Joseba Ezkurdia (Arbizu, 1991) está tranquilo. Después de empezar con una derrota la liguilla de cuartos de final del Cuatro y Medio, lleva tres partidos seguidos a vida o muerte. Los solventó para meterse en su tercera final del acotado, la distancia en la que se siente más cómodo. En el Bizkaia quiere arrebatarle el cetro a Jokin Altuna.
Juega su tercera final dentro del Cuatro y Medio contra Altuna. Las dos anteriores, en 2018 y 2019, fueron en el Navarra Arena y las ganó. ¿Qué espera?
—Estoy contento de estar en la final de nuevo. Para mi juego es mejor el frontón de Iruñea, porque es más exigente y tienes más opciones si metes ritmo. El frontón de Bilbao da algo más de tiempo de reacción. Estoy contentísimo por jugar un partido así contra Jokin. Es un día muy especial, muy bonito y a la vez muy difícil. Tengo ganas de que llegue.
Altuna III suma su séptima final consecutiva en el acotado.
—En todas las modalidades juega mucho, pero en el Cuatro y Medio está más cómodo aún. Domina la distancia. Él es consciente de ello. Es lo que mejor le va. Hace las cosas muy fácil. Es muy difícil de batir. Hay que hacer todo muy bien para tener opciones.
“Siempre he sido un pelotari grande y tenía dudas con respecto a la defensa. No sabía si iba a dar el nivel”
Usted también ha demostrado que es la especialidad en la que se siente más a gusto, ¿no?
—Sí. Me siento bien. Si echas un vistazo a los títulos, es la que mejor se me da: imprimo velocidad, defiendo bien, hago daño con el saque...
Siendo un manista grande y potente, daría la sensación de que el mano a mano se le debería dar mejor.
—No tengo ese golpe largo para atrasar la pelota. Mi pelotazo es de velocidad. En el Manomanista juego cómodo cuando estoy bien, pero los resultados no me han acompañado tanto como en el Cuatro y Medio. Lo importante es que en los tres campeonatos importantes estoy rindiendo todo el año a buen nivel. Eso es lo que más valoro.
Además, se mueve a mucha velocidad siendo un pelotari de 93 kilos y 1,93 metros de altura.
—Debuté con mucho miedo por eso. Siempre he sido un pelotari grande y tenía dudas con respecto a la defensa. No sabía si iba a dar el nivel. Eso me ha hecho entrenar mucho los desplazamientos, la agilidad y la velocidad. Soy corpulento y tengo que entrenar más que otros para tener esa chispa de piernas.
“Si hace siete años me hubiera pasado lo del mano a mano, estoy segurísimo de que habría tenido un bajón”
Se dice que solo se puede ganar atacando en este Cuatro y Medio tan explosivo. Sin embargo, ha ganado partidos en defensa. Por ejemplo, la semifinal contra Peio Etxeberria.
—Es muy importante defender y, con la velocidad con la que se juega hoy en día, no fallar pelotas tontas. Fíjese, en el primer tanto contra Peio me tuvo de lado a lado y terminó echando el gancho fuera. Esos detalles son clave. Eso conlleva conseguir el saque y tener la posibilidad de seguir sumando. Si defiendes bien, la opción de ganar es mayor. Ahora todo el mundo acaba el tanto con pelota franca y defender bien es vital.
Jokin y usted son los dos intocables de Aspe. ¿Cómo es la convivencia en el mismo vestuario?
—Lo llevo bien. Sé que el capo de Aspe es Jokin. Eso es así.
¿Está seguro?
—Sí, pero me centro en lo mío. Nos llevamos bien. En la época de la pandemia nos tocó hablar mucho. Tenemos mucha relación. Me centro en mi trabajo. Solo me concentro en lo que está en mis manos.
¿Esta versión es la mejor de Joseba Ezkurdia?
—Siempre vas aprendiendo y madurando. Llevo tiempo a buen nivel. Me siento bien. Creo que domino el juego y me siento cómodo en el frontón. El año pasado hice un muy mal verano y desde entonces estoy rindiendo a un grandísimo nivel. Estoy contento. Quiero seguir en esta línea.
Prosiga.
—Si hubiera perdido la final del Manomanista siendo más joven, me habría entrado el bajón. En este curso lo tomé con otra mentalidad, ya que estaba bien físicamente y de cabeza. Quise alargar el buen momento lo máximo posible e hice un buen verano. Con el tiempo se va aprendiendo. La veteranía se nota. Antes, jugando mal perdía, pero ahora no jugando tan bien saco adelante los resultados.
