- La vida de Mino Raiola, apagada este sábado a los 54 años, tiene el aire de una epopeya. Su carrera empezó de cero como hijo de inmigrantes italianos en los Países Bajos pero, más tarde, se coronaría como el superagente del fútbol, cerrando los fichajes más sonados y embolsándose míticas y desorbitadas comisiones.
El conocido empresario (Nocera Inferiore, 1967) había sido ingresado en el hospital San Raffaele de Milán (norte) y desde hacía días presentaba graves condiciones tras una larga enfermedad, no especificada.
Raiola fue uno de los representantes de futbolistas más poderosos del planeta, conocido por su tenaz dote negociadora y por haber cerrado algunos de los contratos más sonados de los últimos tiempos. Su último galón fue el delantero noruego del Borussia Dortmund, Erling Haaland, pretendido por todos los grandes clubes del continente, como el Real Madrid o el FC Barcelona.
La carrera del adinerado empresario empezó prácticamente desde cero. En la década de los 60, muchas familias italianas emigraban y la suya hizo lo propio cuando él era un niño, abandonando el empobrecido sur italiano para asentarse en Países Bajos, en Haarlem, donde creció.
Allí su padre, un mecánico napolitano, abrió un restaurante de comida italiana al que puso de nombre “Napoli” y donde Raiola empezó a trabajar con solo 11 años, sirviendo platos de pasta y pizza. Entre las mesas del local, rápidamente popularizado en la ciudad neerlandesa, el joven Mino se desempeñó como camarero, entablando conversaciones con los comensales más dispares y adquiriendo, aún sin saberlo, el don de gentes y el olfato que le caracterizaría.
Mientras, Raiola empezaba a jugar en el equipo juvenil de Haarlem pero no tardaría en abandonarlo puesto que lo suyo, sin duda, eran los negocios, como había aprendido en aquel mentidero familiar. Por aquel entonces había comprado una franquicia de McDonalds para venderla poco después y con el dinero de esa operación emprendió su nueva vida como agente de futbolistas, un sector que conocía por sus amistades entre los directivos del Haarlem, clientes habituales.
Con tan solo 20 años, Raiola fundó su empresa de intermediación, “Intermezzo”, enviando jugadores holandeses en su país natal. Sus primeras operaciones fueron el pase de Dennis Bergkamp del Ajax al Inter de Milán en 1992 o el fichaje de Bryan Roy por el Foggia. Luego pilotaría la llegada en julio de 1996 al Lazio del centrocampista checo Pavel Nedved, procedente del Sparta Praga.
Enseguida llegarían muchos otros contratos y la puesta en marcha de una maquinaria que le haría millonario, imponiendo a lo largo de las negociaciones suculentas comisiones por su trabajo y por las primas de fichaje de los jugadores a los que representaba. Su notoriedad se consagró con el fichaje de los futbolistas más famosos del mundo. Por ejemplo, hizo que Zlatan Ibrahimovic lograra un contrato por encima de los 10 millones de euros en 2006 con el Inter y, tres años después, favoreció su desembarco en el Barça.
Bajo su protección acabarían otros grandes nombres como Mario Balotelli, a quien en agosto de 2010 llevó del Inter de Milán al Manchester City y en agosto de 2014 al Liverpool. O el francés Paul Pogba, para quien cerró en 2012 una operación récord para el Calcio italiano, su traspaso al Juventus desde el Manchester United por 105 millones de euros, llevándose la friolera de 27 millones de euros por su mediación.
En su exitosa carrera Raiola se ganó fama de directo, a menudo bronco, lo que le llevó a protagonizar sonadas polémicas, como cuando recomendó “un hospital mental” a Pep Guardiola cuando entrenaba al Barcelona, en la etapa de Ibraimovich como blaugrana. Aunque sus representados siempre le vieron como una especie de figura paterna. Tal es así que Balotelli acudió a él cuando en 2011 provocó un incendio en su casa de Londres tras lanzar con amigos fuegos artificiales desde la ventana del baño.
El 28 de abril de 2022 los rumores sobre su muerte en el hospital milanés corrieron como la pólvora por internet y la prensa de medio mundo, atónita, aunque la información no tardó en ser desmentida con un mensaje en primera persona desde su perfil de Twitter. “Para quienes se preguntan sobre mi actual estado de salud: cabreado porque me han matado por segunda vez en cuatro meses. Pero también parecen capaces de resucitarme”, reprochó en un escueto texto que, sin embargo, ya dejaba entrever su habitual tono cáustico.
De la nada logró construir un imperio; muchos le criticaban y los clubes le temían, pero terminaban acudiendo siempre a él