Una caída arranca el oro a Ane Santesteban
Sara Martín logra el título femenino del Campeonato de España por delante de Mavi García y Usoa Ostolaza
Doce años después de que fuera campeona, no miró atrás Ane Santesteban. El pasado es un lugar de encuentro cuando se recuerdan los buenos momentos y la nostalgia nos sienta en la primera bici para recorrer la vida. En Granada, la guipuzcoana quería ganarse el futuro para regresar a lo que fue, para reconocerse en el espejo.
Liberada, sin el peaje de los problemas físicos que le colocaron en posición fetal, la del padecimiento, por culpa de una endometriosis, una afección del aparato reproductivo femenino, que entre dolores y desesperación le opacó su estatus el pasado curso, se lanzó sin miedola guipuzcoan para recomponer la sonrisa.
En uno de los toboganes, Ane Santesteban mostró la cresta. Guerrillera. De regreso a sus mejores sensaciones, se agitó en el grupo de las nobles, donde respiraba Usoa Ostolaza, su compañera, Mireia Benito, Sara Martín y Mavi García.
La de Errenteria tomó una buena saca de renta y no la soltó. Era un tesoro en medio de un paisaje desértico. La guipuzcoana se la jugó a todo o nada con una apuesta de largo alcance, a más de 40 kilómetros de meta. Cuando el todo parecía posarse sobre ella, irrumpió el frío filo de la nada.
Maldita caída
Descabalgada del oro por una caída cruel en el descenso de Los Blancares, una página en negro para la guipuzcoana, que había emprendido el camino de la redención hacia la victoria de los vencidos. Las más bellas.
El destino le torció el gesto. Le esquivó la alegría, que recayó en Sara Martín, nueva campeona, que pudo en el vis a vis con Mavi García, segunda, y Osoa Ostolaza, consolada por el bronce, a 1:13. A Santesteban le quedó el dolor hondo de la injusticia.
Apretada por el calor, asfixiante, madrugó Granada para acoger el Campeonato de España de ruta femenino. La canícula no daba tregua, el sol lanzando rayos ardientes, el aire espeso, denso como un cubo de plomo. La respuesta del organismo a ese fuego era un tratado de supervivencia.
Se trataba de resistir, de soportar la tortura del cuerpo en llamas y un recorrido exigente, sobre todo por las altísimas temperaturas que abotonaban la competición. El agua era el bien más preciado. Agua para el gaznate y para la piel, para atemperar el organismo en medio del bochorno, multiplicado por los repechos, los aliados de Santesteban.
Táctica perfecta
Con Ostolaza, la campeona en curso, de vigilante y freno, el debate enfrentaba a Santesteban con Sara Martín, Mireia Benito y Mavi García. Ostolaza se reservaba por si era precisa la bala de plata. El mapa de opciones del Laboral Kutxa-Euskadi era el idóneo.
El equipo vasco había deletreado la táctica con los movimientos de Naia Amondarain e Idoia Eraso. Con ellas evitó el tajo del equipo y dispuso el escenario para que Ostolaza y Santesteban alumbraran la función.
Ane Santesteban disponía de una renta estupenda, al menos suficiente, pero a la de Errenteria el mal fario le tocó el hombro en el descenso de Los Blancares, una caída a los infiernos. Patinó y un velo negro le atrapó. En la caída perdió la renta que disponía. El tablero se alteró del todo. El jaque mate que pretendía el Laboral Kutxa mutó en decepción.
Intento de Ostolaza
Restablecido el grupo, con Ane Santesteban aún con las brasas de la caída tatuándole el cuerpo, lacerante la herida en el alma, Ostolaza se movió. Le cortó el hilo Mireia Benito. En esa danza, se disparó Sara Martín. Mavi García acudió a esa detonación. Se dieron la mano. Pactaron.
Ostolaza y Mireia Benito se despidieron del oro, que consagró a Sara Martin, implacable en el esprint con Mavi García, escasa de reprís en el final. En el juego por el bronce, la zarauztarra batió a Mireia Benito y Ane Santesteban, con el desconsuelo a cuestas. Una maldita caída le había arrancado el oro.