vitoria. La unión monetaria europea sigue luchando contra la crisis que le asola. Ayer, el Banco Central Europeo quiso poner un cortafuego comprando deuda, principalmente italiana. El esfuerzo, realizado con anterioridad también, se vio recompensado, pero a medias. Si la prima de riesgo ofrecida a los inversores por los bonos españoles e italianos a diez años respecto a los alemanes se relajaba tras los máximos alcanzados en la apertura de los mercados, las bolsas cayeron, o al menos, no todas se recuperaron. El Ibex 35 se dejó un 0,36%, hasta los 8.310 puntos. La falta de confianza sigue imperando en los mercados.
Los rumores de compra de deuda italiana fueron ayer suficiente para que la prima de riesgo del país trasalpino haya contenido la hemorragia desatada el miércoles, hasta 514 puntos básicos desde los 551 de la víspera, concretamente. La Bolsa de Milán además, cerró al alza y su índice selectivo FTSE MIB ganó un 0,97% y se situó en 15.218,34 puntos. Sin embargo, el riesgo país de España continúa en 406 puntos básicos, tras la jornada de ayer, por lo que el impacto de la medida adoptada fue menor de lo que se ha producido otras veces.
Los efectos de esta incesante escala en el precio de la deuda tendrán su efecto, previsiblemente, a medio plazo, cuando los Estados tengan que hacer frente a sus pagos, a los intereses de sus emisiones. Y es que ayer, estas turbulencias tuvieron su efecto en la última emisión de deuda del Estado italiano. La rentabilidad de los bonos a un año emitidos por Italia ascendió al 6,087%, el tipo más alto desde 1997. La última vez que emitió este tipo de bonos tuvo que abonar un 3,57% de interés. El Estado italiano, eso sí, cumplió su objetivo de colocar 5.000 millones de euros. según algunos analistas, pese a la alta rentabilidad que tienen que ofrecer ahora a los inversores el hecho de que los tipos aumenten un punto no va a tener un impacto espectacular a corto plazo. Pero si supondrá problemas a medio plazo porque se complicarán las condiciones de financiación para el país.
Una Europa, no dos La Unión Europea ha descartado la posibilidad de crear una zona euro a dos velocidades, encabezada por un "núcleo duro" de países con mejor situación económica, y apuesta en su lugar por mantener su agenda de acelerar la integración económica. Tanto la Comisión como el Consejo de la Unión han rechazado que se pueda producir esta hipótesis, mientras que una destacada fuente comunitaria señaló a Efe que esa idea "no tiene ninguna posibilidad" de ser puesta en práctica.
Y es que la posibilidad se ha mencionado y filtrado de forma repetida y cada vez más intensa en los últimos días por parte de funcionarios y diplomáticos de Alemania y Francia. Pero ayer fue la canciller alemana, Angela Merkel, la que rechazó los rumores sobre una posible escisión de la eurozona. "Alemania solo tiene un objetivo, estabilizar la eurozona tal y como es ahora", dijo Merkel al ser preguntada sobre una eventual salida de Italia del área del euro, en vista del encarecimiento de los intereses.
Previamente, un portavoz del Ministerio germano de Finanzas ya había rechazado las publicaciones de prensa que apuntaban a la posible construcción de una eurozona reducida, en torno a Alemania, Francia y los países del Benelux. El Ministerio, en un comunicado, recordó que el 26 de octubre los jefes de Estado y de Gobierno de la UE pidieron al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y al presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, que elaborasen un informe con un plan para el fortalecimiento de la eurozona, incluidas posibles modificaciones en los tratados. "Todos los rumores que vayan más allá, son falsos", añadió la nota. Por su parte, Durao Barroso hizo una defensa enérgica a favor de una zona euro unida en un discurso que pronunció en la noche del miércoles en Berlín, afirmando que "una unión dividida no funcionará". Barroso también anunció que la CE presentará a finales de este mes un paquete de nuevas propuestas para ahondar en la gobernanza económica de la UE y de la zona euro. Además, advirtió, basándose en estudios recientes, de que la ruptura de la zona euro supondría la pérdida de un 50% del PIB de sus miembros.