La cuadrilla se ha apuntado de nuevo al éxito tras la victoria de 2019. Con el de este año, los chicos de Laguardia suman ya dos triunfos en el Torneo Interpueblos de Álava. Ante Laudio el primero de ellos y contra Legutio el pasado día 11. Un cambio de guardia en la segunda década del siglo XXI sustituyendo a Gasteiz, campeón el año pasado, y superando en la final a la representación de Legutio, digno subcampeón que defendió sus opciones hasta el final. El equipo de la Cuadrilla de Rioja Alavesa ha sido superior al resto a lo largo del torneo, de principio a fin. Sólo Agurain, “cuando ya habíamos hecho nuestro trabajo y nos permitimos utilizar suplentes, nos pudo ganar” cuenta Mikel Díaz de Guereñu, pelotari referente y digno representante de Laguardia, reciente campeón del mano a mano en la Liga Vasca de Clubes, compañero de Aitor Markaida en la pareja senior; “Aitor es el mejor zaguero alavés, juntos formamos una pareja muy completa y compenetrada, no es fácil que nadie pueda ganarnos”, opina Díaz de Gereñu, pelotari con genio en versión doble: el que hace magia y luce carácter encofrado en un cuerpo cada vez más en consonancia.
La final del torneo resultó emocionante. Acabó según la cátedra había adelantado pero con un guión diferente al previsto. Los puntos que se ponían en juego en las categorías inferiores determinarían qué pueblo iría a llevarse el trofeo.
En cadetes, decían, Laguardia (ArabaErrioxa) partía como favorita. Aner Ruiz de Urra y Egoi Ribera sumarían el punto para que los senior decidieran la final. Resultó ser ese un pronóstico errado, que no contaba con el buen hacer de los rivales y los nervios que atenazaron al pelotari que todo el mundo apuntaba como decisivo. Ribera lo pasó mal. Espeso y superado por la tensión y la responsabilidad, acabó por entregarse sin comprender que “leches estaba pasando”. Pasó que Ander Seara y Aritz Arruiz jugaron a su mejor nivel. El zaguero llevó su partido donde mejor le iba al dúo. Y punto para Legutio.
A priori, cuando tan sencillo parece acertar y prever todo, el dúo de la ribera del pantano, el formado por Iker Cariñanos y Eñaut Moto lo tenían en la mano para darle el punto decisivo y la victoria al equipo de su pueblo, Legutio. Eñaut, un cadete fortachón y de mucho nivel, debía ser el pelotari del partido. Enfrente, para romper con las cábalas premonitorias, se colocaron Sergio Rituerto y Ekain Ormazabal. Pues bien, Eñaut salió como Egoi en el telonero; el partido, el match ball a favor se le hizo cuesta arriba, pero el mérito habría que dárselo a la pareja rival. Ekain es un seguro de vida y Rituerto, en palabras de Díaz de Guereñu, “además de listo y artista, a bote es letal”. En el punto de juveniles, Mikel, nervioso cual moto GP por culpa de Eñaut, el zaguero de Legutio, acabado el punto recibió el reproche significativo del aita de Ekain: “¿ves cómo hay que confiar?, ¡tú, confía siempre!”.
Legutio desaprovechó su chance y Laguardia ratificó la suya con el punto que Mikel y Aitor sumaron frente a Arriolabengoa y Kintana. En un suspiro, en un abrir y cerrar de ojos. Los de la Cuadrilla eran campeones. El frontón de Adurtza lo certificó. La Cuadrilla de Rioja Alavesa estalló de alegría. En la década de los 70, Biasteri lució primacía y ambiente. Hoy, los hermanos Ruiz de Urra, Eñaut y Aner, pareja de gemelos que “comenzaron a entrenar con Lucio Castañeda, hombre clave para el resurgimiento de Laguardia”, apunta Richar Garrido, que ha manejado los entresijos y labor de zapa durante el torneo, un par de chavales “muy luchadores, que van a lo suyo, a no fallar y siempre cumplen”, completa Guereñu, han tomado el relevo de sus ancestros y “lo han hecho muy bien”.
La mayoría de los pelotaris que han alimentado al equipo de Laguardia están bajo control de Gorka González en Txukun Lakua. Oscar Díaz de Guereñu, con la inestimable aportación del técnico “han sido quienes se han responsabilizado de la confección del grupo”, cuenta Garrido, que a su vez ha asumido el control de los permisos para los frontones, la elección de las camisetas y la labor de publicidad y propaganda; “a veces, hacer coincidir el calendario del pelotari con las fechas del torneo era tarea imposible, pero se hacía”. En el primer cruce de la liguilla, ahí, no hubo arreglo. “A todo correr y a última hora, tuvimos que pedir el frontón de Lantziego”, concluye Garrido con el recuerdo de los sudores aún reciente.
El tercer tiempo no se de quien sería responsabilidad prepararlo, pero visto el ambiente, el surtido sobre la mesa y la concurrencia, lo bordó. Puso empeño y le salió bien. Otro punto a su favor.
Lagardia-Biasteri, Labastida, Lantiziego, Lapuebla de Labarca, Yécora, Oyon, – yacimiento de los Markaida–, la cuadrilla entera ha representado con mérito superlativo a la pelota vasca en Álava; “ojalá pronto, aún con pasos pequeños”, añade Mikel Díaz de Guereñu, “recuperemos todo ese bagaje cultural y Pelotazale que no hace mucho representaba nuestra tierra y defendían muchos de sus pueblos”.
En pocas fechas el frontón de La Muralla, emblemático donde los haya, con una pared izquierda llena de trampas, recuperará el bullicio y arte de antaño con una nueva edición del Torneo de Pelota Mano Rodolfo Madrid, ilustre vecino que fuera campeón del mundo y vehículo tractor de la afición local. A partir del 29 de julio, hasta las finales del 27 y 28 de agosto, la piedra y el cuero se citarán otra vez con los buenos aficionados de la zona. Por primera vez habrá pelota femenina de primera, un espacio para los promesas de entre 14 y 17 años y participación de los senior mayores de 18.
El frontón Rodolfo Madrid hará honor a quien le dio el nombre, a los pelotaris de casa, a los alaveses, a la mujer, que se ha hecho hueco por valor y valía y a los buenos aficionados que vayan a disfrutar de nuestro deporte, de la belleza del entorno y el trato exquisito de los habitantes del pueblo. Localidad que ha cambiado el paso para llevar el entorchado del Interpueblos, con orgullo, un año entero.