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Iker y Eneko PouAlpinistas alaveses

“La gente piensa que somos suicidas y es lo contrario, ya que el montañero se come la vida a bocados”

Han perdido varios amigos en la montaña y eso les ha dado que pensar, pero tienen claro que solo hay una vida y pasa muy rápida. Por lo tanto, hay que aprovecharla al máximo

“La gente piensa que somos suicidas y es lo contrario, ya que el montañero se come la vida a bocados”Pou Anaiak

Realizar una entrevista a los hermanos Pou es de lo más sencillo. Puedes tener una serie de preguntas preparadas, pero la conversación fluye de tal manera con Iker y Eneko que el guión salta por los aires llevando la charla a rincones inesperados, sorprendentes y siempre interesantes. 

De una batería de cuestiones sobre su excelente actividad deportiva puedes pasar a hablar del cambio climático, del postureo que existe hoy en día en la montaña, de redes sociales, de cómo ha llegado a degenerar el himalayismo o de lo que significa vivir en plenitud su deporte sin dejar de esconder el miedo que conlleva una actividad tan exigente y peligrosa como la suya que afrontan con respeto. “No somos suicidas”, recalcan.

Los Pou, Iker y Eneko, Eneko e Iker, tanto monta, monta tanto, han formado una cordada excepcional. De hecho, las gestas deportivas de estos dos excelentes escaladores son reconocidas a nivel mundial, al igual que su calidad humana. No es extraño verles renunciar a sus objetivos personales para acudir a rescates, lo que les ha granjeado el respeto de la élite del montañismo a lo largo de su ya dilatada carrera. Es otra de sus señas de identidad.

Son montañeros de cuna, una afición que nació en su propia casa y que les ha llevado a recorrer los parajes más recónditos del planeta. Han pisado 71 países, en los que han completado la friolera de 139 proyectos, con 79.200 rutas escaladas y una ascensión total que supera los 3.168.000 metros de altitud. Casi nada. Cifras de récord, alcanzadas tras casi cinco décadas disfrutando de la montaña. “Desde niños”, como reconocen al unísono.

En imágenes: Los hermanos Pou completan 'Los 4 Elementos'Cedidas

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Este martes 29 de abril se cumplirán 26 años de la expedición de la que formaron parte junto a Juanito Oiarzabal y en la que el gasteiztarra se convertiría en el sexto hombre en alcanzar los 14 ochomiles tras hollar el Annapurna. Los Pou ya habían comenzado a marcar su camino años antes, pero esa experiencia supuso su despegue definitivo. Este fue el punto de partida de la entrevista a los Pou. Una charla que se prolongó durante casi una hora y en la que los dos hermanos se mostraron a corazón abierto.

¿Pudo suponer aquella cordada, un punto de inflexión en su carrera?

–Iker Pou: Claro que fue una expedición muy, muy importante. Aunque es cierto que en aquel momento ya habíamos empezado a hacer alguna cosa interesante juntos, al final el poder ir con Juanito en el último 14 está claro que a nivel de experiencia personal, de aprendizaje y sobre todo también a nivel mediático y de repercusión fue muy importante. 

–Eneko Pou: Esa historia nos ha ayudado mucho. Yo siempre estaré agradecido a Juanito por esto. Siempre se lo he dicho.

"Ya habíamos empezado a hacer alguna cosa interesante juntos, al final el poder ir con Juanito en el último 14 está claro que a nivel de experiencia personal, de aprendizaje y sobre todo también a nivel mediático y de repercusión fue muy importante"

Iker Pou . Alpinista alavés

Han pasado ya 26 años, ¡casi nada!

–E.P.: ¡Sí, sí! Se dice pronto, la verdad.

 ¿Cómo lo recuerdan, ya que fue quizá su primera gran expedición?

–I.P.: Fue la oportunidad de participar en algo muy grande. Muy, muy grande, claro. 

–E.P.: Yo llevaba desde jovencito soñando con participar en esas grandes expediciones que se hacían en casa y Juanito era uno de los máximos exponentes. Creo que en aquella época, por supuesto había mucha otra gente también. Gente como Ángel Rosen, el padre de Juan Vallejo, Olazagoitia... Había gente muy conocida en Vitoria. Estaba la cuadrilla de Juanito, Atxo Apellániz, Madinabeitia, Antonio Miranda. Teníamos como referentes a montañeros muy importantes y cuando surge la oportunidad de ir al último 14 de Juanito, pues es como que se me abrió el mundo.

–I.P.: Sí, sí. Te dices, ‘hostia, qué bonito’. Porque en aquel momento, éramos jovencitos, pero dedicábamos absolutamente todo a entrenar para llegar a estas historias.

–E.P.: Es que era así. Era tal y como hemos contado en nuestros dos libros. Pura pasión y entrega. Dábamos todo. Por eso, cuando nos ofrecieron aquella oportunidad, pues fue muy, muy bonito. Eso sí, la experiencia fue muy dura. Fue tan dura que yo casi me quedo.

