Son un ejército, quizá el club con más licencias, el más numeroso de Euskadi. Un grupo bien avenido y con mucha marcha. El pasado 28 de enero celebraron su 16º aniversario.

Su general Lee sería Íñigo Roa. El grupo confederado buscó su independencia en 2006, el 20 de diciembre, bajo la bandera Playpadel Gasteiz y en campamento abierto, en las canchas de Mendizorroza a préstamo. Fueron el medio centenar de alzados del Club Jakintza. Un golpe en toda regla a la línea de flotación del buque del Estadio, una pérdida importante en número y en activo. Enumerar la fuerza de choque de la escuadra que abandonó el barco lo dice todo; al frente, los hermanos Roa, Iñaki Goitia, David Rupérez, Manu Juste, Mikel Okiñena, David Aramburu… historia del pádel alavés sin duda.

Tres años y un mes más tarde, Playpadel entra a formar parte de la estructura Bakh, que se convierte en sede social, donde el club puede desarrollar unos propósitos que les fueron impedidos bajo la estructura de Fundación Estadio.

Iñaki Goitia fue el primer presidente. Íñigo Roa se hizo cargo del club al entrar en el Bakh, durante dos años. Le relevó Aramburu, más tarde Fernando Coto y, finalmente, Cristina Previati. A día de hoy, Roa ha retomado las riendas del club, donde aún siguen activos una decena de los viejos rebeldes. Arantza Preciado y Vanessa Pérez forman el bloque duro en la mesa cuadrada del presidente redundante, con Coto, Javier Villanueva, Txus Cobo y Juanjo Narvarte de vocales. Así pues, el nacimiento de la nación sudista va tomando poso, con mucha licencia oro en su seno, mucho ambiente y grandeza de miras.

El juego es, forma parte principal, del ideario del club, pero, por encima de todo, priman asuntos de divertimento puro, sociales. El pádel como premisa y excusa para las relaciones sociales. En este sentido, el Club Play Pádel es una secta. Van todos a una. En las competiciones por equipos, el grueso del ejército viste los colores del club de la Ciudad Deportiva del Baskonia. El 50 %de los participantes en ese tipo de torneos son miembros pertenecientes al club.

La fiesta del segundo sábado de julio, la Ibicenca, es un sello implícito de la organización. Este año, la gala blanca cumplirá su 14ª edición. El segundo hito, primero en importancia por lo que supone, será la celebración del XIII Torneo Benéfico que lleva donados 47 mil y un largo pico de euros a asociaciones como Aspanafoa, asociación de padres y madres con niños con cáncer; la Fundación Alba Pérez para la investigación del cáncer infantil; Stop Sanfilippo, una fundación que lucha contra las enfermedades raras; Asociación Down Araba; Asama, Asociación Alavesa de Mujeres con Cáncer de Mama; Asociación AHOA, que llevó el cuidado dental a mucho país subdesarrollado; Ayuda en Acción, ONG que se posiciona a favor de la educación de los más vulnerables en el mundo y Asociación ADATO, que se preocupa de hacer llegar ayuda médica a personas sin recursos. En tercer lugar situamos la fiesta aniversario. Comenzó a las 21:30 de la noche y acabó cuando DJ Sota no podía con su alma. Pasadas las 5 de la madrugada 5 o 6 valientes acababan con la alcalina en la mítica Mitika. Gentes del club y el pequeño grupo de invitados, todos de negro y rojo –Juanjo Narvarte y Aitziber Álvarez, míster y miss de la fiesta– aguantaron el tipo hasta que Querejeta dijo basta y entraron las brigadas de limpieza en el campo de batalla. Ángel de la Torre vistió las mejores galas entre los chicos, y no hubo otra de elegante como Ana, la hija de Eva Rodríguez, la mujer que mejor llevó nunca unos Lee Rider desgastado en los mejores años de nuestras vidas. Entre el general Lee y unos vaqueros anduvo el asunto.

Toda fiesta que se precie termina igual en los estados del sur, con Vanessa y su padre Pedro Pérez marcándose un Torito Bravo. Orgulloso estaría el Fari de haberlos visto. Otro especial y grande.

P.D. Para Luisa, por el kantxero.