- Nada como un seudónimo, un alias o un mote. Eso implica estatus, aunque no siempre sea el deseable. A Valverde le pusieron El Bala por eso de la velocidad, de la puntería y porque casa estupendamente con su apellido. La última campaña de Valverde en activo la bautizaron en el Movistar con La última Bala, de El Bala se entiende. Probablemente no sea la idea más rupturista del mundo. La anáfora, en cualquier caso, tiene todo el sentido si no fuera porque el propio Valverde la desmiente convenientemente. El cargador del murciano no solo dispone de una bala. Mejor si hubieran nombrado a la campaña final como la última ráfaga de Valverde, porque a pesar de su biografía, de los 41 años que en no mucho serán 42, sigue escupiendo triunfos con pasmosa facilidad. Un caso singular el de Valverde, un Benjamin Button a pedales.

Siempre hay una bala en la recámara para Valverde, que más que un pistolero con un revolver ajado que camina hacia el crepúsculo, se asemeja a un francotirador pegado al gatillo de una Gatlin, aquella ametralladora que giraba endiablada en la conquista del oeste. Cuando la Gatlin paraba, de su tambor salía humo. La señal del fuego. Hay fuego aún en el crepitar de Valverde, que continúa encendiendo la antorcha de las victorias. No hay escenario que se le resista calendario que le oxide. En Mallorca, después de ser segundo en un mano a mano con Tim Wellens, Valverde afinó la puntería para sumar otro triunfo a su museística vitrina. Valverde, que fue homenajeado por la organización antes de que la carrera partiera, agarró el Trofeo Pollença-Port d’Andratx de la Challenge de Mallorca. Con el laurel sumó la 131ª victoria de su carrera profesional. Competitivo al extremo. Voraz.

Valverde derrotó a Mcnulty y Vlasov, sombreados por el fugaz murciano, con esa capacidad tan suya de vencer. El costumbrismo del festejo es él. Al final se llegó tras un ataque de Enric Mas, primero, y otro de Holmes, después. Ambos los cauterizó el pelotón después de una jornada en la montaña rusa en la que también ondeó el buen hacer de Mikel Bizkarra (Euskaltel-Euskadi), 13ª en meta. Sin embargo, ninguno como el del inagotable Valverde, que es una ráfaga.

T. Pollença-Port D’Andratx