BILBAO. El secretario general de ELA, Adolfo Txiki Muñoz, reconoce que la coyuntura económica es complicada, "con la patronal envalentonada y el gran capital dispuesto a salirse con la suya", según afirma, pero pide más unión que nunca a los más de 100.000 afiliados que componen el sindicato, "nuestra verdadera fuerza". "Nuestro poder está en la capacidad de movilización para hacer frente a las reformas que nos imponen los empresarios con el apoyo de los gobiernos", afirma Txiki Muñoz.

ELA cumple cien años en un momento complicado.

Cada generación ha afrontado su reto, y el de ahora es duro.

Su relación con el Gobierno Vasco y sus órganos de representación no atraviesa su mejor momento.

En estos órganos ha desaparecido la política de equilibrios, y los niveles democráticos son bajísimos, aunque comparten un común denominador: respaldan lo que decide el Gobierno Vasco y lo que manda la gran patronal y el poder financiero. Por eso no queremos participar en ellos.

Esta semana se han reunido por primera vez en lo que va de legislatura con la consejera de Empleo Gemma Zabaleta. ¿Hay alguna posibilidad de regresar a la vía institucional?

La mayoría sindical vasca, aquella que han elegido los trabajadores, tiene unas exigencias que no vamos a modificar. Una postura que incomoda a Lakua. Solo fuimos a hablar con Zabaleta para decirle que nos parece gravísimo que utilicen el CRL y el CES para respaldar su política, haciéndolo además con el visto bueno de la minoría sindical de forma totalmente antidemocrática.

¿No corre el riesgo ELA de quedarse fuera del poder de decisión?

Las decisiones que nos afectan a todos no se toman en los órganos de representación como el CRL o el CES, sino que las toma la patronal con el apoyo de los gobiernos. Hemos decidido crear nuestra agenda fuera de esos órganos, a pesar de que suponga no ingresar 1.200.000 euros. Somos muy críticos con estos instrumentos de representación y creemos que el Gobierno Vasco, al igual que el español, está subordinado y es incapaz de frenar a una patronal envalentonada.

¿Cuáles son las consecuencias más graves de este tipo de políticas?

Todas las reformas tienen por objetivo atacar los salarios y abaratar los costes al empresario, mermando la capacidad de actuación de un modelo sindical reivindicativo. Las rentas salariales han perdido siete puntos en treinta años, lo que lleva al colapso del empleo y acabará por llevar al colapso a la economía real. Como no pueden devaluar la moneda, plantean un modelo de precariedad, más horas de trabajo y menos salario para ganar competitividad con el exterior, pero no pueden hacerlo eternamente. Tarde o temprano se verá que no es viable a largo plazo.

El Gobierno español y los agentes sociales ven en las reformas la única alternativa a la crisis.

Hablan también de un diálogo social que no lo es. En la negociación de la reforma laboral, en la de las pensiones y en la de los convenios, que no se sabe cómo va a terminar cuando legisle el Gobierno por su cuenta, la patronal sabía que, si CCOO. y UGT no le daban lo que quería, se lo iba a dar el poder político.

¿Qué alternativa hay para garantizar el sistema de pensiones sin ampliar la edad de jubilación?

Los expertos que hablan de la inviabilidad del sistema de pensiones forman parte de un sainete bien orquestado. Con la reforma de las pensiones, en realidad, buscan potenciar los depósitos privados para beneficiar al sistema financiero. Las alternativas pasan por ampliar las cotizaciones a la seguridad social y no reducirlas, y modificar el sistema fiscal para reforzar el sistema público de pensiones y no para recortarlo.

La mayoría sindical vasca no ha dudado en llamar a la huelga general cuando se han presentado nuevas reformas. ¿Mantendrá la línea de la movilización cuando el Gobierno español legisle en materia de convenios?

No nos podemos tapar los ojos, y acordaremos con la mayoría sindical las movilizaciones oportunas porque defendemos la negociación colectiva y no queremos que el empresario imponga las condiciones de trabajo de manera unilateral.

¿No se corre el riesgo de desgastar a la militancia?

Los trabajadores vascos han dado a ELA el 40% de la representación sindical. Eso es una muestra de

que comparten nuestra visión.

Más allá de las movilizaciones, ¿qué alternativas plantea ELA a la crisis?

Habría que hablar de una ampliación del déficit de los gobiernos. No puede ser que la capacidad de endeudamiento de la CAV la decida el Estado. Desde el Ejecutivo español se ha dicho que el máximo para este año es del 1,3%, lo mismo que en 2012, y en los dos años siguientes el máximo será el 1%. Si a esto se le añade que no hay un ajuste fiscal, estamos abocados al recorte presupuestario.

¿Cómo sería ese ajuste fiscal?

Hay que gravar más a las rentas altas. Las decisiones que se están tomando han ido en la dirección contraria, tal y como refleja la suspensión del impuesto de Transmisiones Patrimoniales. Si no se incrementa la capacidad adquisitiva de las familias, es imposible recuperar la actividad y el empleo.