Tenía mucha ilusión en la final del Manomanista y se llevó un golpe muy gordo –perdió contra Laso por 7-22–; pero, como dice, ha hecho un estupendo verano. Le da la vuelta a los malos momentos mucho más fácil.
—Sin duda. Si hace siete años me hubiera pasado como en el mano a mano, estoy segurísimo de que habría tenido veinte días o un mes de bajón en los que no habría estado jugando con las mismas ganas y chispa. En junio cogí cuatro o cinco días para unas vacaciones y cumplí los compromisos de la empresa muy a gusto. Enfoqué el Cuatro y Medio de San Fermín porque me sentía muy bien físicamente y quería aprovecharlo. Lo he tomado con otra perspectiva. Se nota la madurez, el tiempo. He aprendido. Antes tenía más altibajos. Ahora soy más regular.
No hace parches.
—Alguno sí (risas). En la final del Manomanista los detalles no me acompañaron al principio y luego me ganó fácil. Pero es verdad, ahora no meto tanto parche. Soy un pelotari más completo. Creo más en mí mismo y estoy disfrutando.
“Estoy en uno de los mejores momentos, pero hay que ser ambicioso y tratar de continuar mejorando”
¿Fue consciente de lo fácil que superó el trance de aquella derrota contra Laso o le ha servido el tiempo y la distancia para valorarlo?
—Me di cuenta al momento. Ya le digo, en el pasado no habría tenido ganas de ir a entrenar como siempre. Esta vez fui consciente de que quería seguir igual para el verano. Hacer un buen Cuatro y Medio de San Fermín –ganó la final a Laso por 15-22– me ayudó para seguir en esa línea. No quería entrar en un bucle de negatividad y victimismo. Mi intención era continuar disfrutando de la pelota tal y como lo he hecho siempre.
Durante estos últimos años se ha hablado de la evolución de Ezkurdia. ¿Ha terminado ya la transición?
—Siempre hay margen de mejora tanto en el aspecto físico, como técnico o psicológico. La vida te va enseñando. Igual ahora piensas de un modo y en un año pasa algo que hace que cambies la perspectiva al completo. Estoy muy bien. Me siento tranquilo y confío más en mí mismo. Estoy en uno de los mejores momentos de mi etapa profesional, pero hay que ser ambicioso y tratar de seguir mejorando. Siempre hay que querer más: ser mejor persona, deportista o pelotari. Parece lo típico, pero es importante.
¿Tiene herramientas psicológicas con las que antes no contaba?
—Siempre he trabajado ese aspecto y sigo en ello. Lo esencial es querer más y seguir mejorando. Para ser un pelotari todavía más completo hay que seguir apretando la tuerca.
Es un veterano y juega como tal.
—Eso se nota. Lo he sufrido yo mismo en mis carnes. Eso lo aportan los años que has jugado, los partidos que llevas y que te conoces mejor. Al principio de los campeonatos, en los que igual no estás en tu estado óptimo, sabes que vas a sufrir para ganar. Aprendes a sufrir.
De hecho, ha ido de menos a más en el presente Cuatro y Medio.
—Contra Aitor Elordi lo pasé mal –perdió por 17-22–. En el partido tuve la opción de romper y no fui capaz. Me tocó sufrir. Cada tanto pensaba en hacer uno más, porque en la liguilla el tanteo es muy importante. Tal vez ves de forma distinta las cosas. Hace siete u ocho años, mentalmente, habría empezado a pensar en acabar cuanto antes e irme a casa. Este Cuatro y Medio ha sido duro. He jugado con mucha tensión todos los partidos. Han sido a vida o muerte. Tenía que ganar sí o sí. Estoy contento por la manera que he llevado la presión.
¿Está programado eso de ir de menos a más en un campeonato?
—Es difícil estar bien en el primer partido. Intentas llegar lo más lejos posible y con mejores sensaciones.
En verano tuvo bastante tralla.
—En agosto jugué muchos partidos y en septiembre me bajaron. Descansé tres o cuatro días y empecé a entrenar duro. A finales de agosto e inicios de septiembre metimos mucha carga para ir bajando poco a poco. Estaba bien físicamente, pero no jugué suelto. Son partidos de sufrir y de sacarlos adelante como sea. Al ganar a Danel sabía que iba a estar mejor ante Laso, porque era un partido especial, de los que gusta.
Contra Elezkano II es un ejemplo de no jugar bien y ganar.
—Tuve mejores sensaciones en la primera parte contra Elordi que contra Danel. No jugué cómodo. No me sentía bien en el frontón, pero sacando bien, jugando a los pies y sufriendo pude sacarlo. Es importante.
Se conoce más a sí mismo, como dice.
—Es esencial conocerse y enviarse mensajes positivos. Eso lo dan los años y los partidos.
