GASTEIZ - "París bien vale una misa". La frase, un clásico, se atribuye a Enrique de Borbón o de Nafarroa, el pretendiente hugonote al reino de Francia, que eligió convertirse al catolicismo para poder reinar desde París. El poder atrae demasiado. No obstante, la proclama monárquica probablemente sea apócrifa. En Francia a los reyes los guillotinaron y el único trono vacante reconocido por sus habitantes en el hexágono se vislumbra en los Campos Elíseos de París. Ocurre una vez al año. En un día de julio. Después se pasa a la historia. Para siempre. Reinar en Francia significa conquistar el Tour y adentrarse en los incunables del ciclismo. Vencer en París es ganarlo todo. Ante semejante premio, los ciclistas están dispuestos a profesar otro credo si hace falta. Obtener la gloria eterna, bien lo merece. El influjo del esplendoroso Tour, el fulgor de la carrera más venerada del mundo, invoca a todos los que pretenden ser grandes.

Por eso, Mikel Landa, confeso admirador del Giro de Italia -tercero en 2015 y la carrera italiana siempre le ha seducido más que ninguna otra-, está dispuesto a abandonar su amada Corsa rosa para apostar sin ambages por vencer el Tour de Francia liderando el Bahrain-McLaren. Landa ha diseñado el camino a París. Partirá en Andalucía para enlazar después con la París-Niza, la Itzulia "en la que quiero disfrutar", Ardenas, Dauphiné y Tour. En ese plan, Landa solo tuvo una duda. "Hemos tenido dudas entre Tirreno o París-Niza y al final iremos a la prueba francesa", destacó el de Murgia. Desaparece del almanaque de Landa el Giro, que en tres de los cuatros últimos cursos servía de rampa de lanzamiento para el de Murgia.

Combinando ambas citas, el pasado curso Landa fue cuarto en la carrera italiana y sexto en la Grande Boucle. En 2018 apostó solo al Tour de Francia y el de Murgia obtuvo la séptima plaza tras un durísima caída que le dejó maltrecho camino de Roubaix y para el resto de la carrera francesa. Con anterioridad, en 2017, Landa cosió el doblete Giro y Tour. Se quedó a solo un segundo del podio de los Campos Elíseos tras la contrarreloj de Marsella. En el Giro fue el 17º después de que una moto le derribará cuando se dirigía la Blockhaus y tuvo que reorientar su andadura en el Giro. En 2016, en su primer curso en las filas del Sky, Landa se vio obligado a abandonar el Giro por culpa de un virus estomacal. El alavés descubrió el Tour en esa edición, en la que se centró en trabajar para Froome. En 2020 para Landa, líder del Bahrain-McLaren, París bien vale sacrificar el Giro. Su misa.