vitoria. A pocos kilómetros de la localidad burgalesa de Aranda de Duero, en el polígono industrial Prado Marina, junto a la transitada N-122 que lleva a Madrid, un pequeño grupo de industriales alaveses apuntala desde hace meses un coloso dedicado al acero en el que han invertido 61 millones de euros y con el que pretende convertirse en un referente internacional. El objetivo de este anónimo grupo de empresarios, aparentemente sencillo, no es otro que fabricar y suministrar de forma integral torres eólicas con el detalle de hacerlo a la carta, una baza con la que, entienden sus impulsores, es posible hacer negocio. Y en ésas andan ahora, felicitándose de que el proyecto marche razonablemente bien a pesar de la crisis. En 2010, sin ir más lejos, las ventas alcanzaron los 20 millones de euros y para el presente ejercicio se maneja una previsión de 55 millones (más del doble), una señal, se entiende, que traza el camino a seguir.
La génesis de Tecnoaranda se fraguó a finales de 2009, con una espectacular puesta en escena que no escamoteó en gastos para construir la planta con mayor capacidad de Europa. En sus 251.000 metros cuadrados (el equivalente a casi 36 campos de fútbol) se fabricarán las torres de un modo integral, es decir, en la misma nave y bajo el mismo techo. Una suerte de proceso just in time que permitirá la realización de todos los procesos de fabricación al mismo tiempo que la pieza avanza hacia la salida. Serán en total casi 600 metros de longitud de planta y dos líneas de calderería que permitirán "reducir los costes e incrementar su productividad al suministrar productos a medida y con menor tiempo de espera".
Quien garantiza esta filosofía es Juan Ignacio Bustinza, de momento la única cara visible de este reducido grupo inversor. Bajo su mando se esconde la dirección general de una sociedad que en este su primer año de producción en serie de torres eólicas prevé facturar 60 millones de euros y procesar 75.000 toneladas de bobinas y chapa gruesa. En el terreno laboral el proyecto acarrea ya casi 120 trabajadores y espera alcanzar los 300 cuando la planta alcance su madurez, allá por 2015.
empresario frustrado De gobernar con éxito esta travesía se encargára este industrial, hombre de acción y sobrada experiencia en el sector del acero que conoce al dedillo el terreno que pisa. No es extraño en este sentido que su actual jefe, un conocido industrial alavés vinculado al sector del tubo, le quitara de la cabeza la idea de convertirse en empresario cuando decidió poner fin a su etapa en el grupo valenciano Ros Casares después de doce años como director general. "Fui al Registro Mercantil a comprar una empresa porque quería ser empresario y acabé enrolado de nuevo en otra aventura empresarial... Ya ve, cosas que tiene este mundo", resume este bilbaíno con ironía desde su despacho en el edificio CEIA del Parque Tecnológico de Álava, sede de la compañía.
Aunque éste es su puesto oficial, la mayor parte del tiempo lo pasa Bustinza en la planta de Aranda de Duero. Ese gigante que, de camino a Madrid y viceversa, inevitablemente llama la atención por la singularidad de su fachada, convertida en un mosaico industrial "perfecto" para explicar "de un plumazo" la actividad de Tecnoaranda. "Así surgió la idea de los relieves en la fachada con los molinos de viento, los buques, los tanques de gas y petróleo, las instalaciones químicas, las infraestructuras... Todos los sectores donde tenemos algo que decir", explica Bustinza.
proceso integral En su interior, sin embargo, la actividad industrial no es tan artística. Definir esta compañía es hablar de maquinaria pesada, bobinas de acero tatuadas a tiza con su descomunal tonelaje y operarios adiestrados para manejar volúmenes que muchas veces triplican su tamaño. ¿Pero a qué se dedica realmente esta sociedad? Bustinza lo resume así: "En estos momentos vendemos chapa de acero, también fabricamos torres eólicas y además las transportamos a través de Tecnoaranda Logística; y en breve lanzaremos una cuarta línea de Montaje y Mantenimiento que hemos bautizado como 2M".
De tan simple parece imposible asumir que un negocio similar no exista ya en el sector. Sin embargo, "la innovación suele tener estas cosas", reconoce Bustinza con cierta picardía. Y por ahí, por esa filosofía de "reinventarse o morir", llegó la solución, el gap, que dicen los expertos, "una oportunidad de negocio" en el mercado nacional para fabricar productos a medida en sectores como el de las torres eólicas, el naval, los tanques de almacenamiento de gas y petróleo destinados a una industria química y las grandes infraestructuras.
"No hace mucho que en España se consumían 1,5 millónes de toneladas de chapa gruesa al año y sólo se producían 350.000 toneladas, un diferencial enorme que provocaba un mercado desatendido y que merecía cuando menos una reflexión importante", recuerda hoy el director general. De la mano de una firma vasca ideó una máquina única en Europa que amplía de manera considerable el catálogo de productos de la firma, un diferencial estratégico para ganar cuota de mercado. En estos momentos, Tecnoaranda es capaz de ofrecer productos de chapa a partir de bobina de entre 5 y 25 milímetros de espesor, cuando lo normal es que el diámetro estándar se estanque en los 20 milímetros. En términos productivos, el rendimiento de la planta burgalesa dio el año pasado para fabricar unos 48 tramos de torre de entre 55 y 100 metros de altura. Para el presente ejercicio la previsión es alcanzar unos 200 tramos largos, es decir, unas 50 torres.
el tanque más grande del mundo A partir de ahí el negocio fue cogiendo forma y fondo. Porque a sus líneas maestras de negocio le queda ahora la parte sustancial para afianzar el futuro de la compañía, el desarrollo internacional. "El sector eólico necesita proveedores globales, y nosotros queremos ser uno de ellos", advierten desde la compañía alavesa. Aunque de momento se encuentra en fase de estudio, la hoja de ruta de Tecnoaranda es seguro que ahondará en breve en mercados como el de Finlandia, Grecia, Reino Unidos y Estados Unidos. "La idea es abrir fábricas en estos países y complementarlas con la labor que se lleva a cabo en Aranda", recoge el plan estratégico.
Si la coyuntura internacional no varía en exceso -hay que recordar que el sector de los bienes de equipo ha tenido un comportamiento bueno a pesar de la crisis-, la internacionalización de la sociedad será un hecho en un plazo de cinco años. A juicio del director general, el éxito del proyecto dependerá precisamente de esta pata del negocio así como del control del gasto y la diversificación. En estos momentos, el 60% de la producción de Tecnoaranda se vende en los mercados extranjeros (Francia, Portugal, Rumanía o el Reino Unido), sin embargo no es una alternativa suficiente para los ejecutivos de esta sociedad alavesa, que en vista del "parón" que está sufriendo el negocio eólico en el Estado hace meses que dicieron también enfocar su negocio hacia el sector energético. Así han surgido proyectos "atractivos" en Escocia para el desarrollo de la eólica marina, tuberías de agua reforzadas para centrales hidráulicas o tanques de almacenamiento de gas, petróleo y gasolina. En este sentido, Tecnoaranda ultima en estos momentos el suministro de acero para el tanque de gas más grande del mundo, un contrato que le reportará un millón de euros. Se construirá en Chile y tendrá una capacidad de 175.000 metros cúbicos, que exigirá una demanda de unas 1.000 toneladas de acero, el equivalente a cuatro torres eólicas.