El deseo febril de la Itzulia siempre fue abrazar con fuerza Iparralde. 46 años después de Biarritz, la Itzulia se reencuentra con ese anhelo. Así, la carrera vasca, que se disputará entre el 1 y el 6 de abril, recobra el sentido, una prueba que une Euskal Herria en su totalidad, sin fronteras administrativas. La muga natural, el río Bidasoa, servirá de bisagra. La Itzulia elevará su bandera competitiva del WorldTour en Irun, donde se han presentado las entretelas del recorrido.
Allí se pondrá en marcha el reloj de la Itzulia con una crono de 10 kilómetros entre los entresijos de la ciudad. Una vez las manecillas giren los pedales de la carrera, esta se lanzará hacia Iparralde. Kanbo será el punto de destino de la segunda jornada de la gran cita vasca. Es una de las llegadas de la Essor Basque de aficionados. El trazado acumula 160 kilómetros, que cuenta con la dificultad de San Ignacio.
“Llevamos muchos años queriendo volver a Iparralde. Muchos aficionados nos lo piden, pero no es fácil. Hay condicionantes que complican que se pueda hacer. Este año, en el que la carrera cumple 100 años desde la primera edición, teníamos que conseguirlo"
Nafarroa, muy presente
A partir de ahí, desde Ezpeleta, donde Geraint Thomas celebró la victoria del Tour de 2018 tras una crono, la Itzulia recobrará el pulso en Nafarroa, otro territorio cada vez más presente en el corpus de la competición. Altsasu recibirá al pelotón en un día que suma las subidas de Otxondo, Usategieta, Uitzi, Zuarrarrate, Olaberria y Lizarrusti y 190 kilómetros.
Etxarri-Aranatz dará la salida a la cuarta jornada de la carrera. Araba será el siguiente punto de encuentro, con final en Legutio. Opakua, Olaeta y Leintz Gatzaga serán los puertos a ascender en los 157 kilómetros de etapa.
Urkiola asoma en la Itzulia
Vitoria-Gasteiz, uno de los grandes clásicos, será el lugar de inicio del penúltimo ejercicio de la prueba, que se posará sobre Amorebieta, tierra ciclista. Desvanecido el Gran Premio de Primavera profesional, florece Amorebieta como una perla del collar de la Itzulia tras 176 kilómetros de recorrido.
Una de las joyas del ciclismo vasco, Urkiola asoma en el recorrido por la parte más exigente. La deforestación de la subida a la mítica cumbre, víctima de los tiempos moderno, del ciclismo global, al igual que el desvanecimiento de la primavera de Amorebieta, vincula la nostalgia de Urkiola con la carrera. El puerto siempre ha permanecido en el imaginario colectivo de la afición, flotando como los mejores recuerdos. Aquellos maravillosos años.
Urkiola no será el final, sino un tránsito que después sirve para enlazar con Muniketa, dos puntos cardinales del ciclismo vasco que conducen irremediablemente a Amorebieta.
Repetición en Eibar
Eibar, la armera, la ciudad que cambió los fusiles y las pistolas por la industria de la bicicleta, acogerá el final de la carrera vasca con una jornada calcada a la del pasado año, con final en el corazón de la localidad después de un recorrido de 137 kilómetros y siete ascensiones, los siete magníficos: Elkorrieta, Azurki, Gorla, Krabelin, Trabakua, Izua y Urkaregi. Será la traca final.
Si el deseo de la organización se encarna en Iparralde y la nostalgia se traslada a las memorias de Urkiola, de Txakurzulo, la pasión se fija en las cunetas. Imbatible la afición en su amor por la carrera el año I después del Tour, cuando casi un millón de personas vaciaron las gargantas con gritos y ánimos a los ciclistas.
Una carrera más serena
La Itzulia, el Tour de casa, reunirá a la alta aristocracia del ciclismo vertebrando Euskal Herria en una competición que acumulará 832 kilómetros con 4 puertos de primera, 5 de Segunda y 13 de tercera categoría.
La carrera no mantiene el nervio de ediciones precedentes, donde se apostó por interesantes novedades y llegadas por descubrir. Desde la organización se ha optado por un trazado más sereno, con menos dureza y explosividad. De algún modo abandona la aventura, el riesgo y el vértigo que le ha impulsado en los últimos cursos.
Se antoja que después de la crono, la prueba pueda quedar bloqueada hasta el desenlace en Eibar, donde se acumula buena parte de de la dureza en una jornada corta pero explosiva.
Cartel de lujo
En ese mosaico, sólo resuena la ausencia de Tadej Pogacar. En las arterias de Euskal Herria se retarán Jonas Vingegaard, bicampeón del Tour y vencedor de la carrera en la pasada edición; Primoz Roglic, coronado en tres ocasiones en la Vuelta, ganador del Giro y en dos ocasiones el mejor de la Itzulia (2018 y 2021), y Remco Evenepoel, con un laurel en la Vuelta y con las ganas de comerse el mundo y medirse a pecho descubierto a los mejores vueltómanos. Egan Bernal, campeón del Tour de 2019 y del Giro de 2021, también tendrá dorsal en la Itzulia. Tom Pidcock y Richard Carapaz tienen cita con la carrera.
Entre quienes opositan a la victoria desde una segunda línea, cabe destacar a Ion Izagirre, tercero el pasado curso y campeón en 2019 –además de otros puestos de honor– o Pello Bilbao, el mejor ciclista vasco de las últimas temporadas y que tiene cuentas pendientes con la carrera. Mikel Landa, segundo el año pasado, cuidará de Evenepoel y tratará de guiarle hacia la corona de lana. Será el remate de una Itzulia que abraza Iparralde y acaricia Urkiola.
ITZULIA 2024 (1 al 6 de abril)
Irun-Irun: (crono de 10 km.)
Irun-Kanbo: 160 km.
Ezpeleta-Altsasu: 190 km.
Etxarri-Legutio: 157 km.
Gasteiz-Amorebieta: 176 km
Eibar-Eibar: 137 km.