El año que viene se cumplen 70 años de un gran invento que al principio no pareció serlo. Nunca se sabe con las novedades. Las grandes ideas, incluso las pequeñas, suelen ser incómodas, algunas incluso acaban en la hoguera. Las ideas que son capaces de cambiar el rumbo de la historia son rebeldes, contraculturales y necesitan el paso del tiempo para darles el valor que merecen. 

En 1953, alguien, porque las grandes ideas en ocasiones se pierden en el anonimato, decidió empequeñecer el frontón, hacerlo más corto. No se trataba de derribar el rebote y situarlo más próximo al frontis. Se decidió colocar una raya en el Cuatro y Medio, una distancia caprichosa, pero una medida, una frontera, una decisión. 

Así nació el acotado, la jaula, una nueva competición en la mano, que se dividía en el tejado a dos aguas del Manomanista y el Parejas. La novedosa competición lo fue tanto, que a muchos, la mayoría, les torció el gesto. Una herejía para los aficionados, entrenada la mirada para la épica y la mística del Manomanista y la solidaridad, el trabajo y el bien común del Parejas.

Presentación del Cuatro y Medio Oskar Gonzalez

El comienzo de aquella idea coronó a Akarregi en una final al límite ante Bolinaga: 22-21. Ni lo apretado del resultado en las siguientes finales fue reclamo suficiente para enfatizar la distancia, ni corta ni larga. En 1957 pereció el primer brote del Cuatro y Medio. Cayó en desuso la competición, plegada en el cajón durante tres décadas, entre 1958 y 1988. 

RETEGI Y TITÍN 

Aquella ocurrencia primigenia se recuperó 30 años después y emergió Julián Retegi, el marista eterno, el mejor de la historia. Aunque tímidamente, la competición fue adquiriendo cuerpo hasta que en 1997 alcanzó uno de sus grandes hitos, el punto de inflexión. De nuevo asomó Retegi II, el campeón de campeones. El de Eratsun remontó al fogoso e imaginativo Titín un 21-17 en contra. Venció por 22-21.

Aquel episodio, del que todavía se discuten un par de remates del mago de Eratsun, impulsó al Cuatro y Medio a una nueva dimensión. Fue tal el impacto de la final, que hasta una entidad bancaria repartió vídeos de aquella memorable final. Retegi II se caló la txapela, pero ganó la nueva especialidad. Aquella idea loca era una locura genial. 

DE AIMAR A ALTUNA II

Se sucedieron campeones, estilos distintos y la jaula la sublimó el ajedrez de Aimar Olaizola, coronado en siete ocasiones, el gran dominador de la distancia. Solo perdió una final en el acotado. El magisterio de Olaizola II señala ahora a Jokin Altuna, seis veces finalista sin descanso, tres veces campeón. La última, el pasado curso. 

Altuna II asoma como uno de los grandes favoritos a recolectar otra txapela en la distancia. Se espera el pleito con Ezkurdia, dos veces campeón, o con el rupturista Laso, el huracán del Manomanista. Ellos son los que apuntan a la cúspide, a la que también opositan Erik Jaka o Mikel Urrutikoetxea.

A TODO O NADA

Eso se supone, pero la jaula es muy abierta, al contrario de su denominación. Tiende a igualar, a emparejas las fuerzas. Altuna, Laso, Peio Etxeberria y Ezkurdia son los cabezas de serie de una torneo que arranca este fin de semana y que concluirá con la final del 20 de noviembre en el frontón Bizkaia. Iza la bandera el acotado en Villabona, donde competirán Elezkano y Artola. Es el amanecer de un esprint. 

Zalla se convertirá en el epicentro de la primera ronda, la de octavos, con dos enfrentamientos. Urrutikoetxea, campeón en 2015, pleiteará con Jon Ander Peña. “Es un partido complicado. Jon Ander es un rival muy agresivo”, dice el vizcaino sobre su rival. En el mismo recinto, Jaka se las verá con Elordi. El último encuentro de los octavos enfrentará en Lekunberri a Darío, debutante, y Agirre, que llega desde una previa. El riojano ha desplazado del Cuatro y Medio a Iker Irribarria, que nunca ha encontrado su sitio en el acotado.

Campeonato del Cuatro y Medio

Campeonato el Cuatro y Medio

CABEZAS DE SERIE

A partir de la criba de octavos, esos partidos de todo o nada, de seguir la carrera o irse a casa, emergen los cabezas de cartel: Altuna, el campeón en curso, Peio Etxeberria, Laso y Ezkurdia. Todos ellos comenzarán a mediados de octubre sus respectivos encuentros. El de Amezketa, que defiende el título, no se siente favorito, aunque lo es. 

Lo dice su palmarés y lo refrenda el trofeo al mejor pelotari del año, que ha recibido antes del sorteo del campeonato. “Ser favorito o lo que has hecho, no sirve para nada. Hay que demostrarlo todos los días. Hay rivales que juegan el copón y si no estás bien, te vas al hoyo. Esto es un aprendizaje constante”, expone el guipuzcoano, el hombre al que todos miran. 

LA AMENAZA PARA ALTUNA

Los otros focos se frenan sobre Ezkurdia, consistente y fiable, campeón en 2018 y 2019, y la figura de Unai Laso, piel roja la suya, campeón del Manomanista, y finalista de la pasada edición del acotado. Laso surge entre dudas después de una lesión. Pero el deseo tira de él. 

“Tengo muchísimas ganas. Tengo hambre de pelota”, sostiene el navarro, que aún no ha podido entrenar, más allá de ensayar algunos saques. El hecho de que entre a competir en cuartos contribuye a dar serenidad a Laso. “Tengo más tiempo y en la liguilla tienes margen de error”, sostiene el navarro que no elude estar entre los favoritos al txapela. “Sí, soy uno de los favoritos”. En el Cuatro y Medio son muchos y variados. En ese minifundio que ahora es un gran reino, Altuna defiende el trono.