l trenecito de la bruja corre más que ellos, pero por empeño y ganas que no quede. Se apuntan a lo que haga falta, lo que verdaderamente importa “es pasarlo bien o muy bien”. ¡Vaya si lo pasan bien juntos!, donde sea, cuando sea y con quien sea. Con la pala, con el palo, con el balón... durante el día y por las noches. La vieja cafetera se ha marcado un estreno inesperado en la liga de Fútbol 7, aunque alguno de sus componentes imaginaron algo parecido, “hemos peleado en sitios peores y de más envergadura”. Si, cierto, pero el domingo, en la final de Copa, el Iturribero les dejó sin trofeo y cierto pitorreo: “árbitro deja de pitar tanto. Claro, como están mayores...”, soltaban los campeones cada vez que los chicos del 2 caían al suelo. Y lo hacían con orgullo e hinchando el pecho, algo de cresta y, cuando les tocaba dar, ante las quejas del rival, “ni mirarles tú”; Raúl el zurdo, el único con experiencia en el fútbol profesional, se marcó un par de esas de cuando uno marca el territorio.

Los chicos de la foto saben bien qué es el ocio. Pádel y fútbol postulan, más el primero que el segundo, con un poquito de golf de por medio, por las horas de asueto del grupo. Nunca en detrimento del otro ocio, mucho más importante, de ligoteo y noche bañado en no sé qué tipo de alcohol con refresco. El pádel es para el grupo, punto de encuentro, un deporte atractivo, socializante y... “se conoce mucha gente”; casi todos terminan emparejados y jugándosela a lo mixto. “Nunca más”, perjuran. Todos los de aquí participan en una liga interna, -“La Liga A, ojito”, subrayan casi al unísono las figuritas- que se juega en Pádel Norte los lunes y martes, dos horas cada tarde. Partidos de cuatro, todos con todos, y a ver quién suma más juegos. Así, cuando termina la temporada, el campeón, el número 1, consigue un premio adicional. Luzu, el que mejor despeja, aunque sea en la meta rival, se lleva la palma en la cancha. Con el beneplácito de Adrián, “el pichichi”, que no juega la liga porque él está a otro nivel. Se encarga de organizarla don Yayo, el padrino. Aquí no le pillas en fuera de juego como en el fútbol, no, aquí es un lince. Los primos Alain y Javi, los reyes del tequi-fres, que le ponen la guapura al verde en ambas superficies. Fer, la disciplina férrea, en voz alta, ¡bueno es él! Está Gorbeña, alicate, alkate y káiser, de sangre rojiblanca; Maule, la btt de rueda ancha -la mejor defensa del pádel y un “ataquillo” de comedia-; los primos Valgañón, Nacho el winchester y Cecilio el pelotari, de Ezcarai, un seguro de vida el segundo y de horchata en la sangre el primero; Llarena no aparece ni se le espera, emigró a Catalunya, puro potencial; Boni, la grúa humana, que en vez de plomada maneja cubatas; Txemael kantxero, estratega de físico insuficiente que venía de portero para el fútbol y se quedó sin sitio porque se lo quitó Antxón, el hernaniarra, que más tarde lo perdería en favor de Serranito, buen jugador de pádel y mejor guardameta; el canario Dailos, especialista en pegarle con la uña; Guréndez, un 4X4 de la alemana BMW; Raphael la ninja turtle, de alta postura, mil posturas, posturitas, buen futbolista que suele acudir a los partidos junto al chaval que golea con el Athletic, Julen Llorente; Iván Guereñu es el artista y el golpeo; Pinedo, Aitor, la última incorporación, pelotari y habitual con los veteranos del Glorioso.

Gente veterana la mayoría, que comparte pádel y fútbol -y otras pasiones-, con tiempo libre para inventar mil movidas y rendir hasta donde llegue el recreo, como debe ser. Faltan un par de figuras indispensable: la primera, Crespo el mayor, es Don Florentino, preside el Club Deportivo Pádel Norte y el equipo de fútbol; la segunda, Mai, masajista del equipo que no se pierde un lance y los tiene a todos con “ganas de tirón”.

En fin, son amigos y compañeros, la fusión de un grupo de deportistas que igual le pegan al balón como a la pala y al golf. Individuos que no entienden la vida sin el deporte y, mucho menos sin disfrutarla a tope. Algunos se han ganado una plaza para competir en la fase final del The One Race To Marbella, aunque la mayoría de ellas, no menos de una docena, ya han cogido el billete para el avión y el hotel de estancia. No van a jugar, quizá no vean un solo partido de pádel y golf pero, lo que es seguro, es que sabrán disfrutar de una semana en la Costa del Sol como mandan los cánones del vividor. l