"El haber estado a punto de perder la vida en tu primera expedición, en un momento en el que vas para arriba, pues creo que nos ha hecho ser mucho más cautos en el monte desde entonces"

Enelo Pou . Alpinista alavés

Por ello le iba a preguntar. En ese post de Instagram hablan de malos momentos, realizan un relato dramático hasta el punto de que dicen que se vieron con el agua al cuello y que incluso Eneko sufrió un edema cerebral. ¿Ha sido uno de sus momentos más difíciles en la montaña? 

–E.P.: Sí, sí. Sin lugar a dudas, porque creo que después ha vuelto a haber pocos momentos en los que te has visto que estabas totalmente vendido como en ese. Es que ahí, ya ni siquiera dependía de ti. Yo ahí al final, hasta que no pierdo altura, estoy como si tuvieses una pájara de esas que casi no te mantienes de pie. Y además, esa montaña es muy peligrosa. Del campo 2 al 3, es una montaña muy técnica en la que hay que escalar. Y me pilló justo en ese tramo en el peor momento. Entonces, al final sí que fue una experiencia dura que, además, nos ha marcado incluso, yo diría, a nivel de seguridad. 

–I.P.: Así es. El otro día nos lo comentaban en una conferencia, nos hicieron esa pregunta y la contestación fue esta, que aquello nos ha marcado después a nivel de seguridad. 

–E.P.: Es que al final, el haber estado a punto de perder la vida en tu primera expedición, en un momento en el que vas para arriba, pues creo que nos ha hecho ser mucho más cautos en el monte desde entonces.

–I.P.: Creo que hemos hecho cosas muy importantes, que tenemos la suerte de seguir haciendo, pero nos hemos retirado también de otras muchas. Porque visto aquello, pues nos dimos cuenta que el morirse en el monte está ahí y que es perfectamente factible.

Ha sido una de los pocas expediciones a un ‘ochomil’ en su carrera. ¿Quizá al ver que sufría en este tipo de montañas le hizo cambiar hacia otro tipo de retos?

–E.P.: Podría ser. Pero yo siempre lo asocio más a la cordada que tengo con mi hermano. Al final, Iker, a pesar de ser una persona muy fuerte físicamente, siempre ha sido más escalador. Por eso para nosotros, como cordada, era más interesante irnos hacia el alpinismo técnico. 

–I.P.: Nuestra actividad no tenía por qué desarrollarse en ochomiles. Hay seis miles, incluso hasta algún sietemil, pero siempre montañas en las que pudiésemos escalar, que es donde podemos aportar un poquito más.

"El himalayismo se ha desvirtuado mucho, muchísimo. El himalayismo romántico que todavía tuviera la oportunidad de hacer Juanito y compañía prácticamente ha desaparecido"

Iker Pou . Alpinista alavés

Habla de aportar en la montaña. ¿Considera que hoy en día hay actividades quizá de escaso valor?

–I.P.: El alpinismo después de la era de Juanito y compañía, el himalayismo se ha desvirtuado mucho. Mucho no, muchísimo. Ha ido a mucho peor. Ha empeorado muchísimo en el sentido de que ahora son todo grandes agencias, la gente va con un montón de sherpas, oxígeno, cuerdas por todas partes... El himalayismo romántico que todavía tuviera la oportunidad de hacer Juanito y compañía prácticamente ha desaparecido.

–E.P.: Ahora hay algunas cordadas muy buenas haciendo cosas increíbles, pero son los menos. El resto realmente no están aportando absolutamente nada. De hecho, hay una involución muy grande con respecto a la generación de Juanito. 

Acaba de comentar que en la expedición al Anapurna de 1999 que estaba vendido. Entonces, la solidaridad de sus compañeros le permitió contarlo. ¿Aquella experiencia les hizo cambiar el chip a unos por entonces jovencísimos hermanos Pou y hacerles ver que en la montaña deben primar otros valores por encima de objetivos?

–E.P.: Sí, por supuesto. Yo creo que ha sido una de nuestras señas de identidad. Aquello nos marcó, como ya he dicho. Estaba en el campo 3, en altura, el día de cumbre... es todo un Cristo. Pues bien, el día siguiente que tenemos que bajar, me tienen que apoyar a tope a pesar de venir muy cansados. Pues bien, desde ese momento, los hermanos Pou hemos participado en infinidad de rescates.

–I.P.: Siempre hemos antepuesto la seguridad de compañeros que había alrededor al objetivo deportivo.

–E.P.: Esa ha sido una de nuestras señas de identidad. Yo creo que ha habido en nuestra carrera como dos señas de identidad muy importantes. Una ha sido el valor humano, o sea, el poner los valores de la montaña por encima de la propia actividad y creo que somos muy conocidos por esto. Y la otra, sin lugar a dudas, es la exploración. El alpinismo de exploración que llevamos haciendo durante muchos años.

