La mezcla de la coctelera del relevo mixto de contrarreloj concede al Mundial desde 2019 una perspectiva diferente e interesante. Mujeres y hombres compartiendo selección, pedaleando, cada uno a su manera, hacia un mismo lugar. El destino es bonito, pero más bello es el recorrido, el camino de una idea que mancomuna el esfuerzo.

El recorrido, de 53,7 kilómetros, exigía mucho con dos ascensiones a Witikonerstrasse, un repecho de 1,4 kilómetros al 7,3% y rampas que alcanzan el 17%, y un perfil rompepiernas, técnico, que se debían repartir las tres mujeres y los tres hombres de cada selección a partes iguales.

Una vuelta para cada formación del relevo. Tarea compartida. Dependencia mutua. Eslabones de solidaridad. Espíritu mosquetero. Nadie escatimó currículums en la prueba.

Grace Brown, Brodie Chapman and Ruby Roseman-Gannon, durante la prueba. Efe

En ese ecosistema, Australia se encumbró por un parpadeo ante Alemania en un final frenético, un esprint apresurado contra el tiempo. Les separaron 85 centésimas. Nada y todo. Una medalla de photo finish. En menos de un segundo se concretó la dorada gloria. Australia se vistió de arcoíris en un final palpitante, repleto de emoción. Al límite. En la frontera del abismo.

Ajustadísima victoria

Un thriller trepidante por el callejero sereno y opulento de Zúrich. Formaron los aussies con Ben O’Connor, Jay Vine, que se redimió tras su caída en la crono masculina cuando pujaba por las medallas, y Michael Matthews en el tramo masculino y con la fabulosa Grace Brown, campeona olímpica y Mundial de crono, Brodie Chapman y Ruby Roseman-Gannon.

Los relevos de Grace Brown en la desembocadura de la crono, en paralelo al lago, apagaron el entusiasmo de la formación alemana, que asistió a la llegada del relevo australiano. En un chasquido, el oro alemán se convirtió en plata. La alquimia de un proceso de 1h12:52 en un instante.

Las ciclistas alemanas. Efe

A 85 centésimas de Australia se quedó Alemania, que formó con Brenner, Heidemann y Schachmann en el relevo masculino y remató con Koch, Niedermaier y Lippert, en el femenino. Estuvieron de voltearlo todo tras una gran actuación.

El bronce, a 8 segundos de la selección australiana se lo quedó la escuadra italiana con Ganna, Cattaneo y Affini en la parcela de chicos y Longo Borghini, Realini y Paladin en la de chicas.

La selección española, compuesta por Markel Beloki, De la Cruz y García Pierna, Eneritz Vadillo, Paula Blasi y Mireia Benito, nunca tuvo opciones. Congelados en el tiempo, fueron novenos, a 3:50 del combinado campeón.

Las medallas fluctuaron entre los tres países en distintos momentos de la prueba. Compartían piso con estrecheces. Apenas había aire que respirar. La máxima renta estuvo en 21 segundos en el segundo de los pasos intermedios de la crono. Francia se mantuvo cerca, pero se desvaneció a medida que se amontonaban los kilómetros.

En Australia, Jay Vine, aún presente la rabia y el recuerdo del dolor de la dura caída de la crono individual, tiró del trío masculino. El bloque masculino arrancaba la competición y con su llegada se alumbraba el semáforo verde que activaba a las mujeres en la rampa de salida.

Alegría compartida

“Jay Vine nos ha hecho sufrir en la subida”, certificó Bling-bling Matthews. O’Connor, segundo en la Vuelta, era el otro relevista de la selección de Oceanía. Con todo, fue el empuje de Grace Brown, campeona olímpica y Mundial, la que pintó el arcoíris para Australia, la orquesta mejor afinada.

“Me encanta la sensación de compartir el título. Hemos estado muy apurados con Alemania, cavando profundo para darlo todo al final”, estableció Grace Brown, que dejará el ciclismo cuando concluya el curso. “Se disfruta mucho ganar así”, reafirmó Matthews.

A menos de un segundo de la victoria, la selección alemana, bañada en plata, masticaba una derrota cruel después de remontar. Era un empate técnico. Tan cerca y tan lejos. Les quedó el casi de la derrota. En Suiza, maldijeron la exactitud del reloj. Las 85 centésimas. Un suspiro Mundial dio el oro a Australia.