Vitoria. El dinero no tiene patria. Y menos cuando en tiempos de crisis como los actuales las inversiones rentables escasean o resultan excesivamente arriesgadas. La Generalitat de Cataluña, con su presidente a la cabeza, José Montilla, lo sabe bien, por eso hace unas semanas que sacó a la venta deuda catalana por un importe total de 2.500 millones de euros. El objetivo de Montilla es conseguir de los ciudadanos -no de las instituciones ni de los mercados extranjeros- una inyección urgente de liquidez para hacer frente a la deuda que está ahogando su comunidad y que, de momento, le está impidiendo hacer frente al gasto corriente (el pago de las nóminas de sus funcionarios, entre otros) ni ejecutar inversión alguna. A pesar de que la oferta de estos títulos nació envuelta en la polémica, el éxito que se le presume es arrollador. Sólo dos días después de su lanzamiento la Generalitat colocó casi 2.000 millones de sus bonos patrióticos.
una inversión sin riesgo El éxito no es casual. El caramelo catalán es, desde el pasado 22 de octubre, el activo más demandado del mercado por los ahorradores ya que mejora los depósitos más jugosos de la banca, pero con un riesgo menor. El Govern ofrece hasta el próximo 12 de noviembre una rentabilidad del 4,75% a un año, un plazo que los expertos consideran suficiente para que los inversores "no se pillen los dedos".
Como era de esperar con estas condiciones, el producto ha volado. 23 entidades se han encargado de ejecutar la emisión de esta deuda a cambio de una provechosa comisión del 3% por este servicio (un 2% por la venta y el resto por comprometerse a suscribir los títulos en el caso de que la emisión no se completara). Los dos grandes de la banca española, BBVA y Santander, han hecho oídos sordos al seny patriótico al que apeló Montilla en su presentación.
Aunque el grueso de la compra de títulos se centrará previsiblemente en la comunidad catalana, Vitoria también se ha hecho con una porción testimonial de esta jugosa tarta. Según ha podido saber este periódico, empresas e inversores locales habrían comprado hasta ayer casi 15 millones de euros- el 6% del total- en alguna de las ocho entidades que tienen potestad para ejecutar estas solicitudes en la capital, entre ellas Caja Vital, la primera marca financiera de Álava.
la "porción" de caja vital La mayor parte de la ejecución de estos títulos se ha cerrado con el segmento de clientes de banca privada, aunque muchas entidades reconocen haber captado inversores nuevos gracias a este producto tan atractivo que apenas ha necesitado ninguna campaña de promoción y marketing. "Con el boca a boca ha bastado de sobra", reconoce el director de una de las cajas en Vitoria que está ofreciendo este bono.
A lo largo de las últimas semanas también se ha dado el caso de inversores que han incorporado esta deuda catalana a sus sicav (sociedades de inversión de capital variable) y otras que la han colocado en fondos de inversión o EPSV, denegando las solicitudes a sus clientes minoristas. Este es el caso, por ejemplo, de la Caja Vital, que se ha comprometido a vender ocho millones de euros de bonos catalanes a fondos o planes de pensiones o, en su defecto, quedarse con ellos como una operación más de inversión a corto plazo.
En el mejor de los casos, a un interés del 7,75% (4,75% del propio producto + 3% de la comisión por ejecutarlo), la entidad que preside Carlos Zapatero lograría al cabo de una año una rentabilidad de 620.000 euros, unos 133 millones de las antiguas pesetas. Un resultado testimonial y hasta cierto punto lógico si se tiene en cuenta la implicación del resto de entidades que están participando en esta colocación, sobre todo las catalanas. La Caixa, por ejemplo, ha comprado 500 millones de euros, Catalanuya Caixa, 490 millones y el Banco Sabadell, 185 millones.
demanda superada Como era de esperar en un producto de estas características, la demanda ha superado con creces a la oferta. Y aunque todavía no existen cifras oficiales, la mayor parte de las entidades consultadas reconocen haber sobrepasado "con creces" el importe que se les había adjudicado. Esta circunstancia, que genera un problema de exceso de clientes, se resolverá a partir del próximo viernes imponiendo un sistema de prorrateo, esto es, un reparto equitativo entre todos los inversores, que un directivo vitoriano ha advertido que será "salvaje". El resultado para las empresas y ahorradores es que recibirán muchos menos bonos de los que han solicitado, es decir, menos dinero, aunque desde el Govern está previsto garantizar la asignación íntegra de las peticiones de volumen más reducido. "Está todo por ver. Con tanta demanda no va a ser baladí el número de órdenes que se hayan ejecutado. Puede haber una sola de 600.000 euros o diez de 60.000. ¿Y qué le interesa a la Generalitat? No está claro la fórmula que se pretende aplicar", intuyen en otra entidad con sede en Álava.
¿habrá una nueva ampliación? La emisión de deuda ascendía en un principio a 1.890 millones, una cifra que el pasado 27 de octubre se amplió hasta los 2.500 millones y que, en el caso de considerarlo necesario, podría volver a incrementarse en otros 500 millones más, cifra máxima autorizada por la Consellería de Economía. La emisión de estos títulos para particulares se inserta dentro del programa ordinario de financiación de la Generalitat, que contempla habitualmente otras formas de acceso tanto a los mercados internacionales como a los domésticos (emisiones de deuda en euros y otras divisas, créditos sindicados, pagarés...).