Las calles de Vitoria-Gasteiz no se cansan de ver los mejores eventos deportivos y volvieron a vibrar con la tercera edición del OTSO vi half, que demuestra una vez más el progresivo arraigo del triatlón en el territorio y el crecimiento de una prueba con cada vez mayor número de participantes y seguidores. El clima también acompañó, ya que, al contrario que en ediciones anteriores pasadas por agua, la temperatura fue ideal y la lluvia no se dejó ver salvo por unas gotas aisladas.
Desde el arranque de la carrera a las 12.30 horas, familiares, amigos, entusiastas del deporte y curiosos se reunieron en el embalse de Ullibarri-Gamboa para presenciar la esperada salida de la prueba, uno de los momentos más espectaculares del día con centenares de atletas lanzándose a las aguas del pantano. Tras ello y con Gómez Noya a la cabeza, llegó otro punto interesante con el cambio de ropa al mono de triatlón y el arranque del tramo en bicicleta.
Fueron estos los kilómetros más tranquilos para los atletas con algún aficionado repartido por los pueblos alaveses por los que circularon, pero el plato fuerte llegó con la entrada en el circuito del centro de Vitoria-Gasteiz tras haber superado el paso por lugares emblemáticos como el parque de La Florida o las calles San Antonio y Eduardo Dato.
Un entorno inigualable
La dureza de ir ascendiendo el casco antiguo por las estrechas calles Herrería, Zapatería y Correría la compensaron los seguidores vitorianos con sus aplausos a cada uno de los corredores, con especial énfasis a los primeros clasificados y a una referente local de la modalidad como Ruth Brito.
Especialmente ruidosos fueron el tramo por la calle Mateo de Moraza en la salida de la Correría, donde la organización situó un puesto con un pinchadiscos, y sobre todo la cuesta de San Vicente. Allí, además de poder ver a los corredores en su máximo esfuerzo por la exigencia de la rampa, los aficionados pudieron disfrutar del acceso a dos tramos distintos al coincidir con la bajada a la Plaza de los Fueros y de música en directo con la presencia de unos percusionistas colocados estratégicamente en la curva para ambientar el espacio.
Incluso quienes se habían reunido en los bares de la zona para tomar un café después de la comida con desconocimiento de la prueba terminaron entusiasmándose y juntándose al resto de los aficionados para vitorear a los héroes de la jornada, que respondieron al apoyo con saludos y una sonrisa de oreja a oreja.
Tampoco faltaron la música y los aplausos en meta en la Plaza de los Fueros, aunque la magia de la prueba, una año más, no estuvo en el apoyo que recibieron los ganadores al cruzar la línea, sino en los ánimos que empujaron hasta al último corredor hacia su objetivo por las calles de la ciudad en una redonda jornada de deporte.