–I.P.: El otro día comentaba un periodista, no me acuerdo dónde fue esta historia, en una de las conferencias, que decía que él ahora mismo no recordaba ninguna acordada que estuviese marcando tanto en el mundo de la escala de alpinismo en los últimos 20 años como la de los hermanos Pou. Eso fue muy bonito. La verdad, nos sentimos satisfechos.

–E.P.: Eso es. Y la otra es la que te comento, el saber renunciar a esos objetivos por echar una mano a la gente. Porque la montaña siempre está ahí y se puede volver.

Los Hermanos Pou en PerúDiario de Noticias de Alava

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¿Es común que los alpinistas renuncien a sus objetivos por ayudar a otros u hoy en día en esta sociedad tan individualista hay también en la montaña mucho egoísmo?

–E.P.: Hombre, siempre lo ha habido, pero ahora es muy exagerado. En estos momentos, desgraciadamente, no es que lo que hagamos nosotros empiece a ser una excepción, porque sigue habiendo mucha gente, sobre todo la gente montañera de verdad, de toda la vida, que sí que es solidaria y generosa. Pero los que se han apuntado un poco, sobre todo al carro este que te decía, al himalayismo, esta gente no mira ni a derecha ni a izquierda.

–I.P.: Sí. Esta gente solo pensando en el logro deportivo, en poder volver a casa sacando pecho y diciendo que he hecho esto, lo otro... Pues bien, lo habrán hecho, pero encima lo han hecho en unas condiciones que para cualquier montañero realmente son ascensiones que no valen prácticamente nada. 

–E.P.: Totalmente de acuerdo. En el momento que tienes un montón de gente alrededor, quiere decir que tú no tienes autonomía como alpinista. En el momento que llevas cuatro, cinco, seis sherpas alrededor, para nosotros quiere decir que tú no eres capaz de esa actividad por ti mismo. 

–I.P.: Entonces al final se devalúa mucho la historia y la gente que se ha apuntado a este carro es gente a la que el ego le puede. 

"Al final un montañero haciendo alpinismo técnico duro en altura, casi se parece más a un comando del ejército entrando ahí con los talibanes en Afganistán que a un ejercicio deportivo"

Iker Pou . Alpinista alavés

Lo que sigue igual en la montaña es el riesgo inherente a este deporte. ¿Eso no ha cambiado?

–E.P.: Bueno, el riesgo inherente, como comentabas, es parte de la actividad. Yo creo que el alpinismo y la escalada extrema, por decirlo de alguna manera, no se entiende sin el riesgo. Yo he estado haciendo montaña con gente físicamente muy fuerte que venía de la bici, que venía de correr... Pues bien, en el momento que se dan cuenta, que lo perciben muy rápido, que un pequeño traspiés pueda acabar con su vida, pues automáticamente se les tira la cabeza. 

–I.P.: Al final un montañero haciendo alpinismo técnico duro en altura, un poco lo que estamos haciendo nosotros, o lo que hace cierta gente por ahí también... A ver, quizá es mucho decir, porque no me gustan los símiles guerreros, pero casi se parece más a un comando del ejército entrando ahí con los talibanes en Afganistán que a un ejercicio deportivo. Y es que físicamente estás tan fuerte como un ciclista o un atleta o prácticamente al mismo nivel, pero técnicamente tienes que dominar todas las disciplinas. La escalada en roca, la escalada en hielo, la escalada mixta entre roca y hielo, tienes que adaptarte a la altura.

–E.P.: En la montaña, sabes por dónde vas a entrar a la vía, pero nunca sabes dónde vas a parar, dónde vas a vivaquear, si vas a conseguirla o no. Este año pasado, cuando abrimos Puro Floro en Perú, la vía de alpinismo más dura que hemos abierto, la idea era bajar después de dos días de escalada y bajar por el mismo sitio, pero tuvimos que tirarnos por el otro lado. Tienes que saber manejar muchas cosas, y aún y todo está claro que el riesgo está ahí. 

Sí que tienen asumido ese riesgo, pero asociado a este aparece la posible pérdida de amigos y compañeros de escalada. ¿Cómo llevan esta situación?

–E.P.: La pérdida nos está marcando a sangre y fuego, porque se nos quedan por el camino un montón de compañeros.

–I.P.: Encima últimamente es un goteo continuo. Son todos los años. Te da que pensar si realmente estás haciendo lo que deberías hacer o tendrías que echar para atrás. Pero es también nuestra vida, es la pasión por la vida realmente.

¿Cuándo una muerte les toca de cerca, afrontan con más miedo o respeto los siguientes retos?

–E.P.: La gente piensa que somos suicidas y es lo contrario. El montañero se come la vida a bocados y lo que busca es vivirla con intensidad para que no se te escape entre las manos.

–I.P.: Tenemos una sola vida y va muy rápido. Esa contradicción entre la vida y una muerte que acecha, creo que en la montaña casi todo el mundo la tiene muy asumida, pero duro es duro. Muy, muy duro.

–E.P.: Sí, sí. Ya te digo que ha habido unos cuantos momentos que nos ha dado mucho que pensar.