La reforma de los convenios colectivos se está cocinando en Madrid. ¿Se ve ELA como un mero espectador?

El error está en que CCOO y UGT parten de la base de que en el Gobierno de Zapatero tienen un aliado y Zapatero no es un aliado del movimiento sindical, ya que ha dicho y hecho que cueste lo que cueste va a hacer las reformas, entre otras la de la negociación colectiva. Por tanto, el proceso nace viciado, ya que sabemos de antemano a dónde va a llegar. La pregunta es qué necesidad tiene la patronal de ceder nada si sabe que el Gobierno le va a dar muy buena parte de lo que quiere. De un proceso así no puede salir nada positivo para los trabajadores. A nosotros no se nos ha perdido nada en la mesa de Madrid.

¿Qué margen tiene ELA para contraprogramar en este punto al Gobierno español?

Nosotros pedimos a esa reforma que no deteriore lo que ya existe y que no limite la posibilidad de defensa colectiva de los trabajadores, esto es, el derecho a la negociación colectiva en Euskal Herria, porque lo que a CCOO. y UGT les ha llevado a bajar tanto su perfil es su obsesión por el monopolio representativo en el ámbito del Estado y nosotros exigimos a los partidos políticos vascos su negativa a esta reforma también porque afecta al derecho de decidir dónde y qué se negocia.

En la CAV, ELA es hegemónica, pero ¿y Navarra, es la asignatura pendiente?

En Navarra no existe ninguna organización ni sindical ni política que tenga un 21,5% de representación como es el caso de ELA. En la Comunidad foral somos una parte importante de la alternativa sindical a un régimen representado por el Gobierno navarro del que forma parte el Partido Socialista, la patronal, El Diario de Navarra y CCOO. y UGT. Nosotros hemos llevado también en Navarra una agenda alternativa y vamos a seguir trabajando y bien en ese territorio, poniendo énfasis en la comarca de Bortziriak y Altsasu, donde la situación del empleo es muy dura.

Comarcas como Ezkerraldea están viendo cómo su tejido industrial se desmorona. ¿Qué se puede hacer?

Los datos de desempleo son preocupantes en todo Euskadi y, sobre todo, en algunas comarcas como Ezkerraldea, con muchas de sus empresas anunciando despidos. Hace falta acción sindical para pedir a las instituciones que se impliquen para crear empleo. Todas las decisiones que se están tomando desde la política llevan aparejada una caída del empleo.

¿Cómo valora la gestión del Gobierno Vasco sobre Lanbide y las nuevas políticas activas?

Somos críticos con la transferencia porque se acepta ir por debajo de lo que marca el Estatuto. Queremos decidir aquí las políticas de empleo y no ser un mero gestor de las políticas de empleo del Estado que, con una tasa de paro del 21%, ya han demostrado que son un fracaso. El acuerdo financiero en la transferencia tampoco fue bueno, y la posición aceptada está por debajo de lo que defendieron los anteriores gobiernos autonómicos, que pedían que las políticas activas y las pasivas viniesen juntas. En definitiva, Lanbide está adaptando al ámbito vasco las políticas activas del Estado español.

El mapa sindical vasco está más dividido que nunca en dos bloques. ¿Ve imposible un acercamiento a corto plazo?

Las diferencias son muy grandes. Desde la mayoría sindical vasca buscamos nuestra legitimación en los afiliados y en los trabajadores, y la minoría la busca en la subordinación al poder. Juega un papel muy importante la fuente de ingresos. CCOO y UGT tienen altos niveles de dependencia del Estado, mientras que ELA puede mantener su autonomía gracias a su colchón financiero. Nuestra generación es heredera del congreso de Euba 1976, en el que ELA apostó por la autonomía e impuso una cuota cuatro veces más alta que la de CCOO. Queremos aprovechar nuestro centenario para dar valor a los grandes olvidados, los militantes sindicales, que son los que dan verdadera fuerza y legitimidad a ELA.

El poder financiero refuerza sus posiciones en la CAV, y hay sobre la mesa un proyecto de fusión de BBK, Vital y Kutxa.

Contempla una fusión fría porque cada caja quiere mantener su cuota de poder. Si se hace como está previsto, el plan va a tener un componente parcial de privatización, por lo que estamos en contra.

Volviendo al espectro sindical, mientras ELA se distancia de CCOO y UGT, se une cada vez con más fuerza a LAB.

Con LAB tenemos diferencias, pero estamos dando pasos para encontrar puntos en común, como lo demuestran el convenio del Metal de Gipuzkoa o la lucha en los comedores escolares.

¿No teme que el contenido abertzale diluya la esencia de clase?

Nos ocupamos de la clase trabajadora vasca y actuamos contra el neoliberalismo, que entendemos no suma nada a la soberanía. El Estado está en involución y esto lo compartimos todas las centrales abertzales. Si a esta reivindicación de nuestra soberanía le sumamos los contenidos sociales, la gente se siente más atraída. No hay contradicción y no tenemos ningún complejo.