- Si los Juegos Olímpicos de Río fueron difíciles para Rusia por el dopaje de Estado, los de Tokio no lo serán menos. Sin bandera ni himno por la suspensión de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), pero con más de 300 deportistas y 50 opciones de medalla, según cálculos de Moscú.
“Somos un equipo unido y cuando estamos unidos somos invencibles. Tendremos que competir sin la tricolor y sin el himno ruso (...) Pero lo más importante es que la lealtad y el amor a nuestro país lo llevamos dentro y eso seguro que nadie nos lo puede arrebatar”, aseguró Svetlana Romáshina, cinco veces campeona olímpica en natación sincronizada, durante una ceremonia en el Kremlin.
Rusia enviará a Tokio 335 deportistas, medio centenar más que en Río, cuando no solo faltó el equipo de atletismo al completo, sino también muchos representantes de disciplinas como halterofilia, remo, ciclismo, la natación y el piragüismo. En total, el equipo ruso viajará a la capital japonesa con representantes en más de una treintena de disciplinas olímpicas, de los que el 60 % se vacunarán, mientras el resto tiene anticuerpos.
“Planeamos luchar por unas 50 medallas”, pronosticó Stanislav Pozdniakov, presidente del COR. En los anteriores Juegos, pese a todas las dificultades, Rusia ocupó el cuarto lugar con 56 medallas, 19 de oro.
En esta ocasión, Pozdniakov aseguró que las autoridades esperan que Rusia ascienda un peldaño y ocupe el tercer lugar en el medallero, aunque para ello tendrá que superar a China o al Reino Unido y esperar que Alemania y el anfitrión, Japón, no mejoren su rendimiento.
Rusia confía en cosechar medallas en disciplinas como la lucha, el judo, la gimnasia, la esgrima, el boxeo, la natación y la natación sincronizada. En los últimos años han aparecido nuevas estrellas del deporte ruso como el nadador Kliment Kolesnikov, una de las estrellas del Europeo de Budapest, donde estableció el récord del mundo en 50 metros espalda.
En cuanto a los deportes de equipo, las esperanzas radican en el balonmano y el waterpolo femeninos, y el voleibol. El baloncesto masculino no logró plaza en el reciente preolímpico. El femenino tampoco acudirá Tokio.
Será extraño ver a los deportistas rusos subirse a lo más alto del podio sin poder escuchar el himno ruso, sino una melodía para piano del legendario compositor ruso Piotr Chaikovski. En el medallero, Rusia figurará con el acrónimo ROC (Russian Olympic Committee).
La culpa la tiene la connivencia con el dopaje, que primero salpicó el atletismo y después a los deportes de invierno en los Juegos Olímpicos de Sochi. La AMA castigó en 2019 a Rusia con cuatro años de sanción.
Los atletas rusos tampoco podrán portar la bandera en sus celebraciones. Las camisetas de la selección rusa no incluirán el escudo nacional con el águila bicéfala ni un distintivo con la bandera tricolor de la Federación Rusa. Las reglas son muy estrictas. A las nadadoras de sincronizada se les prohibió portar bañadores con un oso dibujado y también canciones en las que se pronuncie la palabra Rusia. Dos atletas rusos, una mujer y un hombre, portarán la bandera neutral en la ceremonia de inauguración.
La prohibición de la AMA también impide a los funcionarios rusos acudir a los Juegos, aunque en el caso de Putin puede recibir una invitación personal del país organizador.
El calvario del deporte ruso comenzó en enero en el Mundial de Balonmano de Egipto y se extenderá por espacio de dos años, ya que el Tribunal de Arbitraje Deportivo redujo a la mitad la sanción impuesta por la AMA. El atletismo ruso tuvo un representante en Río, la saltadora de longitud Daria Klíshina. Esta vez serán diez los atletas neutrales que han recibido el visto bueno de World Athlétics.
Son pocos los atletas rusos, especialmente la triple campeona mundial de salto de altura, María Lasitskene, y la pertiguista Anzhelika Sídorova, tienen muchas opciones de medalla. Falta ver en qué forma llega Serguéi Shubenkov, campeón mundial en los 110 metros vallas, incluido en el último momento tras estar apartado medio año por sospechas.