Madrid. Habrá sido el fátum de los clásicos el que tenía preparado para los amantes de la fotografía la paradoja de que casi el mismo día que se ha recordado el 188 aniversario de la aparición de la primera foto, haya desaparecido la empresa que cambió por completo el mundo fotográfico: Kodak ha muerto. Como si se hubiera velado una película y se perdieran todas las imágenes, algo que siempre produce tristeza, se ha quedado el universo de la foto con la desaparición de Kodak.
Es verdad que la empresa ha superado la suspensión de pagos, pero ya no volverá a dedicarse a la fabricación de productos fotográficos para el consumo, sino a la impresión comercial. Para muchos esta marca está vinculada a sus primeras fotos, a su adolescencia y juventud, los primeros revelados con sus emociones inherentes; cierta emoción por ver los primeros resultados, todo un mundo de recuerdos.
Sin embargo, el mundo empresarial, no solo el de la foto, se conmovió cuando el 19 de enero del pasado año la firma de Rochester (Nueva York), fundada por George Eastman, presentó suspensión de pagos con una deuda superior a los 6.000 millones de euros. Era el principio del fin de una empresa que hoy preside el español Antonio Pérez.
George Eastman
O el sueño americano
George Eastman fue un auténtico pionero, hijo de un inmigrante inglés que llegó a Salisbury (Massachussets), nació en Waterville (Nueva York) en 1854, y tras una niñez de pobreza, abandonó la escuela para trabajar desde los 14 años de mensajero y limpiador por un sueldo ínfimo que le permitió, sin embargo, ahorrar algunos dólares para dedicarlos a sus inventos.
El propio nombre de la empresa, a la que se llamó el gigante amarillo, fue un invento, ya que Kodak fue inscrita con tal denominación en 1888 por dos motivos: uno que tenía dos veces la letra k, la preferida de Eastman, y el otro porque además es fácil de pronunciar en cualquier idioma.
Pese a lo que se pueda creer, los problemas de Kodak no están en no haber estado a la altura de los tiempos digitales, pues la firma es la inventora de la cámara digital (1975), sino en que no ha rentabilizado muchos de los negocios en los que estaba embarcada.
El gran mérito de esta empresa es haber popularizado la fotografía, con su lema "apriete el botón y nosotros hacemos el resto". Y, en efecto, el usuario llevaba el rollo y el resto corría de la cuenta de Kodak, un cambio revolucionario en los hábitos de revelado que hasta ese momento imperaban. Fabricante de material sensible, de cámaras de todo tipo, creadora de formatos como el 620 milímetros y los chasis de 126 y 110 milímetros, Kodak se extendió a lo largo de todo el mundo.
España no fue ajena a la presencia de la empresa estadounidense y en el Estado se fabricó una de las cámaras más exitosa: la instamatic, tan sencilla de usar que no requería prácticamente conocimientos sobre fotografía. Los vendedores, durante muchos años, ni siquiera preguntaban a los usuarios qué película querían y directamente le ponían en las manos una caja amarilla en cualquiera de esos formatos.
Hoy las películas de Kodak ya empiezan a ser difíciles de encontrar, especialmente algunas emulsiones, y su precio en los mercados fotográficos están subiendo de forma considerable. Kodak espera salir oficialmente de la suspensión de pagos el próximo 3 de septiembre, con un recorte muy importante en su plantilla que quedará en unos 8.500 empleados, la mitad de los 17.000 con los que contaba cuando decidió acogerse al Capítulo 11 de la Ley de Bancarrotas de Estados Unidos.