madrid. Cientos de pasajeros hicieron cola ayer por la mañana en el aeropuerto de Barajas a la espera de poder volar tras haber sufrido cancelaciones durante el fin de semana. Los afectados se mostraron satisfechos por la decisión del Gobierno de obligar a los controladores a trabajar, pero no dejaron de criticar que ésta no se hubiese tomado antes. Las cancelaciones de vuelos que se registraron durante este fin de semana debido a falta de controladores en sus puestos de trabajo siguió afectando ayer a cientos de pasajeros, que esperan para volar a sus destinos o para que les devuelvan el importe de sus billetes tras decidir suspender su viaje.
Las colas fueron especialmente largas en las oficinas de atención al cliente de las compañías, en las que los pasajeros explicaron su situación y exigían soluciones que no siempre llegaron. El tiempo de espera para ser atendidos les sirvió para criticar a los controladores, que en su opinión integran un colectivo "privilegiado" e "insolidario" al que "no puede salirle gratis lo que ha hecho".
Entre los afectados por el paro de los controladores se encontraba un grupo de nueve vitorianos que tenía que viajar el sábado al mediodía a Nueva York, pero ni lo hizo ni sabía cuándo lo podría hacer, lo que propició que uno de ellos hubiese cancelado su viaje. Los otros ocho esperaban volar ayer por la tarde, tras "estar dando tumbos todo el día de ayer" y tener que pagarse, además de las comidas, una noche en un hotel en Madrid, que les costó encontrar porque casi todo estaba ocupado debido a la huelga.
Si finalmente no recibían una confirmación de su vuelo, tenían previsto cancelar el viaje y reclamar nuevamente a American Airlines e Iberia, con la intención de que les devolviesen el dinero y les indemnizasen. Este grupo valoró que el Gobierno decretase el estado de alarma para obligar a los controladores a ocupar sus puestos de trabajo, aunque lamentó "que no se haya hecho antes y no se haya tenido mano dura previamente". "Tenían que haberles plantado cara antes, porque se veía venir lo que podía ocurrir", coincidieron, y criticaron que "los controladores se crean una casta superior y no atiendan sus responsabilidades" y que "al final probablemente no les vayan a hacer nada".
Un pasajero que tenía que haber viajado el sábado a Colombia y que ayer esperaba para facturar "por fin", sostuvo que "las medidas se tenían que haber tomado antes, porque el Estado sabía lo que podía pasar", y la final "se ha puesto un paño de agua tibia sobre la herida".
Los 1.066 vuelos previstos ayer en Barajas, tras la reorganización llevada a cabo por las compañías, partieron con normalidad, a excepción de algunos retrasos. Entre las anécdotas que se vivieron en el aeropuerto estuvo el uso por parte de los afectados más cansados de los adornos de Navidad que instaló AENA en el techo de la T4, grandes cartones rojos con forma de regalos, abetos y estrellas, a modo de "colchón".