Antes del Cuatro y Medio de 2021 trabajó con la nutricionista Itziar González de Arriba –a la que también recurren deportistas como Sergio Canales o Dani Carvajal–. Le quitó las molestias físicas. ¿Cómo fue ese proceso?
—Fue un mal verano. Tenía dolores en el hombro, la espalda y las rodillas. Empecé con ella. El primer mes y medio fue duro, porque era una dieta muy estricta. En quince días desaparecieron las molestias y me sentí mucho mejor. Me veo rápido y sin dolores. Me siento bien.
¿Cómo empezó el tema?
—Mi hermana es fisioterapeuta y le gusta ese mundo. Llevaba tiempo hablándome de ella y no le hacía ni caso. No es que estuviera tocando fondo, pero no estaba bien en la cancha. Era el momento de probar. Si no lo veo, no me lo creo. Estaba inflamado y jugar sin dolores es una gozada. Me arrepiento de no empezar antes.
¿Han desaparecido esos dolores?
—En vacaciones, si te descuidas un poco con la alimentación, vuelven a salir, pero sé lo que tengo que hacer para eliminarlos. No es como antes.
Continúe.
—Yo pensaba que comía bien, pero di un cambio radical. Después ajustamos y tengo una nutrición más normal. Al principio, solamente comía verdura, arroz y poco más. Ni pescado ni carne. Para desayunar tomaba muchas especias, avena y alimentos antiinflamatorios.
Va a la tienda del pueblo y pide cúrcuma...
—Tuve que decirle a mi hermana que me la trajera...
¿Le tocaba hacerse la comida?
—Entonces estaba en casa de ama y ella me ayudó mucho. Hacíamos para varios días.
Lleva dos años sin ganar una txapela. ¿Se le ha hecho largo o no siente tanta presión como antes?
—En la pandemia gané con Julen Martija el Parejas de 2020. Siempre quieres ganar, pero no le doy mucha importancia. Estoy dando un buen nivel. Sí que la pandemia se me hizo dura, no estuve bien. Luego volví con ganas.
Fue complicado estar sin público.
—A mí la pandemia me sentó mal. Se me fueron las ganas de competir. No es solo jugar sin gente, es que los campeonatos no eran normales. No disfruté nada.
¿Cómo fue jugar una semifinal contra Peio Etxeberria, una persona que tiene tan cerca?
—Fue bonito y difícil. Personalmente, fue más difícil para mí el cruce de semifinales del Cuatro y Medio de San Fermín en Sopela. No estaba nada centrado. Pensaba en mil cosas en vez de en lo que tenía que hacer. Esta vez lo gestionamos mejor. Entrenamos físico juntos un par de veces y el día anterior nos dimos un abrazo y nos deseamos suerte. Son momentos bonitos pero difíciles. Pude llegar a 22, pero sé que más pronto que tarde me va a ganar. Ante todo está la amistad y me está ayudando a preparar la final. Queremos lo mejor el uno para el otro.
Es un poco el mismo papel que tuvo Juan Martínez de Irujo con usted.
—Juan me ha enseñado un montón de pelota y siempre ha estado para ayudar. Estoy muy agradecido. Llevo muchos años con Peio. Desde el principio conectamos bien y nos entendemos rápido. Es un grandísimo amigo.
Le toca también ser el veterano de Aspe junto a Zabaleta.
—Antes había más pelotaris veteranos. El que debutaba era para años. Con la filosofía actual de las empresas es más complicado. Me llevo bien con todos.
¿Se nota el cambio generacional?
—Ahora no queda nadie de la generación de Irujo, pero en el vestuario el ambiente es natural y cada uno tiene su papel. Hay buen ambiente. Se habla de todo, pero de pelota es lo que menos. Las amistades es lo que uno se lleva de esto.
En su caso, entra en el profesionalismo en un momento en el que hay muchos pelotaris con mando.
—Había mucho gallo. Me imponían. Estamos hablando de Irujo, Xala, Zubieta, Barriola, Titín III, Gonzalez, Pascual, Merino II… Les tenía mucho respeto.
¿Cumple el papel de veterano?
—Soy como soy. Hago mi trabajo y no intento dar consejos. Si me los piden, los doy sin problemas. Cuando debuté siempre estaba atento a lo que hacían o cómo se ponían los tacos. Siempre he sido observador. Se aprende. Hace poco un pelotari joven me preguntó qué solía hacer en los partidos importantes. Le di mi opinión. Es bueno que los jóvenes tengan interés de mejorar.
Veterano con 31 años.
—Estoy en lo mejor. Quiero alargarlo unos años más. Ahora la vida del deportista de élite se ha ampliado y me quedan buenos años.