El atletismo alavés homenajeó este sábado como se merece a una figura histórica que a sus 77 años ha dado –y sigue dando– su vida por el atletismo.
Víctor Clemente creyó que celebraría la clásica comida familiar del fin de semana en un céntrico hotel gasteiztarra en compañía de sus seres más queridos, pero lo que realmente se escondía detrás de este evento tan común era un cálido tributo al que está considerado una eminencia de este deporte en el territorio.
No es fácil pulir mirlos blancos en una especialidad tan sacrificada e ingrata como el atletismo, pero este antiguo profesor de Ciencias, Matemáticas y Educación Física –jubilado desde 2008– ha mantenido desde tiempos inmemoriales su cruzada para que el atletismo alavés no muriese desde su cargo de director técnico de la Federación.
Por sus manos han pasado grandes leyendas como Martín Fiz y Maite Zuñiga, sin obviar que también ha forjado en la sombra a varios campeones/as de España y trabajado con otros atletas más humildes.
Todos ellos destacan “el lado humano” y los conocimientos de Víctor Clemente, quien difícilmente olvidará este 18 de octubre con un homenaje que ha estado a la altura de su importancia en el atletismo alavés.
Las encargadas de liderar este homenaje y darle, posiblemente, la sorpresa más agradable de su vida han sido cuatros hermanas a las que inculcó en su día su fervor por el atletismo como Marijo, Alicia, Susana y Beatriz Lagartos, además de Raquel y Amaya del Pozo.
Desde 1972, preciso momento en que empezó a entrenar a un numeroso grupo de atletas del colegio Miguel de Unamuno, logrando participar, por primera vez en 1974, en el Campeonato de España Escolar infantil femenino por equipos, el trabajo de Víctor Clemente ha sido incansable. De ahí que un reconocimiento así fuera merecido.
Luego llegaría en 1975 otra final del mismo evento y el subcampeonato estatal individual en Tetrathlon de Julia Domezain. Temporada tras temporada, el nivel atlético del colegio fue creciendo, tanto en cantidad como en calidad. En el trienio comprendido entre 1977 y 1979 se proclamaría campeón de España Escolar por equipos.
Viejos conocidos, presentes. Los atletas del C.A. Miguel de Unamuno en las diferentes categorías recalaron entonces en 1978 en el C.D. Aurrera, un club que de la mano de Víctor Clemente se convirtió en orgullo de Álava por la calidad de sus integrantes.
Por ello, más de medio centenar de atletas cultivadas por Clemente no quisieron perderse una cita muy emotiva que, por otro lado, sirvió para el reencuentro de amistades que no se veían desde hace décadas.
CARIÑO DE LOS COMPAÑEROS
Además de su mujer Conchi, que también fue homenajeada, sus hijos Iñaki y Miriam y las hermanas Lagartos, le agasajaron Angelica Manrique, Daniel Arconada, Yolanda Martín, Lucía Garate, Noemí Manrique, Maite Zúñiga, Maite Urcelay, Javier Salinas, Yolanda Pellejero, Carmen Manzanos, Xabier Alzola, Begoña Nicolau, Izaskun Martínez, Idoia García, Lorena Cossio, Ana Marquínez, Rosa Adela, Pedro Baranco, Nora San Saturnino, Susana Perea, Rakel Perea, Itziar Arganda, Amaia del Pozo, Raquel del Pozo, Lola Fernández, Ana García de Andoin, Anabel Zubeldia, Míran Nicolau, Endika Ahedo, Estitxu Armentia, Lola Fernández, Fernando Rey, Lorena Jiménez, Leire Ahedo, Elena Fernández de Retana, Tania Camino, Alberto Perdiz, Iñaki Escalona, Iker Hernández, Javi Barrio, Patxi Hernández, Idoia Fuentes, Itziar Mauleón, Susana Sevilla, Jana Santillán, Vanesa Carracedo, Nuria Carracedo, Josune Martín, Carlos Sebastián, Rosana Azabal, Antxon Apiñaniz, Carlos Javier Vázquez, Roberto Martínez, Miguel Boal, Asier Samaniego, Ruth Molás, Itzi Quintana, Yolanda Saiz, Luis Alberto Jiménez y Fran Guerrero.
El homenaje consistió en una historia creada y narrada por Beatriz Lagartos en torno a la figura de Víctor y su dedicación completamente altruista a un grupo de niñas y niños que empezaban a correr.
Maite Zúñiga, Susana Perea, Leire Ahedo, Javier Salinas, Víctor Perdiz y Lucia Garate intervinieron para poner de relieve los valores que Víctor aportó a sus vidas. En definitiva, una bonita jornada llena de emoción donde las lágrimas afloraron en todos los presentes.
