Cabo Verde celebra este año el 50 aniversario de su independencia. Justo medio siglo después de abandonar el yugo colonial portugués, la bandera de caboverdiana ondeará en el mayor escaparate deportivo a nivel mundial: el país estará por primera vez en la Copa del Mundo de fútbol. Un logro que trasciende el deporte; se trata de una reivindicación cultural, un espejo de la dignidad nacional. Porque el mérito de Cabo Verde es tremendo. Este archipiélago de origen volcánico compuesto por quince islas será con sus 4.000 kilómetros cuadrados y su cerca de medio millón de habitantes el país más pequeño en participar en un Mundial –desplaza a Trinidad y Tobago, que en 2006 concursó con sus 5.000 kilómetros– y el segundo con menor índice de población de la historia en acceder al torneo tras Islandia, que tomó parte en 2018 con sus poco más de 400.000 ciudadanos.

Cabo Verde son verdes valles, mar, sol y playa, de ahí que su capital se denomine Praia. El turismo, el comercio y los servicios públicos son los principales pilares de una economía que importa el 75% de sus alimentos. Ubicado a unos 570 kilómetros de la costa oeste de África, en concreto de Senegal, es un país hospitalario donde la mezcla cultural no ha supuesto amenaza para la estabilidad, de hecho jamás ha vivido una guerra civil, pese una ubicación estratégica que sirvió para explorar el continente o como base de la ruta hacia las Américas o para esclavistas. El fútbol es allí algo residual. Para construir la selección, se decidió recurrir a la diáspora, hijos de ciudadanos que abandonaron el país y desarrollaron la actividad en clubes repartidos por el planeta. Se calcula que fuera de Cabo Verde viven más caboverdianos que en el propio país.

Reclutamiento a través de LinkedIn

De este modo, en la selección no hay un solo jugador que milite en un club de su país. Los 22 miembros que conformaron la última convocatoria se reparten por trece ligas distintas. Una torre de Babel. Resulta especialmente curioso el caso de Roberto Lopes, quien fue contactado a través de la red social LinkedIn, que impulsa las búsquedas laborales. “Yo no hablaba portugués y usaba LinkedIn, principalmente para la universidad. La experiencia me abrió la mente, ya que me permitió visitar lugares que nunca habría conocido, interiorizarme de la cultura africana y aprender el idioma. Transformó mi carrera y mi vida personal”, explica el central nacido en Irlanda.

Entre todos, apodados como los Tiburones Azules, reúnen un grupo que ahora posee un valor de mercado de 28 millones de euros, siete veces menos que Camerún, combinado al que batieron durante la fase de clasificación para el Mundial. Los jugadores con mayor tasación del plantel son Kevin Lenini y Wagner Pina, con 5 millones cada uno y ambos con nacionalidad caboverdiana y portuguesa. Lenini milita en el Krasnodar ruso y Pina, en el Trabzonspor turco.

Un camino envidiable hacia el Mundial

Encajado en el Grupo D de las eliminatorias africanas, Cabo Verde quedó encuadrada junto a la citada Camerún, Angola, Libia, Mauricio y Suazilandia. Sumó 23 puntos gracias a siete victorias, dos empates y una sola derrota. La fortaleza del Estadio Nacional de Praia resultó inexpugnable. Los caboverdianos lograron imponerse por 1-0 a Camerún y alcanzaron el último partido con opciones de lograr la clasificación directa. Para ello debían ganar a Suazilandia, o empatar y que Camerún no ganara su partido. Dailon Livramento (neerlandés), Willy Semedo (francés) y Stopira (nacido en Praia pero con nacionalidad húngara; jugó en el Deportivo B) firmaron los goles de la victoria para alcanzar un hito histórico. En paralelo, Camerún quedó condenada a la repesca.

Esta selección que en la década del 2000 ocupaba el puesto 182 del ranking mundial de la FIFA había crecido hasta el 70 actual para escribir una gesta histórica. Hace solo dos décadas cualquier esperanza de grandeza era un sueño quimérico. Pero este pequeño país ha demostrado la grandeza del fútbol. La remota localización geográfica y la aridez del clima, con pocos recursos naturales, hacen que el progreso de la selección caboverdiana sea aún más extraordinario.

Cabo Verde debutará en la Copa del Mundo junto a Jordania y Uzbekistán

Pedro Leitão Brito, conocido como Bubista, ha sido el arquitecto del equipo que ha alcanzado la gesta de clasificarse por primera vez para el Mundial, algo que también han logrado Jordania y Uzbekistán. Bubista debutó como futbolista profesional en 1996 con el Badajoz, con el que disputó solo dos partidos, ambos en Segunda División. Dirige a Cabo Verde desde el 2020 y ya en la reciente Copa de África su selección dejó buenas sensaciones al avanzar hasta los cuartos de final, donde cayó a los penaltis a manos de Sudáfrica, con un estilo de juego que evoca al portugués, donde brilla la calidad técnica.

Hasta ahora la Copa del Mundo solo había albergado a jugadores nacidos en Cabo Verde o de ascendencia caboverdiana, figuras como Nani (Portugal), Patrick Vieira (Francia) o Gelson Fernandes (Suiza), pero ahora el país podrá animar a su propia selección, un grupo de jugadores que acudirá a la cita del próximo verano en Estados Unidos, México y Canadá con ganas de seguir haciendo historia. Porque Cabo Verde ya ha lanzado un gran mensaje al mundo, de perseverancia e inspiración: demuestra cómo un pequeño país puede lograr hazañas deportivas a través del esfuerzo colectivo.