicionarse con ventaja para las dos próximas citas electorales y en eludir sus responsabilidades éticas y morales que ignora el resto de problemas, estos sí, procedentes de la crisis económica que ha dejado un mercado deprimido por la pérdida de poder adquisitivo de las familias, razón por la que las empresas registran un descenso en producción ante la menor demanda de las distribuidoras. Para evitar un mayor deterioro de sus balances, unas y otras se han enfrascado en una guerra de precios que se materializa en devaluación salarial, cierre de plantas y escaso margen comercial, proyectando muchas dudas sobre tres escenarios.
Ahora se pretende trasladar la fabricación de Bergara a una planta en China donde los salarios son más bajos y permitirá a la multinacional (que ya ha cerrado cuatro plantas en Reino Unido, tres en Italia y una de Portugal) mantener su cuota de mercado a precios más bajos, pero manteniendo inalterables sus beneficios. Y otro tanto cabe decir de General Cable en Vitoria que tiene su origen en la firma ECN, constituida en 1996.
Pese a este fuerte descenso las petroleras y las grandes distribuidoras de carburantes apenas han bajado sus precios de venta al público y, cuando lo hacen, se debe más a la influencia ejercida por las gasolineras low cost que se están adueñando de las carreteras vendiendo el litro de carburante con precios que ahora llegan a diferencias de hasta 20 o 30 céntimos por debajo de los más caros que ofrecen gasolineras de toda la vida.