Estela a seguir. La Caixa es la -hasta hace escasas fechas- caja de ahorros más representativa entre las saneadas del Estado. La mayor. La que más ha crecido en los últimos años. La que más dinero aporta a su obra social -500 millones de euros anuales-. Una de las primeras en traspasar su negocio a un banco -lo hizo en 2010- y en sacar parte de las acciones de ese banco -Caixabank- a Bolsa -el 1 de julio de 2011-. Es la primera entidad financiera que opera en España en número de oficinas y clientes, a través de Caixabank, superando a bancos multinancionales. Una referencia para muchas entidades estatales, no solo cajas.

Empero, La Caixa ya no es una caja de ahorros o ya ha iniciado el paso para dejar de serlo. El pasado mes, el día 22 de mayo concretamente, la asamblea de la entidad aprobó su transformación en fundación bancaria, la fundación Caixa d'Estalvis i Pensions de Barcelona -que nacerá en cuanto se oficialice su registro-. Se ha convertido así en la primera entidad de este tipo en cumplir las exigencias legales y proceder a la conversión, tal y como establece la ley de cajas de ahorros y fundaciones bancarias aprobada el 27 de diciembre. La que llegó para acabar definitivamente con el modelo de cajas de ahorros en España tras el rescate financiero de junio de 2012. La que se aprobó para dar cumplimiento a las condiciones de ese rescate, el conocido como Memorando de Entendimiento (MoU). La que solo dejará dos cajas de ahorros en el panorama español, las de Ontinyent y Pollença, que apenas se anotan el 0,1% del negocio. Estas dos sobrevivirán por su reducido tamaño y con unas limitaciones de acción inviables para cajas notablemente más grandes, como las vascas.

El paso de la conversión en fundación es inevitable para el resto de cajas que aún perviven -porque así lo marca la ley-. La troika pidió el paso, plasmado en la norma, como garantía de que ante un posible futuro nuevo rescate para la banca no pasará lo mismo que en 2012. Es decir, que ante esas hipotéticas pérdidas que pudieran darse no las pagarán los ciudadanos sino sus accionistas -privados-.

Las cajas tienen fecha de vencimiento, el 28 de diciembre de este año. El plazo dado fue y sigue siendo, de un año -pese a que la troika ha pedido celeridad a las entidades-. Sin duda, que La Caixa haya sido la primera en hacerlo supone que el resto tiene una referencia, un espejo al que mirarse, aunque luego cada entidad decidirá si emprende o no el mismo camino guiado por la entidad catalana o abre una nueva vía.

Fundación La Caixa La ley establece que las fundaciones bancarias podrán ostentar las acciones de los bancos que crearon como cajas y que su única función será la de gestionar la obra social. Aunque la fundación bancaria La Caixa ha dado un paso más. La entidad catalana decidió no gestionar directamente su participación en Caixabank, el banco que creó en 2010. Posee el 60,5% de las acciones del banco -según la propia La Caixa-, pero lo hace a través de una tercera empresa, Criteria CaixaHolding. Antes de su transformación en fundación bancaria, La Caixa tenía directamente las acciones del banco en su cartera y poseía a su vez la firma Criteria, donde había depositado buena parte de su cartera industrial, excepto las acciones de Repsol y Telefónica, incluidas en Caixabank a propósito.

Pero ahora la organización interna del grupo es diferente. La fundación posee el 100% de las acciones de Criteria. Con el dividendo o beneficio que reciba de ésta dotará su obra social, además de los fondos propios que decida usar en cada momento. Una dotación que lleva siete años anclada en la cantidad de 500 millones de euros anuales, pese a que los ingresos financieros han sufrido altibajos en ese tiempo. La Caixa se nutría hasta ahora de dos fuentes: los dividendos de Caixabank y los de Criteria, además de los recursos propios.

Ahora la única fuente será la que aporte Criteria, que a su vez tendrá dos principales grifos para generar ingresos a la fundación: los beneficios del banco, Caixabank, y la rentabilidad que aporte la cartera de participadas, es decir, el lucro obtenido de las acciones que La Caixa tiene en multitud de empresas, de muy diferentes tamaños.

Algo similar propuso hace escasas fechas Mario Fernández, presidente de Kutxabank, para las cajas vascas. Crear una segunda compañía al margen de Kutxabank en la que volcar todas sus participadas. Esa Newco sería, según la propuesta de Fernández propiedad exclusiva de las futuras fundaciones. Esa cartera está valorada en unos 3.100 millones de euros. Supone cerca del 70% de los fondos propios de Kutxabank y su gestión es importante teniendo en cuenta que las normas bancarias castigan a las entidades con una fuerte cartera industrial.

"La reorganización nos permite garantizar y reforzar nuestra actuación en todos los ámbitos: el financiero, el empresarial y el social; fortalecer la unidad del grupo y obtener una mayor especialización y eficiencia", explicó Isidre Fainé, presidente del grupo La Caixa, durante la asamblea que ratificó la conversión de la entidad. Sin oposición. En ella añadió que "la historia de esta institución es una historia de anticipación y de adaptación a cambios en el entorno regulatorio". La Caixa toma ventaja y las siguientes cajas en dar el paso serán BBK y Vital, que ya tienen fecha para sus respectivas asambleas que aprobarán la transformación -en base al acuerdo político y las mayorías de ambas esa aprobación se da por hecha-.

El patronato de la fundación La Caixa estará integrado por quince miembros, al igual que los propuestos en las cajas vascas. Destacan el presidente de Telefónica, César Alierta; el magnate Carlos Slim; el presidente de Abertis; Salvador Alemany; y el exsecretario general de la Otan y responsable de exteriores de la UE, Javier Solana. Además de Isidre Fainé, hasta ahora presidente de Caixabank y la caja de ahorros y que ocupará la presidencia de la nueva fundación en cuanto se oficialice su registro como tal.

Los patronos de La Caixa se dividen en cuatro grupos. Un patrono representará a las entidades históricas que fundaron la caja; el segundo grupo lo integrarán dos miembros de entidades sociales; el tercero tendrá tres miembros y corresponde a personas independientes de reconocido prestigio; y el cuarto grupo lo componen nueve personas con conocimientos y experiencia específicos en materia financiera.