madrid. Oficialmente y desde ayer España ya es el cuarto país de la eurozona en ser rescatado al cumplimentar por carta la solicitud. Y sin embargo esto es sólo un trámite ya que el Ejecutivo español no ha especificado la cantidad solicitada para respaldar al sector bancario. Esta circunstancia tiene una fácil explicación: mientras no se fije una cantidad, no se fijarán las condiciones y mientras éstas no estén fijadas, hay tiempo para forzar la máquina y buscar que el debate abierto en Europa para posibilitar el rescate directo de la banca llegue a buen puerto. De ser así, lo que pida España no computará como deuda y, por tanto, no implicará aumentar el déficit público. El ministro de Economía, Luis de Guindos, formalizó el trámite enviando al presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Junker, la carta en la que solicita en nombre del Gobierno asistencia financiera para las entidades con necesidades de capital. Juncker dio acuse de recibo del documento, al que seguirá una "respuesta formal a las autoridades españolas en su debido momento", indicó el también primer ministro luxemburgués. A partir de ahora la siguiente fecha clave es el 9 de julio, día en que está convocada la próxima cumbre del Gobierno en la que, en teoría, España deberá desvelar la cifra que pide y negociar con sus socios las condiciones de la ayuda. El Gobierno baraja que el interés no pase del 4% y que el plazo para devolver el dinero se extienda, como mínimo, durante 15 años. De todas maneras y si el gabinete de Rajoy continúa con su actual estrategia (ganar tiempo a riesgo de perder credibilidad de cara a los mercados), podría dilatar hasta septiembre la obligación de fijar la cifra que va a solicitar amparándose en los nuevos test de estrés a los que se va a someter al sector. En la cumbre del G20 de la semana pasada, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ya hilvanó cual es su estrategia: recibir los fondos del FEEF (fondo actual de rescate), del MEDE (el que se pone en marcha en julio), "o de un fondo distinto".