robablemente, Moby Dick, la novela de Herman Melville, describa como pocas las obsesiones del ser humano, sus pulsiones y sus arrebatos. La infatigable persecución del capitán Ahab para capturar la ballena blanca es la representación de los abismos del ser humano, pero también un ensayo sobre la fiera voluntad que se necesita para lograr lo que se anhela. La búsqueda de Pello Bilbao tenía que ver con la Itzulia. Era su Moby Dick, su ballena blanca. No se rendía el gernikarra a pesar de acumular derrotas dolorosas como la de la pasada edición de la carrera, en Hondarribia, cuando Ion Izagirre le rebañó la victoria en un cerradísimo esprint. Pello Bilbao, disciplinado y perfeccionista, no perdió el tiempo en lamentos. Abrazó a Izagirre y continuó adelante, mirando al futuro. Su máxima es la mejora constante. Así ha ido creciendo. Por eso, esta campaña el gernikarra está reeducando su pedaleo. Quiere que sea más eficaz.
El golpe de pedal que estrena le llevó a su victoria más querida tras derrotar a Alaphilippe en un esprint lisérgico en Amurrio. Fue el triunfo más sentimental para Pello Bilbao, que apiló dos triunfos de etapa en el Giro y otro en el Dauphiné. Sin embargo, el gernikarra quería bañarse en la felicidad de la Itzulia. Es la carrera que lleva tatuada en el corazón, el Tour de casa. Nada se le parece. Incomparable. “No está en ningún mapa. Los lugares verdaderos nunca lo están”, dijo el capitán Ahab en su febril persecución de la ballena blanca, su pulsión, locura y arrebato. De algún modo, la Itzulia es un no lugar que conecta irremediablemente con Pello Bilbao.
Le daba igual al gernikarra en que meta enfatizarse, pero quería hacerlo en la carrera de casa, la de mayor calado emocional para él. “Sí, ésta es la victoria más especial para mí. Cuanto más persigues una cosa, más felicidad te da cuando la consigues. Estuve cerca muchas veces”, describió el gernikarra, que logró el más difícil todavía al batir en un mano a mano a Alaphilippe, un tipo que no hace prisioneros. “Era complicado, pero cuando vi que era capaz de superar a Alaphilippe y le gano, la rabia que saqué fue difícil de describir”, expuso el ciclista de Gernika.
Pello Bilbao intentó evitar el esprint. Atacó en dos ocasiones para desbaratar una llegada que parecía perfecta para el campeón del Mundo. “No estaba convencido de poder ganar a Alaphilippe al esprint, por eso intenté sorprender a falta de 6 y 3 kilómetros de meta, cuando Roglic me dejó unos metros, pero sabía que era difícil, además Yates salió a cerrar el hueco”, explicó. El gernikarra recalculó sus opciones toda vez que el esprint en Amurrio era inevitable. Pello Bilbao se encoló a Alaphilippe, el gran favorito. “Seguí la rueda de Alaphilippe por su velocidad y porque tenía la colaboración de Remco Evenepoel. Fue clave coger su rueda. Una victoria a lo grande”, dijo eufórico en meta el ciclista vizcaíno. Se lanzó a la aventura del esprint, a un imposible, tal vez. “Había perdido la confianza en el esprint, pero hoy la he recuperado, ganando, además, al campeón del Mundo. Ganar ha sido cumplir un sueño, pero el podio también es un objetivo”, cerró Pello Bilbao tras tachar su obsesión.
“No estaba convencido de poder ganar a Alaphilippe al esprint; una victoria a lo grande”
Ciclista del Bahrain